“Y el plan de Dios consiste en lo siguiente:
tantos los judíos como los gentiles que creen la Buena Noticia gozan por igual
de las riquezas heredadas por los hijos de Dios”
(Efesios 3: 6)
Lecturas:
1. Isaías 60: 1- 6
2. Salmo 71
3. Efesios 3: 1 – 6
4. Mateo 2: 1 - 12
La
época en la que se escribe esta parte del libro del profeta Isaías
(parte llamada del «Tercer Isaías», primera lectura de este domingo )
corresponde a «la restauración», es decir, al regreso a Jerusalén de los
israelitas que habían sido deportados a Babilonia. (Es el tiempo en el que ha
sido escrita la mayor parte de la Biblia). Isaías anima la fe de su pueblo, los
invita a poner nuevamente su fe y su corazón en la fuerza salvífica de Yahvé,
quien traerá la paz y la justicia , con lo que Jerusalén volverá a ser una
ciudad radiante, llena de luz, en donde la presencia de Dios como rey hará de
ella una nación grande, ante cuya presencia se postrarán todos los pueblos de
la tierra: “Alza los ojos en torno y mira: todos se reúnen y vienen a ti.
Tus hijos vienen de lejos y tus hijas son llevadas en brazos”.[1]
El profeta manifiesta con
esta gran revelación que Dios es quien dará inicio a una nueva época para
Israel, una época donde reinará la luz de Dios y serán destruidas todas las
fuerzas del mal, pues Dios se hace presente en Israel y ya más nadie podrá
hacerle daño.
Si bien este es un texto
local para Israel, pues era propio de su contexto y circunstancias animar al
pueblo después de la grave crisis del exilio en Babilonia, ahora lo leemos en
clave ecuménica, universal, donde el criterio de esa universalidad es el mismo
Jesús, cuyo mensaje y práctica anula el exclusivismo religioso de Israel y abre la oferta de Dios a toda la humanidad.
Este es el contenido central de esta solemnidad de la Epifanía, cuyo
significado etimológico es manifestación de Dios, que acontece anunciando a
todos los seres humanos la posibilidad de ser acogidos por el beneficio
definitivo que El nos comunica en Jesucristo.[2]
A propósito de esto,
siempre conviene insistir en la indispensable apertura de la interpretación de
los textos bíblicos, dado que ellos fueron formulados en un contexto muy
particular y circunscrito a los límites propios de Israel, de su religión, de
su dinámica social y de su cultura. “Leer” la Biblia desde su contexto y en
correlación con nuestros contextos nos permite – lo hemos afirmado muy a menudo
en estas reflexiones semanales – detectar su pretexto y hacer también una
lectura aplicada a nuestras propias realidades, con eso damos el paso de leer
“algo sucedido hace muchos siglos” a un ejercicio contextualizado en nuestra
realidad histórica y existencial. [3] Por ejemplo, leer este texto de
Isaías sin enterarnos de su contexto y simplemente por cumplir una formalidad
litúrgica resulta totalmente insípido, pero si hacemos el esfuerzo de
adentrarnos en los hechos en los que surge el escrito nos habilita para enlazar
“aquello sucedido en esos tiempos” con realidades similares de nuestro momento
histórico.[4]
Los exclusivismos
religiosos, ideológicos, políticos, étnicos, son un atentado contra la riqueza
que trae consigo el pluralismo de la humanidad y, al mismo tiempo, causantes de
violencias, segregaciones, maltratos, opresiones, dominaciones, realizadas por
mentalidades que se encarnan en entidades religiosas, en partidos políticos, en
estructuras de poder, en racismos depredadores. La propuesta de Jesús es
diametralmente opuesta a estos modos y se caracteriza por su carácter
eminentemente inclusivo, acogedor, ecuménico. Lamentablemente un cierto tipo de
cristianismo profundamente distorsionado se aleja del proyecto original de
Jesús y se convierte en secta, similar a las que el Señor fustigó con tanta
severidad en sus diatribas contra los dirigentes religiosos del judaísmo de su
tiempo.
