sábado, 17 de octubre de 2020

COMUNITAS MATUTINA 18 DE OCTUBRE 2020 DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A

 

Entonces les replicó: paguen al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”

(Mateo 22: 21)



Lecturas:

  1. Isaías 45: 1-6

  2. Salmo 95: 1-10

  3. 1 Tesalonicenses 1: 1-5

  4. Mateo 22: 15-21

Dios y la relación que la humanidad tiene con El no pueden utilizarse para justificar tal o cual determinación política, tal o cual ordenamiento jurídico de la sociedad, porque ningún poder humano es absoluto, estos tienen sentido cuando se orientan a la construcción del bien común y a la promoción de la dignidad de todos los integrantes de una sociedad, al respeto de sus derechos, sin establecer superioridad de unos sobre otros. La Buena Noticia de Jesús tiene implicaciones muy importantes en la perspectiva de la dignidad humana,1 de los derechos de todos los miembros de una comunidad y de la configuración de la misma ordenada a la justicia, a la igualdad, al reconocimiento de lo que a todos corresponde en ejercicio de esa condición, pero no se casa con ningún modelo político ni puede convertirse en soporte de tal o cual régimen. Esta realidad es indispensable para su independencia profética y para el anuncio del programa de Jesús.

Desde la óptica del reino de Dios y su justicia se pueden valorar los diversos sistemas sociopolíticos, se confronta igualmente el ejercicio del poder, se hace un análisis crítico sobre sus ejecutorias y se insta a quienes lo detentan para que todo su quehacer esté orientado a la construcción de comunidades incluyentes, solidarias, promotoras de la equidad, garantizando que los beneficios sociales cubran a todos en igualdad de condiciones. Por estas razones, el evangelio no se matricula en ninguna ideología o colectividad partidista, lo suyo es la constante afirmación de la dignidad del ser humano en nombre de la paternidad-maternidad de Dios. A estas consideraciones nos conduce la Palabra de este domingo.

El ser humano, que es imagen de Dios, sólo es para El y para el prójimo , no se pueden hipotecar su libertad y sus derechos a ningún sistema, a los poderes de este mundo. Si estos últimos están dotados de sabiduría y de juicio recto obrarán como servicio al ser humano, promoviendo su autonomía, creando las condiciones de posibilidad para el desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres. Lo contrario son las tiranías y las dictaduras, los totalitarismos, la política determinada por intereses mezquinos, de grupos sin sensibilidad social.

A este propósito se orienta la reciente encíclica del Papa Francisco – “Fratelli Tutti” – cuya lectura y estudio recomendamos ampliamente. En el texto el Papa expresa su preocupación por el modelo económico de mercado y consumo desaforado, por la instrumentalización del ser humano, por la indiferencia de muchos hombres y mujeres inmersos en la cultura de bienestar, insensibles ante las grandes carencias y vejaciones que sufren millones de habitantes del planeta, forzados a una migración en la que son víctimas de toda clase de humillaciones, mujeres y niños expuestos a la explotación sexual, polarizaciones ideológicas desconocedoras del bien común, simplemente dedicados al logro de sus intereses políticos, gobernantes egocéntricos que se solazan en burlarse de los grandes reclamos de la humanidad.

Todo ello enmarcado en una globalización abiertamente inequitativa y provocadora de las más grandes y escandalosas inequidades: “Abrirse al mundo es una expresión que hoy ha sido cooptada por la economía y las finanzas. Se refiere exclusivamente a la apertura a los intereses económicos para invertir sin trabas ni complicaciones en todos los países. Los conflictos locales y el desinterés por el bien común son instrumentalizados por la economía global para imponer un modelo cultural único. Esta cultura unifica al mundo pero divide a las personas y a las naciones. Porque la sociedad globalizada nos hace más cercanos pero no más hermanos. Estamos más solos que nunca en este mundo masificado que hace prevalecer los intereses individuales y debilita la dimensión comunitaria de la existencia. Hay más bien mercados, donde las personas cumplen roles de consumidores o de espectadores. El avance de este globalismo favorece más bien la identidad de los más fuertes que se protegen a sí mismos, pero procura licuar las identidades de las regiones más débiles y pobres, haciéndolas más vulnerables y dependientes. De este modo la política se vuelve cada vez más frágil frente a los poderes económicos transnacionales que aplican el divide y reinarás”. 2

