domingo, 27 de octubre de 2019

COMUNITAS MATUTINA 27 DE OCTUBRE 2019 DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C


“Porque todo el que se ensalce será humillado, y todo el que se humille será ensalzado”
(Lucas 18: 14)

Lecturas:
1.   Eclesiàstico 35: 15 – 17 y 20 – 22
2.   Salmo 33: 2 – 3; 17 – 19 y 23
3.   2 Timoteo 4: 6 – 9 y 16 – 18
4.   Lucas 18: 9 – 14

Este  domingo la Palabra nos pone a pensar seriamente en la humildad como la  actitud esencial de quien està dispuesto a ser un seguidor de Jesùs responsable y comprometido. A eso nos guìan la primera lectura y el clásico texto de Lucas, la parábola del fariseo y el publicano,[1] recordando la etimología del tèrmino que viene del latìn “humus”, [2]lo que està màs abajo, lo último, lo que pisamos.
En este mundo y cultura que reconocen solamente a los poderosos, a los de fama, a los que tienen riqueza material y alta posición social, el texto bíblico marca la diferencia profética destacando la preferencia de Dios por los humildes y la denuncia severa a quien los maltrata: “Las lágrimas que corren por las mejillas de la viuda son su clamor contra quien las provocó. Quien sirve de buena gana, es bien aceptado, y su plegaria sube hasta las nubes. La oración del humilde atraviesa las nubes; hasta que no llega a su término, él no se consuela”. [3]
El libro del Eclesiàstico, llamado también de Ben Sirà, es escrito por un judío culto, del siglo II antes de Cristo, dato que hace màs llamativa su vigorosa alusión a la  preferencia de Dios por los que están màs abajo en la escala social. Dios, lo sabemos bien, se pone de parte de los màs débiles de la sociedad, siempre a contracorriente de la mentalidad dominante de privilegios y culto a la personalidad de los que están arriba.
Desde esta óptica bíblica hay que afirmar siempre con el mejor estilo profético que  para Dios no cuentan ni el abolengo ni los pergaminos ni el dinero, en El descubrimos el valor decisivo de la dignidad humana que tiene elocuente carta de presentación en los humillados y ofendidos, y también en quienes no cifran su ser en la arrogancia sino en la discreción, en la capacidad de ser todo para todos en el amor y en el servicio, y en el rechazo de toda preeminencia abusiva  sobre los demás.
Asì, nos encontramos de nuevo con ese texto tan conocido del fariseo y el publicano, con el contexto que indica el evangelista: “Dijo la siguiente parábola a algunos que se tenìan por justos y despreciaban a los demás[4]donde Jesùs manifiesta su coherente actitud, siempre muy severa, con la vanagloria religioso – moral de los hombres prominentes  del judaísmo de esa época.[5]
El fariseo està carcomido por el desprecio a los demás, a quienes considera pecadores e indignos. Sòlo èl se siente  bueno y considera que Dios està de su parte,  modelo religioso que sigue penosamente vigente en muchos de nuestros medios de iglesia, con su correspondiente juicio moralista sobre la vida de las personas,  con su mente y corazón cerrados para el ejercicio de la misericordia: “El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: rapaces, injustos y adúlteros, ni tampoco como este publicano[6] .
Diametralmente opuesta es la actitud del publicano o recaudador de impuestos. Se experimenta necesitado del amor de Dios, no presume de logros ni de observancias, y reconoce humildemente su precariedad: “En cambio, el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevìa ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: Oh, Dios! Ten compasión de mì, que soy pecador[7].
Recordamos con esta imagen a algunos de los pensadores existencialistas creyentes del siglo XX que hacían hincapié en la radical indigencia del ser humano, como refiriéndose a que ningún hombre o mujer por sì mismo se da el sentido de la vida,  es en esa conciencia donde està estructuralmente abierto al don de Dios, que es pura gratuidad.[8]
Vale la pena anotar, como elemento importante de contexto, que los primeros cristianos fueron muy críticos con los fariseos y demás personajes de la oficialidad religiosa judía, sobre todo después de la destrucción del templo cuando, al desaparecer la institución sacerdotal, se alzaron con todas las propiedades del santuario y con los donativos económicos de la gente, emprendiendo al mismo tiempo la màs dura persecución contra los discípulos de Jesùs.
Esta animadversión se evidencia en la frecuentes referencias a la hipocresía religiosa de esta gente, cuestionamiento que sigue siendo plenamente vigente en nuestros días con los conocidos casos de fundamentalismo religioso, de manipulación de mentes y conciencias, y de creación de “fantasmas”  - como la tan manida ideología de género esgrimida por grupos religiosos ultraconservadores - para asustar a la gente con menor formación.
Es una profunda lección de vida la que nos transmite este relato, contenido que se repite a menudo en los evangelios. Recordemos esa expresión que Mateo pone en boca de Jesùs, muy fuerte por cierto, en la parábola de los dos hijos, también referida a la soberbia religiosa de aquellos personajes:” Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegaràn antes que ustedes al Reino de Dios” [9], nuevo recuerdo del rechazo  enfático de Jesùs a la vanidad que surge de la autojustificaciòn moral y religiosa y a la actitud despectiva de estos hacia quienes no son asì.
Esto sigue sucediendo en nuestros medios sociales y religiosos, juzgamos por las apariencias y no hacemos el esfuerzo de sondear la profundidad del corazón humano y de captar sus intenciones y sus actitudes. Tenemos una imagen “standard” de los que consideramos buenos y malos, y nos regimos por esos indicadores externos para determinar la bondad o la maldad, la religiosidad o  la irreligiosidad, en un tipo de conducta – la de los que juzgan o juzgamos – que no està sintonizada con la misericordia del Padre.[10]
El publicano reconoce que la cercanìa de Dios es debida a su amor incondicional y a pesar de sus fallos. Esto quiere decir que este hombre està màs  próximo a Dios , consciente de sus pecados y de la necesidad que tiene de ese amor , mientras que el fariseo se cree con derecho al favor divino, envanecido por su pretendidos méritos, porque – eso piensa – se lo ha ganado con la multitud de sus cumplimientos.
En la perspectiva del Padre – Madre  que se nos revela en Jesùs, las cosas no son asì. La lógica de Dios  transita por el camino de la humildad y del abandono confiado en El , que no mira mèritos ni santidades porque lo suyo es la total gratuidad, dinamismo que  hace justicia a los humildes: “Les digo que este regresò a su casa justificado, y àquel no. Porque todo el que se ensalce será humillado, y el que se humille será ensalzado[11] .
La sabia  actitud que se desprende de esta enseñanza es la de reconocer que todo lo bueno que somos proviene de Dios como gracia pura, sin merecimiento de nuestra parte. En consecuencia, lo que corresponde es la dinámica de la constante gratitud, y el ejercicio de la humildad discreta,  apta para reconocer esto en las demás personas.
Dos modos de oración plantea este relato: el uno es el del que se siente dueño de Dios, porque cumple rigurosamente con todos los preceptos de su religión, lo que le lleva a una conciencia de acumulación de mèritos; el otro es el que sabe que Dios llega a El sin merecerlo.
Algo de esto se puede entrever en las palabras casi finales de la segunda carta de Pablo a Timoteo: “Y desde ahora me aguarda la corona de la justicia que aquel dìa me entregarà el Señor, el justo juez, y no solamente a mi , sino también a todos los que hayan esperado con amor su manifestación[12] , en boca de este hombre de Dios, antes fariseo radical y encarnizado perseguidor de los cristianos, estas palabras tienen todo el sabor de la experiencia del perdón y de la misericordia del Padre,  que lo lleva a reconocer la fuerza salvadora de Dios por la justicia de la fe.
Dios ya nos ha dado todo y nos ha capacitado para desplegar nuestro ser: “Pero el señor me asistió y me diò fuerzas para poder proclamar plenamente el mensaje….[13]. El ser humano que surge de esta Buena Noticia està asumido por la gratuidad, por el reconocimiento de ese Padre que se comunica en Jesùs, siempre dando vida, y enviándonos al prójimo para replicar en todas nuestras relaciones esa misma perspectiva del don inmerecido, acontecimiento que sòlo lo pueden apreciar los humildes, como el publicano de la parábola.
El infatigable trabajo del Papa Francisco es despojar a la Iglesia Católica de sus pretensiones de poder y de sus vanaglorias mundanas para hacer de ella una Iglesia que transparente al Señor Jesús, hospital de campaña para sanar a todos los desvalidos por causa de la exclusión, de la humillación y de la injusticia, en ejercicio constante de la misericordia con todos los condenados de la tierra: “Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica. Esta preferencia divina tiene consecuencias en la vida de todos los cristianos, llamados a tener “los mismos sentimientos de Jesucristo[14].[15]