Notable sensibilidad
contemporánea es el movimiento ecuménico y también el diálogo interreligioso,
cuyos valores radican en el reconocimiento respetuoso de lo diferente, en la
acogida de los valores de las diferencias doctrinales, en el trabajo conjunto
de creyentes de diversas tradiciones en pro de la paz, de la justicia, de la
superación de la pobreza, sin proselitismos, garantizando que cada uno permanezca
sereno en su respectiva comunidad de fe. [5]
La segunda lectura nos ofrece la
perspectiva de universalidad. Pablo, a través de la carta a los Efesios,
ampliará esa comprensión, afirmando que la salvación venida por Dios, a través
de Jesús, es para “todos”, judíos y paganos: “Cuando pienso en todo esto,
yo, Pablo, prisionero de Cristo Jesús, por el bien de ustedes, los gentiles. A
propósito, doy por sentado que ustedes saben que Dios me encargó de manera
especial extenderles su gracia a ustedes, los gentiles”. [6]
El plan de Dios, según Pablo, consiste en
formar un solo pueblo, una sola comunidad creyente, un solo cuerpo, una sola
Iglesia, un organismo vivo capaz de comunicar a toda la creación la vida y la
salvación otorgada por Dios. La carta a los Efesios expresa que el misterio
recibido por Pablo consiste en que la Buena Nueva de Cristo se hace efectiva
también en los paganos, ellos son coherederos y miembros de ese mismo Cuerpo;
esto significa que Dios se ha querido revelar a toda la humanidad, actúa en todos,
salva a todos, reconcilia a todos sin excepción: “ Tal como antes les
escribí brevemente, Dios mismo me reveló su misterioso plan. Cuando lean esto
que les escribo, entenderán la percepción que tengo de este plan acerca de
Cristo.”[7]
La preferencia de Dios es el ser
humano, más allá de las fronteras que le imponen las divisiones creadas por los
mismos hombres, la fuerza liberadora de Dios desconoce estos límites y se
ofrece de modo sobreabundante a todos, sin excepción. En ese contexto, la
disposición para el ecumenismo y para el diálogo interreligioso son notas
distintivas de los cristianos maduros. Contraste profético ante un mundo que
excluye y segrega!
Es muy preocupante el surgimiento
masivo de las comunidades protestantes de corte neopentecostal, principalmente
en América Latina y en los países del Africa subsahariana, con sus prédicas
altamente emocionales, generadoras de conversiones “relámpago”, de corte ciento
por ciento sobrenaturalista, moral individual enemiga de la autonomía y del
discernimiento liberador, y ahora soporte electoral de los regímenes políticos
más conservadores y contrarios a las reivindicaciones de justicia y de las víctimas
de los conflictos armados, tipo Donald Trump en USA o Jair Bolsonaro en Estados
Unidos. Esto es contrario al ecumenismo y al diálogo constructivo entre las
diversas denominaciones cristianas, su modo de proceder niega la universalidad
del don salvífico de Jesucristo. [8]
El evangelio que se proclama hoy
confirma este carácter universal de
la salvación de Dios. Mateo expresa, por medio de este relato simbólico, el
origen divino de Jesús y su tarea salvífica como Mesías, como rey de Israel,
heredero del trono de David; para ello el evangelista no duda en ubicar con
exactitud el lugar donde nació Jesús, Belén, para decirnos que con su presencia
en la historia se estaría dando cumplimiento a las palabras de los profetas: “
Jesús nació en Belén de Judea, durante el reinado de Herodes. Por ese tiempo,
algunos sabios de países del oriente llegaron a Jerusalén y preguntaron: dónde
está el rey de los judíos que acaba de nacer? Vimos su estrella mientras salía
y hemos venido a adorarlo”. [9]
Por otro lado, el rechazo de este
nacimiento por parte de las autoridades políticas (Herodes) y religiosas (sumos
sacerdotes y escribas) del pueblo judío y el gozo infinito de los magos,
venidos de Oriente, anuncian desde ya ese carácter universal de la misión de
Jesús, la apertura del Evangelio a los paganos y su llamado a formar parte de
la comunidad cristiana. La Epifanía del Señor es la celebración precisa para
confesar nuestra fe en un Dios que se manifiesta a toda la humanidad, que se
hace presente en todas las culturas (religiones), que actúa en todos, y que
invita a la comunidad creyente a abrir sus puertas a las necesidades y
pluralidades del mundo actual.