En este contexto entendemos y asumimos la frase contundente de Jesús en el evangelio de hoy: “Paguen al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” .3 Así responde Jesús a un grupo de fariseos que, de modo capcioso, como era su estilo habitual, le interrogan sobre la licitud del pago de los impuestos: “Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra. Así que enviaron a sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza, y que no te importa de nadie, porque no miras la condición de las personas. Dinos, pues, qué te parece: es lícito pagar tributo al César o no? Mas Jesús, adivinando su malicia, dijo: hipócritas por qué me tientan?”. 4

Miremos cómo nos orienta la primera lectura en esta misma línea. Es del llamado “Segundo Isaías”, conocido como el profeta de la consolación. Elemento constante de su ministerio son sus palabras fuertes, que confrontan con mucha severidad a los israelitas, pero que al final son portadoras de ánimo, esperanza, deseo de vivir, certeza de la intervención salvadora y liberadora de Dios en su historia, denuncia de la injusticia de las naciones y promesa de recompensas para los más débiles del mundo.

Yahvé habla a Ciro, rey de Persia, que no conoce a Dios, para confiarle la misión de liberar a su pueblo de la opresión y de la injusticia. El no conocer a Dios no es impedimento para participar de su acción liberadora. Un no judío sirve de mediación adecuada para la actuación de Dios, afirmación totalmente inusitada en el contexto del Antiguo Testamento, como vislumbrando la universalidad de la voluntad salvadora de Yahvé, el ir más allá de las fronteras en búsqueda de todos los seres humanos: “El Señor consagró a Ciro como rey, lo tomó de la mano para que dominara las naciones y desarmara los reyes” ,5“Yo soy el Señor, no hay otro; fuera de mí no hay Dios. Yo te he preparado para la lucha sin que tú me conocieras, para que sepan todos de oriente a occidente, que fuera de mi no hay ningún otro. Yo soy el Señor, no hay otro” .6

Una afirmación monoteísta como la anterior no es la expresión de un Dios mezquino, celoso, egoísta, que no admite divinidades rivales. El Dios único es para que el ser humano sea único, libre de idolatrías y de esclavitudes, sólido en la conciencia y vivencia de su dignidad. La libertad que procede de Dios es la alternativa que emancipa a la humanidad de sometimientos y servidumbres. La lucha feroz de los profetas bíblicos en contra de las tentaciones idolátricas de Israel nace de su pasión por la dignidad del ser humano, para que esta no sea prostituída por los poderes del mundo.

En Pablo – 1 Carta a los Tesalonicenses, segunda lectura de hoy – la realidad que Isaías presenta como alianza es elección en comunidad: “Pablo, Silvano y Timoteo, saludan a la comunidad de los creyentes de la ciudad de Tesalónica, que están unidos a Dios el Padre y al Señor Jesucristo. Que Dios derrame su gracia y su paz sobre ustedes” .7

El evangelio de Mateo propuesto para este domingo es un texto sobre el que se han hecho interpretaciones sesgadas y distorsionadas. Su verdadero contexto es un ambiente social en el que se divinizaba y absolutizaba al emperador de Roma. El fragmento que se proclama hoy forma parte de una serie de controversias entre Jesús , los fariseos y otros grupos judíos, sobre asuntos como los impuestos debidos al César, la resurrección de los muertos, el mandamiento principal de la ley.

El telón de fondo es la profunda y consistente libertad de Jesús ante la ley romana y ante la institución religiosa del judaísmo. Bajo el tema del tributo, una realidad que sufrían también las primeras comunidades cristianas y también las judías, en el régimen tiránico del imperio romano, el pueblo vive ahora las consecuencias de una monarquía que exprime a los pobres para sostener su estructura. Los más pobres son los que padecen con mayor rigor esta política fiscal, porque la tasa impositiva recaía sobre los que trabajaban la tierra: el eterno drama de la injusticia de unos poderosos en contra de los débiles.