[1] Recaudador de impuestos para el imperio romano, en Palestina, que era colonia de esa potencia política y militar, la más poderosa de aquellos tiempos. Estos recaudadores eran personas muy odiadas por la mayoría, por el carácter de su oficio que era implacable en materia del cobro del tributo obligatorio. El odio era mayor al constatar que eso iba a las arcas de un poder extraño a ellos. Ser cobrador o recaudador de impuestos no era un oficio que confiriera prestigio y reconocimiento.
[2] Palabra latina que significa tierra, lo que está debajo de todo.
[3] Eclesiástico 35: 15-17
[4] Lucas 18: 9
[5] ACOSTA BONILLA, Manuel. Vivir en marginalidad: lectura socio-histórica del evangelio de Lucas. UCA editores. San Salvador (El Salvador), 2013.
[6] Lucas 18: 11
[7] Lucas 18: 13
[8] LUYPEN, William. Fenomenología existencial. Editorial Carlos Lohlé. Buenos Aires, 1968.
[9] Mateo 21: 31
[10] SOBRINO; Jon. El principio misericordia: bajar de la cruz a los pueblos crucificados. UCA editores. San Salvador (El Salvador), 2012. En este trabajo el autor jesuita, conocido por sus aportes a la teología de la liberación, se refiere – entre otros elementos – a la configuración de una iglesia samaritana, iglesia que se inclina misericordiosa y compasiva ante el prójimo caído por el pecado de la injusticia, para reivindicarlo en su dignidad. Este es el principio misericordia.
[11] Lucas 18: 14
[12] 2 Timoteo 4: 8
[13] 2 Timoteo 4: 17
[14] Filipenses 2: 5
[15] Papa FRANCISCO. Exhortación apostólica LA ALEGRIA DEL EVANGELIO, No. 198. Ediciones Paulinas. Bogotá, 2013. Recordemos que este es el texto inicial del Papa Francisco, publicado en noviembre de 2013, ocho meses después del comienzo de su ministerio como Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia Universal. En este documento el Santo Padre traza las líneas de una Iglesia en salida, con olor a oveja, despojada de privilegios, inserta en las realidades del ser humano, solidaria y servicial.

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