En un tiempo como el que vivimos, marcado por
la conciencia del pluralismo religioso, el sentido de lo «misionero» y de la
«universalidad cristiana» han cambiado profundamente. Hasta ahora, en
demasiados casos, lo misionero era sinónimo de proselitismo, o sea, de un
esfuerzo por ir a «convertir» al cristianismo a los «gentiles» o «paganos». La
«universalidad cristiana» era entendida desde la centralidad del cristianismo:
éramos la religión central, la (única) querida por Dios, y por tanto, una
religión que era el destino establecido por Dios para toda la raza humana...
Todos los pueblos (universalidad, sí) estaban destinados a abandonar su
religión ancestral y a hacerse cristianos. Pero el mundo cambió, y aquí podemos
apreciar la acción del Espíritu Santo que no sabe de fronteras ni de
reduccionismos. Gracias a esta conciencia asumimos que en el mundo hay
diversidad de caminos hacia Dios, hacia el sentido pleno de la vida, como
expresión la más elocuente del espíritu humano en busca de un significado
totalizante para su existencia. [10]
Es decir, se trataba de una universalidad, sí, pero cristianocéntrica:
la universalidad se da en nosotros, en el cristianismo, y fuera del
cristianismo, todos los valores religiosos son inferiores y están destinados a
subsumirse o a desaparecer.[11]
Hoy todo esto está cambiando,
aunque muchos cristianos (incluidos no pocos de sus pastores y la teología más
oficial) todavía siguen anclados, incluso inamovibles, en la visión
tradicional. Buen día hoy, la fiesta de la Epifanía, para replantearse estos
desafíos y para reflexionar sobre ellos en la homilía y en la comunidad
cristiana. No desaprovechemos esta oportunidad para actualizar también
personalmente nuestra visión en estos temas.
El simbolismo de los tres
magos-reyes, venidos del Oriente, es una clara alusión a esta perspectiva de
universalidad, con los tres personajes el evangelista Mateo anuncia que con
Jesús adviene un cambio cualitativo en la comprensión de la salvación y del
significado trascendente que la acompañe. Dios es un Dios de todos y para todos,
El no puede reducirse a un determinado ghetto religioso, con pretensión de
administrarlo y de reducirlo a su grupo creyente.
El término “magos” procede
del griego “magoi”, que significa matemáticos, astrólogos, es decir, estudiosos
del cielo. Más tarde el teólogo y abogado cartaginés Tertuliano (160-220 d.C.)
aseguró que los magos eran reyes y que procederían de Oriente. En los regalos
de los magos a Jesús, los Padres de la Iglesia ven simbolizadas la realeza
(oro), la divinidad (incienso) y la pasión (mirra) de Cristo. Por cierto, la
mayor parte de nuestras celebraciones litúrgicas nunca hacen referencia a las
religiones no cristianas; nos mantenemos en una esfera férreamente cerrada a
todo lo ajeno: no dejamos entrar ninguno de los regalos magníficos que otras
religiones nos hacen... Buen día hoy para referirnos a esos dones que Dios
mismo nos hace a través de las demás religiones, sus prácticas religiosas tan
diferentes de las nuestras, sus métodos de oración, sus acentos éticos
diversos... Como la familia de Jesús aceptó los dones que aquellos «paganos» le
trajeron, así nosotros deberíamos abrirnos a ese intercambio de bienes...
