domingo, 29 de enero de 2017

COMUNITAS MATUTINA 29 DE ENERO DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO



“Miren, hermanos, quienes han sido llamados! No hay muchos sabios según la carne ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza. Dios ha escogido más bien a los que el mundo tiene por necios para confundir a los sabios; y ha elegido a los débiles del mundo para confundir a los fuertes”
1 Corintios 1: 26 – 27)

Lecturas:
1.   Sofonías 2: 3 y 3: 12-13
2.   Salmo 145: 7-10
3.   1 Corintios 1: 26-31
4.   Mateo 5: 1-12
Las bienaventuranzas de Jesús, en las que se condensa el proyecto de vida que él propone a quienes opten por seguirlo, son una contrariedad escandalosa para las habituales ambiciones humanas de poder, de éxito, de ganancia económica, de individualismo competitivo, de egoísmo, de gozo inmediato. El compromiso de un cristiano es, en consecuencia, vivir de modo coherente este escándalo, esta inversión de los valores que difunde y promueve la sociedad. Tal es el núcleo de la Palabra que se nos ofrece este domingo.
Es , sin lugar a dudas, una lógica desconcertante esta que procede de Jesús,  denominada como bienaventuranza, que es sinónimo de felicidad. El camino para ser feliz, según El, no es hacer parte de los círculos de los poderosos ni tener una gran capacidad adquisitiva ni brillar socialmente por los triunfos logrados, ni por la belleza física ni por el prestigio que estas realidades pueden brindar a personas que cumplan con estos requisitos. Ser feliz al estilo de Jesús es algo diametralmente opuesto!
Les proponemos, para hacer la reflexión más pedagógica, hacer un recorrido mental con dos personas bien contradictorias en esta perspectiva. De una parte les planteamos recorrer a grandes rasgos la vida del Beato Oscar Romero (1917-1980), el obispo salvadoreño que se enfrentó proféticamente a los poderosos de su  país para defender a los pobres, y por ellos dio la vida martirialmente. De otra, les sugerimos a Donald Trump, el prepotente multimillonario que acaba de asumir como presidente de los Estados Unidos de América, con su desdén por las minorías étnicas y por los inmigrantes, con su fanfarronería de rico que se siente dueño del mundo.
Qué encontramos en el uno y en el otro?  Recogen muy bien el perfil del bienaventurado seguidor de Jesús – el Beato Romero – y el del arrogante que todo lo desprecia por sentirse él la medida con la que se aprecia o desprecia a los demás – Trump - .
Es sabido que uno de los puntos clave de la predicación de los profetas de Israel era la severísima crítica a las personas que se decían muy religiosas y observantes de la Ley pero carecían de compasión y misericordia con los débiles y con los sufrientes.
 Junto con este énfasis, ellos destacaban el favor de Dios con los humildes, y el reconocimiento de esta condición como apertura para las cosas de Dios, para su amor y para su justicia, como bien lo expresa el texto de Sofonías, que es la primera lectura de este domingo: “Busquen a Yahvé, ustedes humildes de la tierra, que cumplen sus mandatos; busquen la justicia, busquen la humildad, quizá encontrarán cobijo el día de la ira de Yahvé” (Sofonías 2:3).
Cuando el pueblo y sus dirigentes se olvidan de Dios y se dedican a la idolatría, apartándose de la alianza, queda un resto fiel que se distingue justamente por las alusiones de Sofonías, cuya manera de vivir será la garantía de permanencia de ese proyecto teologal: “Dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, se cobijará al amparo de Yahvé el resto de Israel” (Sofonías 3: 12).
Qué quiere decir el profeta con las expresiones pobre y humilde? Es una exaltación de la baja autoestima y de la carencia de perspicacia para descubrir los aspectos más recónditos de la vida? Es un estímulo para el apocamiento y la ingenuidad? Vale la pena que nos propongamos estas preguntas porque fácilmente se interpretan esas referencias como el diseño de un tipo de creyente que no es sagaz ni inteligente, que se minimiza y que no tiene capacidad para incidir en los desarrollos de la sociedad y en los de la misma comunidad de creyentes.
Monseñor Romero, volviendo a nuestro prototipo evangélico de hoy, fue un hombre profundamente así como indica Sofonías, austero, sin vanidades de ningún tipo, en plena sintonía con los más humildes y él mismo humilde como pocos, pero justamente de ahí le vino su inspiración para confrontar con el mayor  rigor a los poderosos de su país, a los gobernantes y a los terratenientes, a los militares y a los integrantes de los escuadrones de la muerte, por la aberrante injusticia social de El Salvador y por los inaceptables crímenes que se cometían contra la población campesina y trabajadora. No hay en él visos de apocamiento, la suya era una grandeza espiritual y evangélica!
