“Entonces
entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al
sepulcro, y vió lo que había pasado, y creyó”
(Juan
20: 8)
Lecturas
Vigilia Pascual:
- Génesis 1: 1 a 2: 2 (creación del mundo)
- Génesis 22: 1-18 (vocación de Abrahán)
- Exodo 14: 15 a 15: 1 (Israel sale de Egipto, atraviesa el desierto)
- Isaías 54: 5-14 (Isaías hace memoria de la historia de Israel)
- Isaías 55: 1-11 (El camino de la salvación)
- Baruc 3: 9-32 a 4:4 (Que Israel no se deje dominar por pueblos extranjeros)
- Ezequiel 36: 16-28 (La restauración de Israel)
- Romanos 6: 3-11 (Morir con Cristo para vivir con Cristo)
- Mateo 28: 1-10
El
misal oficial de la Iglesia Católica propone esta secuencia extensa
de lecturas bíblicas para la solemne Vigilia Pascual porque en ellas
se resume la historia de salvación que Dios ofrece a la humanidad,
tiene total sentido esta proclamación así prolongada. Sin embargo,
estos textos sólo se leen completos en la Vigilia presidida por el
Santo Padre, en las catedrales con la presidencia de sus respectivos
obispos y en otros espacios litúrgicos de particular relevancia. En
las comunidades más reducidas se anuncian algunas más especiales:
creación, paso por el desierto, una de los profetas, Romanos y
Evangelio, naturalmente.
Lecturas
Domingo de Pascua:
- Hechos 10: 34-43
- Salmo 117:1-2;16-17 y 22-23
- Colosenses 3: 1-4
- Juan 20:1-9
De
la tumba vacía surge la luz, el fuego de la nueva humanidad que Dios
realiza en Jesús el Resucitado para legitimar su historia, sus
opciones, el sentido de su pasión y muerte, su proyecto del Reino de
justicia para todos los seres humanos. No ha sido una vida inútil,
la que sus enemigos pretendieron sofocar con el juicio, la condena y
el cumplimiento de la sentencia en la cruz. Esto es lo que celebramos
en la solemne Vigilia Pascual, la más importante de las
celebraciones en el mundo cristiano.
La
narrativa aquí contenida es fundante para el ser humano, siempre en
búsqueda de sentido para su existencia, a partir de los
interrogantes e inquietudes profundos que le suscitan el misterio del
mal, el sufrimiento, la enfermedad, la injusticia, la violencia, el
vacío existencial, la inevitable “hermana muerte”. 12
La experiencia de Pascua transformó a unos hombres y mujeres
asustados, derrotados, hizo de ell@s una nueva humanidad configurada
con el Resucitado, los entusiasmó hasta el extremo , para dedicarse
sin reservas al anuncio de esa Buena Noticia.3
La
liturgia pascual es rica en simbolismos: el fuego nuevo que se
explicita en el cirio pascual, la abundante y densa Palabra bíblica,
historia de salvación y de libertad hasta su culminación en Jesús,
el canto del pregón pascual que anuncia el gozo que Dios nos causa
con su constante intervención liberadora en la historia de Israel y
de la humanidad, el agua bautismal y la renovación de las
promesas correspondientes, y la eucaristía en la que se canta de
nuevo el gloria – silenciado durante el tiempo de cuaresma - .
