“Todos
ustedes son de la luz y del día. No somos de la noche ni de la
oscuridad; por eso no debemos dormir como los otros, sino mantenernos
despiertos y en nuestro sano juicio”
(1
Tesalonicenses 5: 5-6)
Lecturas:
- Proverbios 31: 10-31
- Salmo 127
- 1Tesalonicenses 5: 1-6
- Mateo 25: 14-30
El
centro del mensaje de este domingo se condensa en la muy conocida
parábola de los talentos (forma de llamar a unas monedas de oro en
aquel contexto de Jesús). Para entender todo el contenido hay que
mirar el capítulo 25 de Mateo en su totalidad: el domingo anterior
vimos la parábola de las jóvenes necias y prudentes a propósito de
sus previsiones para la llegada del novio a la fiesta de bodas, la
que sigue después de los talentos es la parábola del juicio final.
Es un texto muy conocido y divulgado. Mateo habla de las
disposiciones para el encuentro definitivo con el Señor, la actitud
de vigilancia y el compromiso de solidaridad con los pobres y
abandonados, como condiciones para que ese encuentro sea pleno y
bienaventurado.
No
está de más recordar que no se trata de lo que sucederá en el
“último momento”, su alusión es a todo el proyecto de vida de
una persona que asume todo su ser y su quehacer con un compromiso
serio, responsable, poniendo en juego todas sus cualidades para
desarrollarse integralmente sirviendo al prójimo, ejerciendo la
justicia, siendo creativa y proactiva, cimentando todo lo suyo en la
honestidad, dando pleno rendimiento a todo lo recibido en clave de
fraternidad y de solidaridad.
Es
decir, una vida aprovechada al máximo en la perspectiva de Dios y
del hermano. Son los requerimientos para la valoración decisiva de
la existencia, para saber si esta se desperdició o si fue terreno
fecundo para el amor.
Hay
que tener cuidado con la ideología neoliberal que nos habla de
hombres y mujeres exitosos, que nos señala de modo sofisticado unos
indicadores del buen ser, entre los que se cuentan la belleza física,
el roce social, las ganancias económicas, el talante competitivo, la
obtención de títulos, la carrera de ascensos, los aplausos de la
sociedad, la pertenencia a círculos de poder, la capacidad
adquisitiva. Cierto tipo de teología neoconservadora identificada
con una prosperidad material que sería manifestación del favor de
Dios para quienes lo agrada, es muy común en algunos medios
religiosos de tipo fundamentalista. El evangelio nos suministra los
mejores elementos críticos para desvelar este tipo de engaños.
Resulta
bien claro que esta no es la propuesta de Jesús, en el espíritu de
las bienaventuranzas su oferta de sentido transita por los caminos de
la pasión por la dignidad humana, de la justa reivindicación de los
más pobres, de la negativa a todo tipo de carrerismo, de un tenor de
vida austero, del servicio como constante en toda actuación, de la
denuncia profética de esa seudoideología de felicidad superficial,
del adoptar una postura definitivamente libre – con la misma
libertad de Jesús – ante todas estas seducciones que van en pos de
un ser humano deficiente en trascendencia, en espiritualidad, en
humanismo, en ética y en moralidad.
El
mundo capitalista predica como valores la eficacia, los altos
rendimientos financieros, el aumento de la productividad, la
competencia individualista, el tener por encima del ser, en lo suyo
no hay una afirmación radical de la dignidad humana y de la justicia
y del reconocimiento que a ellas se deben como esencia del modelo
económico.
Muchos
son los críticos de este sistema, desde papas como Juan XXIII; Pablo
VI, Juan Pablo II, Francisco, que en sus encíclicas sociales han
señalado las graves fisuras morales de ese ordenamiento, pasando por
la intensidad profética de la Teología de la Liberación y por los
análisis de pensadores como Erich Fromm con su psicoanálisis de la
sociedad contemporánea, Joseph Stiglitz con su malestar en la
globalización y Zygmunt Bauman con sus planteamientos sobre la
sociedad y la cultura líquidas.
Cuál
es , entonces, el ser humano por el que se trabaja en el Evangelio?
Cuáles son los requerimientos de esa vigilancia, de esa vida
lograda, a cuya atención nos llama Jesús? Imaginémonos una
“eficiencia cristiana”, del Evangelio se deduce perfectamente un
modelo de vida contracultural, contestatario, liberador, que anuncia
otro orden de cosas, se trata de la eficiencia por el reino de Dios y
su justicia, la que está totalmente referida a la solidaridad y al
amor:
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia porque
serán satisfechos. Bienaventurados los compasivos porque Dios tendrá
compasión de ellos. Bienaventurados los de corazón limpio porque
verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz porque
Dios los llamará hijos suyos. Bienaventurados los perseguidos por
hacer lo que es justo porque de ellos es el reino de los cielos”
(Mateo 5: 6-10).