El beato Romero es , por excelencia, un bienaventurado,  es el tipo de ser humano que propone Jesús, el que siendo así se dedica a humanizar a los demás, a construír una cultura del servicio y de la solidaridad, a no perseguir títulos y honores, a trabajar para el reconocimiento constante y creciente de la dignidad de cada persona, a favorecer a los condenados de la tierra, todo esto desde la profunda experiencia de la paternidad-maternidad de Dios.
En el relato evangélico de Mateo, el programa de Jesús – las bienaventuranzas – se pone estratégicamente en los inicios de su misión, después de las tentaciones y del llamamiento de los discípulos, señalando con esto cuál va a ser la sustancia y el contenido de su ministerio. Las podemos llamar el plan de la nueva humanidad, todo lo que sigue en el evangelio es poner en práctica esos principios, que claramente no son legislaciones, asuntos normativos, sino un proyecto de vida ofrecido a la libertad de quien desee acogerlo y ser plenamente feliz al hacerlo.
Esto es el elemento que identifica al auténtico cristianismo, es clave que lo captemos  porque la fe en Jesús, las implicaciones de ser bautizados y de ser sus seguidores, la membresía eclesial, no son adaptaciones a una institución prestadora de servicios religiosos ni acatamiento permanente de leyes, muchas de ellas prohibidoras, de lo que se trata  es de adoptar un modo de vida que se configura con el de Jesús, determinación que se hace a partir de una opción fundante y fundamental, que estructura la totalidad del proyecto de vida de quien lo acoge, como en el caso del Beato Romero y de tantos otros que han decidido vivir así.
En 1 Corintios – segunda lectura de hoy – Pablo alude a dos cosas que son determinantes, la escogencia que Dios ha hecho de lo necio del mundo, y la configuración con Jesucristo: “Dios ha escogido más bien a los que el mundo tiene por necios para confundir a los sabios, y ha elegido a los débiles del mundo para confundir a los fuertes….. De ese modo ningún mortal podrá alardear de nada ante Dios. De él les viene que ustedes estén en  Cristo Jesús, al cual hizo Dios para nosotros sabiduría de Dios, justicia, santificación y  redención, a fin de que, como dice la escritura: el que se gloríe, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1: 27 y 29-31).
Por eso la Iglesia y cada una de sus comunidades no pueden ser un círculo restringido de selectos y de perfectos, élites de superiores, sino congregaciones de gentes que, en medio de sus fragilidades, aceptan con convicción esta lógica de vida, experimentando el don de la misericordia, acogiendo sin distingos a todos los que escojan esta dinámica evangélica, y fundamentando toda la existencia en Jesucristo.
Así nos encontramos con el ser humano moldeado por Jesús, el bienaventurado, aquel para quien Dios lo es todo, el que no cifra su valor en las riquezas y en el poder, en los títulos o en las categorías sociales, el que se vacía de sí mismo para darse todo al prójimo, aquel en quien se plasman esos indicadores de felicidad: “Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5: 4-9).
 La serie televisiva, de alta sintonía hoy, “House of Cards”, tiene como trama todos los entresijos del poder, las maquinaciones y estrategias de corte maquiavélico, personajes de torvas manipulaciones, intrigas, engaños y envidias, rostros externamente brillantes y educados (?), con interioridades deshechas por su ambición. Triste retrato de muchos ambientes de nuestras sociedades, como la altanería que se percibe en el nuevo habitante de la Casa Blanca.
Si por algo tiene sentido ser cristiano y estar en la Iglesia es justamente por ir en contra de esta desenfrenada egolatría, y por afirmar que es posible construír una humanidad diferente desde lo fraterno, desde lo discreto, desde lo humilde, desde la mesa servida en igualdad de condiciones para todos, desde el respeto exquisito a cada ser humano, resaltando así la trascendencia de Dios en la trascendencia de la humanidad.
Ser asi tiene su alta cuota de incomprensión y de drama, la cruz de Jesús es el más elocuente testimonio de esta afirmación, y con él, todos aquellos que en estos siglos de historia cristiana han optado por el reino de Dios y su justicia en clave de bienaventuranza, como nuestro Beato Romero, que se despojó de sus temores para seguir a Jesucristo en la dolorida historia de sus buenas gentes salvadoreñas.
A dónde vamos con todo esto? Es posible lograr una humanidad transformada por esta oferta? Seremos capaces de bajar la guardia de tantas prepotencias para entender que el futuro de los hombres y mujeres tiene en esta una gran alternativa de sentido y esperanza? Nosotros, los que cada domingo celebramos la eucaristía, tenemos el vigor para relatar con nuestras vidas esta apasionante dimensión de la felicidad?
Tal es el empeño del Papa Francisco, y de aquel del mismo nombre que inspiró su denominación, el de Asís, que con su contundente pobreza y con su talante fraternal conmovió a la sociedad de su siglo, recordando a un mundo anestesiado por el poder y la riqueza que en esto no va la verdad de la vida.

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