Si la propuesta de Jesús nos
interesa y la asumimos como modelo totalizante de nuestras opciones y
actuaciones , encontramos en esta llamada a la salvación universal un aspecto
esencial de la condición cristiana. A muchos cristianos más tradicionales,
tanto en la Iglesia Católica como en las iglesias reformadas, les preocupa
mucho que se caiga en el peligro de sacrificar elementos esenciales de nuestra
fe, sumiéndose la misma en un pluralismo indiferenciados, por esta razón se
niegan a ver en el ecumenismo y en el diálogo interreligioso una alternativa
legítima.
Se impone decir con total
claridad que todo proceso de diálogo requiere de identidades consistentes,
donde cada tradición creyente ingresa manteniendo lo específico de cada una,
con la intención de recibir todo lo valioso que procede de esas comunidades
espirituales y donde también nos esmeramos en aportar lo propio nuestro. En
esta cultura interreligiosa y ecuménica no se pide disolver la identidad sino –
justamente – afirmarla para enriquecer y ser enriquecidos. [12]
[2] RAHNER, Karl. Teología de la gracia: la
universalidad de la oferta de salvación. Herder. Barcelona, 1967. En la
Constitución Dogmática sobre la Iglesia – Lumen Gentium – del Concilio Vaticano
II se enseña que la Iglesia es sacramento universal de salvación, esta
categoría es central en el magisterio conciliar, refuerza lo que venimos
afirmando a propósito de esta solemnidad de la Epifanía. Dios y su salvación se
ofrecen sin reservas a todos los humanos, contando – claro está – con la libre
respuesta de acogida por parte de los destinatarios.
[3] Carlos MESTERS y Rafael AGUIRRE MONASTERIO son
dos autores dedicados a le interpretación bíblica, durante largos años de su
vida. El primero es un religioso carmelita holandés, venido a Brasil desde muy
joven, donde reside actualmente. Su trabajo principal es la interpretación de
la Biblia en los contextos de las comunidades populares. El segundo es experto
en los contextos del cristianismo primitivo, donde surgen los escritos del
Nuevo Testamento. Ambos son autores de lectura sencilla, lenguaje cercano y
profundo al mismo tiempo. Sus publicaciones se encuentran principalmente en la
editorial VERBO DIVINO, cuyo énfasis es la divulgación de la Biblia y de todo lo relativo a la
interpretación de la misma. Altamente recomendados los dos.
[4] MESTERS, Carlos. Dios, dónde estás: una
introducción práctica a la Biblia. Verbo Divino. Estella (Navarra España),
2008.
[5] KNITTER, Paul. Introducción a la teología de
las religiones. Verbo Divino Estella, Navarra España, 2004. VIGIL, José María.
Teología del pluralismo religioso. Abya Yala. Quito, 2004. DUPUIS, Jacques.
Hacia una teología cristiana del pluralismo religioso. Sal Terrae. Santander
(España), 1999.
[6] Efesios 3: 1-2. La palabra GENTILES es
habitualmente utilizada en las traducciones españolas de la Biblia para
designar a quienes no pertenecían al pueblo judío, es particularmente frecuente
en los escritos paulinos.
[10] SARTORI, Giovanni. La
sociedad multiétnica: pluralismo, multiculturalismo y extranjeros. Taurus.
Madrid, 2001. KUNG, Hans. Proyecto de una ética mundial. Trotta. Madrid, 1992. VIGIL,
José María. Crisis de la religión a partir del pluralismo religioso. En Revista
Alternativas # 29 Enero – Junio 2005. Managua, Nicaragua. El texto se puede ver
en https://cetr.net/crisis_de-la_religion_a
_partir_del_p/
[11] A esta mentalidad
corresponde la célebre frase-slogan: fuera de la iglesia no hay salvación, que
sigue vigente en muchos ambientes cristianos fundamentalistas.
[12] TOBAR CARRIZOSA,
Santiago. El diálogo interreligioso: proceso de construcción de vida. Publicado
en Revista El Astrolabio. Gimnasio Campestre, Bogotá, septiembre 2012. KASPER,
Walter. Caminos de unidad: perspectivas para el ecumenismo. Cristiandad.
Madrid, 2008.
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