Con
el fuego nuevo significamos al Señor Resucitado, permanecerá todo
el año encendido, en cada celebración eucarística y litúrgica. El
binomio oscuridad-luz nos remite pedagógicamente a muerte-vida,
pecado-santidad, injusticia-justicia, odio-amor, soledad-comunión,
vacío-plenitud. La segunda parte de estos binomios se realiza en el
Señor Jesucristo, ahora emergiendo de las tinieblas de la muerte,
para vida de todos.4
Cuáles
son nuestras muertes y pascuas? Cuáles nuestras oscuridades y
luces? Cuáles nuestras realidades requeridas de resignificación
pascual? Cuáles las del mundo entero, las de la Iglesia, las de este
tiempo de corona-virus? : “Dónde
está, oh muerte, tu victoria? Dónde está, oh muerte, tu aguijón?”5
La
Palabra que se anuncia en la noche de Pascua recorre los grandes
hitos de la intervención de Dios en la historia de Israel, según lo
testimonian los diversos textos que se proponen. Dios especialista en
vida, creador y dador de la misma, siempre comprometido a mantener
sus creaturas en ese dinamismo de vitalidad; Dios liberador, que no
soporta la esclavitud y el sometimiento de ningún ser humano,
auspiciando el camino hacia las tierras prometidas de la libertad;
Dios que anuncia en sus profetas el nuevo orden de vida que se
origina en El, pero que también denuncia lo que es ajeno a esa
voluntad.
Dios
que promete y garantiza la permanencia en la vida, entendiendo por
esta todo lo que nos saca del egoísmo, del desorden que introducimos
con el pecado; Dios misericordioso, constante restaurador de
nuestra condición precaria; Dios artífice de la nueva creación;
Dios que se dice definitivamente en Jesús, el Cristo, el Resucitado.
6
Entre
este rico conjunto de textos destaquemos el que refiere la tortuosa
travesía de Israel por el desierto rumbo a la tierra de la promesa,
es parte de la biografía de este pueblo que vive allí una
experiencia donde se juntan los vacíos y los sufrimientos, las
carencias y las ansiedades, pero también las libertades y las
conquistas, en las que sienten la presencia de un Dios que añade a
sus rasgos el de ser liberador: “En
ese día el Señor salvó a Israel del poder de Egipto”7.
Esa historia es paradigma de la nuestra, vamos siempre viviendo la
ambigüedad muerte-vida, vacío-plenitud, sufrimiento-felicidad,
odio-amor, esclavitud-liberación. Es el eterno devenir humano ahora
sorprendido por un Dios que no nos quiere dejar en la precariedad. 8
Corona virus, pandemia, curación, vacuna curativa, hombres y mujeres
sirviendo a sus prójimos en hospitales, clínicas y sanatorios,
Pascua 2.020!!
El
relato del evangelio correspondiente al domingo es bastante escueto,
sus protagonistas no son ni el Padre Dios, ni Jesús, tampoco habla
explícitamente del hecho pascual. Sus actores son tres, al
evangelista le interesa poner de relieve las reacciones de cada uno
de estos personajes:
- María Magdalena se alarma al ver que no hay cadáver en el sepulcro, sale corriendo a avisar de la desaparición.
- Pedro parece un inspector, entra también al sepulcro, advierte que las vendas están en el suelo y el sudario, enrollado, en lugar aparte. Pero no pasa por su mente sacar alguna conclusión “pascual”.
- El discípulo, a quien el evangelista llama el amado por Jesús, corre más que Simón Pedro, llega primero que él, ve lo mismo que Pedro, “y vió lo que había pasado, y creyó” . 9
De
un modo tan simple, el relato de Juan nos pone a pensar en actitudes
muy humanas, aunque de signo contrario, se puede pensar que es un
fraude (María), o quedar perplejo (Pedro), o arriesgarse a dar el
salto misterioso y apasionante de la fe (el discípulo amado). Las
comunidades primitivas tienen el atrevimiento de vivir en la tercera
postura.
Cómo
vivimos nosotros hoy nuestra fe? Es asunto de inercia sociocultural?
Creemos que somos cristianos por un simple hecho sociológico, sin
implicar la Pascua de Jesús en nuestro ser y quehacer? Crédulos
tal vez ante las improvisaciones y superficialidades de tantos
predicadores sin fundamento? Nos dejamos dominar por el utilitarismo
de la vida diaria, solo damos crédito a lo que es verificable
mediante indicadores y medidas? Con cuàl de los tres personajes nos
identificamos?