Esta
es la clave de comprensión de la parábola de los talentos, para que
no nos llamemos a engaños. No se trata de fomentar la pobreza y la
carencia de iniciativa, ni de desestimular el espíritu laborioso,
justamente la intención es crear una cultura de igualdad de
condiciones, en la que la productividad económica tenga su referente
moral en los principios de equidad y de justicia, del aprovechamiento
de los bienes de la vida para que todos se beneficien de los mismos,
un dinamismo en el que deben ser simultáneos los movimientos de
reducción de la concentración de riqueza en unos pocos y de
concentración de pobreza en unas mayorías. Esto es pura doctrina
social de la Iglesia!
La
frustración de la vida, en el caso del tercer hombre:
“Pero el que recibió mil fue y escondió el dinero de su jefe en
un hoyo que hizo en tierra”
(Mateo 25:18), y en el momento de la rendición de cuentas fue
amonestado por el patrono: “Tú
eres un empleado malo y perezoso, pues si sabías que cosecho donde
no sembré y que recojo donde no esparcí, deberías haber llevado mi
dinero al banco, y yo, al volver, habría recibido mi dinero más los
intereses”
(Mateo 25: 26-27), alude claramente a la existencia que no se
interesó en el prójimo, al pesimismo paralizante, al no haber
tomado como punto de partida el referente de las bienaventuranzas. De
esto último es de lo que estamos llamados a dar cuenta ante Dios y
ante la humanidad.
En
el bello y clásico texto de la primera lectura, la mujer ideal que
propone como modelo el libro de Proverbios capitulo 31, encontramos
una síntesis de ese ideal de persona que aprovechó con inteligencia
y sabiduría todos sus talentos: “Se
reviste de fortaleza y con ánimo se dispone a trabajar”
(v.17), “Siempre
tiende la mano a los pobres y a los necesitados”
(v.20), “Se
reviste de fuerza y dignidad y el día de mañana no le preocupa”
(v.25), “Está
atenta a la marcha de su casa y jamás come lo que no ha ganado”
(v. 27), “Sus
hijos y su esposo la alaban y le dicen: Mujeres buenas hay muchas
pero tú eres la mejor de todas”
(v.29), “Los
encantos son una mentira, la belleza no es más que ilusión, pero la
mujer que honra al Señor es digna de alabanza” (v.
30).
Pensemos
en tantas personas buenas y emprendedoras que, en medio de
circunstancias adversas de sus vidas y de su entorno, se hacen
líderes que promueven sus comunidades para organizarlas logrando
representatividad ante las instancias de gobierno, hacen frente a los
poderosos injustos y explotadores, no se amilanan ante el acoso de
los violentos, desarrollan proyectos de economía comunitaria,
afirman en todo la dignidad de sus gentes, dan aliento y estímulo
permanentes para no bajar la guardia ante las contradicciones de la
vida. Esto es cultura de solidaridad, eficiencia comunitaria,
rendimiento integral de la existencia, sentido de trascendencia hacia
Dios y hacia el prójimo. El proyecto de Jesús es el de una
humanidad nueva en constante crecimiento de justicia y de
fraternidad.
Cristianamente
no podemos aceptar un sistema que rinde culto idolátrico al
enriquecimiento sin justicia, que descarta a los que no producen, que
pone la eficiencia como criterio dominante, que no tiene en cuenta
las necesidades de todos, que genera despilfarro y destrucción de
los recursos naturales, que no cuida la casa común, que le rinde
culto al mercado y al consumismo. La eficiencia en clave de Jesús,
el logro de la vida, el aprovechamiento de los talentos, tiene su
fundamento en la dignidad del ser humano que es hijo de Dios y
hermano de todos.
Las
palabras de Pablo en la segunda lectura señalan con nitidez el
horizonte de trascendencia al que estamos llamados para lograr una
vida genuinamente aprovechada y desarrollada:
“Pero ustedes, hermanos, no están en la oscuridad, para que el día
del regreso del Señor los sorprenda como un ladrón. Todos ustedes
son de la luz y del día. No somos de la noche ni de la oscuridad;
por eso no debemos dormir como los otros, sino mantenernos despiertos
y en nuestro sano juicio”
(1 Tesalonicenses 5: 4-6).
Vivir
en la alerta de Dios, lo que aquí llamamos vigilancia, no es estar
con el temor permanente ante la muerte, ni con el miedo culpable que
inculcan tantos predicadores que manipulan a su antojo el Evangelio,
la jugada maestra es una vida que se dedica por completo a Dios y al
prójimo en feliz simultaneidad, que sirve e impulsa las capacidades
de todos, que no se arredra ante los díficiles retos de la realidad,
que trabaja honestamente para servir y para ganar el sustento digno,
que se empeña en el crecimiento armónico de todos los que están en
su entorno, que hace de su humanidad un sacramento de la creatividad
originada en el mismísimo Dios. Eso es fructificar los talentos en
estilo humanista y cristiano.
Vale
decir, los pies bien puestos en la tierra y la mirada en el cielo!
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