El emperador de Roma cargaba sobre sí el influjo del mundo religioso de Egipto y de Grecia. La relación de los romanos con estos dioses era parte de su cotidianidad, el emperador era para ellos un dios, Roma era una teocracia.

Para las comunidades cristianas que entendían y vivían a Dios como Padre-Abba, misericordioso y compasivo, solidario con la humanidad, incondicional en sus manifestaciones de amor, era inaceptable esa identificación del emperador con una divinidad y la consideraban definitivamente alienante. Por esto se enfrentan a la religión oficial y se afianzan en su vida comunitaria centrada en la persona de Jesús, y referida al Padre y a todos los hermanos.

Cuando Jesús dice taxativamente: “Pues den al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios” , 8estas comunidades dejan ver que no les convence en lo más mínimo la pretendida divinidad del emperador, porque para ellos el verdadero Dios se manifiesta en el amor, en la justicia, en la igualdad, en el servicio fraterno, en la práctica de la solidaridad.

En la actualidad no hay emperadores que se presenten como Dios, pero sí hay estructuras sociales, políticas, económicas, incluso religiosas, que están muy lejos de reflejar la comunión entre los hermanos y todas las implicaciones que se derivan de allí, sigue el afán de unos por dominar a otros, sigue el predominio de intereses egoístas, siguen ejercicios del poder que no se interesan por el bien común, siguen violencias y manipulaciones del hombre por el hombre.

Por eso, la frase de Jesús sigue teniendo vigencia y actualidad: el ser humano creado por Dios se debe a El mismo, fuente de la dignidad y de la autonomía, y no a estas entidades que no tienen su fundamento en la trascendencia de Dios y en la consecuente trascendencia de hombres y mujeres.

En el campo eclesial estamos llamados a trabajar todos por una iglesia más cercana a la propuesta de Jesús, más centrada en las personas, en las relaciones entre hermanos, en una evangélica comunión y participación, y menos pendiente de la estructura vertical, una iglesia en salida, como nos lo recuerda con tanta insistencia el Papa Francisco.

Dar a Dios lo que es de Dios” es que se escuche a Jesús, que se acoja su buena noticia, que se acepte el mensaje del reino, que se lleve una vida según las bienaventuranzas, que se adopte una actitud de conversión, que se ponga término al raquitismo espiritual y religioso, que no se sacrifique la dignidad del ser humano en aras de poderes opresores, que se reivindique a los humillados y ofendidos.

Como sabemos, a los herodianos y a los fariseos lo anterior los traía sin cuidado. De ahí la severidad de Jesús en sus expresiones hacia ellos, que bien podría haberles hecho preguntas como estas: Es lícito poner el sábado por encima del hombre? Es lícito llamar la atención de la gente para que les hagan reverencias? Es lícito pagar los diezmos y olvidar la justicia y la sinceridad?

La comunidad cristiana que dio origen a este evangelio sacó de aquí consecuencias muy prácticas, defiende la primacía de la humanidad sobre poderes y legislaciones, y a estos los confrontan para que se dediquen con responsabilidad y empeño a la construcción del bien común, sin pretensiones de absolutizarse; está en la raíz del humanismo cristiano y del pensamiento y la praxis social que este implica.



1 Loida Lucía Sardiñas Iglesias. Dignidad humana: concepto y fundamentación en clave teológica latinoamericana. Universidad de Santo Tomás USTA. Bogotá, 2019. Papa Pablo VI. Carta Apostólica Octogesima Adveniens. Este texto del Papa Montini, publicado en 1971, es un valioso análisis de las ideologías políticas y de sus correspondientes modelos prácticos desde la perspectiva de la dignidad humana y del bien común en la clave de la doctrina social de la Iglesia. Vale la pena retomarlo, es de total actualidad. Fue escrita para conmemorar el aniversario ochenta de la encíclica de León XIII “Rerum Novarum, con la que comienza formalmente el moderno pensamiento social católico.

2 Papa Francisco. Carta Encíclica Fratelli Tutti sobre la fraternidad y la amistad social. Tipografía Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2020; número 12.

3 Mateo 22: 21

4 Mateo 22: 15-18

5 Isaías 45: 1

6 Isaías 45: 6

7 1 Tesalonicenses 1: 1

8 Mateo 22: 21

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