Esos
primeros discípulos de Jesús, los que luego viven la experiencia
transformadora de la Pascua, eran humanos, demasiado humanos, en
diversos momentos de las narraciones evangélicas se constatan sus
fragilidades, sus dificultades para captar la originalidad del
Maestro, condicionados como estaban por el establecimiento religioso
judío que imaginaba un Mesias poderoso, triunfante, espectacular. 10
Como nosotros, que vivimos seducidos por triunfos, escalafones y
jerarquías.
Somos
así? Cuál es nuestra postura ante el trágico drama de Jesús?
Tenemos mentalidad para dimensionar los alcances de su condena a
muerte y de su extrema humillación y, conectando con esto,
establecemos el vínculo entre el Crucificado y el Resucitado? No
olvidemos que la experiencia pascual es , ante todo, un asunto de
fe, la clave del cristianismo, con capacidad para transformar la
vida de quienes se dejan tomar por su significado, como sucedió en
el caso de Pedro y de sus testarudos compañeros.
“Pues
ustedes murieron, y Dios les tiene reservado el vivir con Cristo.
Cristo mismo es la vida de ustedes. Cuando él aparezca, ustedes
también aparecerán con él llenos de gloria”
11,
la convicción que afirma la segunda lectura surge de una vivencia
profundamente real, transformadora, y al mismo tiempo capaz de
re-significar por completo, y felizmente, esa realidad.
Vienen
a cuento la inmensa legión de nuestras limitaciones y
precariedades, nuestros dolores y penurias, nuestras muertes lentas,
todo lo que nos desilusiona y hace sufrir. Aquí es donde acontece
el impacto pascual, como se deduce de las vigorosas palabras de
Pedro, antes tan contradictorio y en un momento dado modelo de
cobarde: “Esto
pudo hacerlo porque Dios estaba con él, y nosotros somos testigos de
todo lo que hizo Jesús en la región de Judea y en Jerusalén.
Después lo mataron, colgándolo en una cruz. Pero Dios lo resucitó
al tercer día, e hizo que se nos apareciera a nosotros. No se
apareció a todo el pueblo, sino a nosotros, a quienes Dios había
escogido de antemano como testigos”
. 12
Jesús
había alcanzado la
VIDA antes
de morir, era el agua viva, como consta en el hermoso diálogo con
la mujer samaritana, proclamado hace varios domingos. Jesús nació
del Espíritu, vive por el Padre, todo su ser está dotado de
vitalidad teologal, de la que es el portador primero, esa es la
verdadera vida que siempre celebramos los cristianos, no la simple
reanimación de un cadáver, por eso èl no está preocupado de lo
que pueda suceder con su vida biológica. Lo que a él verdaderamente
le interesa es la VIDA
que alcanzó durante su vida.
Jesús
se crucifica y con él todos los dramas humanos, los sinsentidos, las
tragedias, las interminables limitaciones, las muertes de siempre,
adquiriendo en èl una nueva dimensión, la de Dios, la de esa
vitalidad que es la permanencia en el amor, èl se convierte asì en
el gran legitimador de todos los trabajos humanos de autenticidad, de
felicidad, de significación amorosa de la existencia, de
solidaridad, y de justicia.
Jesùs
está vivo, pero de otra manera, su presencia resucitada no es la de
un cuerpo muerto y revivido que sorprende a todos, su vitalidad
trasciende las contingencias de la historia y del ser humano, nos
asume en ese orden definitivo, como el que manifestó a la samaritana
y a Nicodemo: “El
que beba del agua que yo le darè nunca volverá a tener sed, porque
el agua que yo le darè se convertirá en èl en manantial que
brotarà dándole vida eterna”
13
y: “Te
aseguro que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios”
. 14
La
esperanza de que nuestro ser e identidad personal no se aniquilará
con la muerte se llama salvación-liberaciòn. Todo ser humano que
decide ser radicalmente prójimo de sus prójimos, todo el que
apuesta por el amor servicial y por la fraternidad, todo el que se
desgasta para dar sentido a la vida de los demás, confirma esa
expectativa y la hace real.
Marìa
Magdalena, Pedro, el otro discípulo, son como nosotros, o – mejor
- somos nosotros, con nuestras vacilaciones, también con nuestra
pasión por vivir la aventura en la que todo lo nuestro se llenará
de significado pascual.
El
sepulcro vacío es un fuerte simbolismo, propio de Juan, para afirmar
que Jesùs no està sometido a las limitaciones del ser humano, que
la suya es una vida existente en Dios, y que es su deseo que todos
nosotros tengamos abierta esa posibilidad, certeza que hace decir al
poeta, sacerdote y mìstico Ernesto Cardenal: 15
Un
despertar.
Como
cuando uno sueña que se està cayendo en un hoyo y se despierta
Al
momento de caer.
Condenados
a volver a la pre-vida?
(Chardin
pregunta) O a la sub-vida?
No,
Mejìa, no, Gutièrrez.
Lo
que hubo con el cuerpo de Jesùs.
Ese
evento en la historia:
Un
sepulcro vacío.
El
Hades ha sido vencido.
La
muerte ya no tiene sentido.
La
vida tiene sentido.
El
hierro de tu sangre volverá al corazón de la tierra.
Pero
detrás de eso espera la sorpresa.
No
un mundo como el del sueño, sino tan real
Que
realidad anterior y sueño parecerán igual. 16
1
Expresión atribuída a San Francisco de Asís, que designaba con
esa palabra hermano-a a las realidades humanas, como expresión de
su exquisita espiritualidad de comunión con todas las creaturas;
nacido en 1181, fallecido en 1.226.
2
Ramón Lucas Lucas. Horizonte vertical: sentido y significado de
la persona humana. BAC. Madrid, 2010; Juan de Sahagún Lucas.
Dios horizonte del hombre. BAC. Madrid, 1994; Juan Alfaro. De
la cuestión del hombre a la cuestión de Dios. Sígueme.
Salamanca, 1997
3
Louis Evely. La cosa empezó en Galilea. Sígueme. Salamanca,
1980.
4
Jürgen Moltmann. El Dios crucificado. Sígueme. Salamanca,
1987. José Ignacio González Faus. Otro mundo es posible…..desde
Jesús. Sal Terrae. Santander (España) 2014.
5
1 Corintios 15: 55
6
Paul de Surgy. Las grandes etapas del misterio de salvación.
Nova Terra. Barcelona, 1975.
7
Exodo 14: 30
8
Juan Martín Velasco. La experiencia cristiana de Dios.
Trotta. Madrid, 1995; Pablo R. Andiñach. El libro del Exodo.
Sígueme. Salamanca, 2006.
9
Juan 20: 8
10
José Luis Sicre, biblista español, jesuita (n. 1940), profesor en
la facultad de teología de Granada y en el Pontificio Instituto
Biblico de Roma ha escrito una densa y bella trilogía sobre los
relatos evangélicos y sobre la formación del cristianismo
primitivo, se títula El Cuadrante, en tres volúmenes I
La búsqueda introducción a los evangelios, II La apuesta el mundo
de Jesús, III El encuentro, el cuarto evangelio; publicados por
la editorial Verbo Divino en 1997. Se complementan con Memorias
de Andrónico (parte novelada de El Cuadrante), del mismo autor
y en la misma editorial, año 2000. Altamente recomendable para
conocer la experiencia pascual, la elaboración de los cuatro
relatos evangélicos, la vivencia de las primeras comunidades
cristianas.
11
Colosenses 3: 3-4
12
Hechos 10: 39-41
13
Juan 5: 14
14
Juan 3: 3
15
Poeta nicaragüense (1925-2020)
16
Ernesto Cardenal. La tumba vacía en Cántico cósmico
(1989), publicado en Ernesto Cardenal poesía reunida,
selección, prólogo y referencias de Jaime Quezada. Editorial
Andrés Bello. Santiago de Chile, 2002, página 469.
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