domingo, 25 de marzo de 2012

Algo para pensar y orar en esta semana

Jesús dijo: “El que quiera servir, que me siga.” ¿Qué significa seguir a Jesús? Para seguir a alguien, debo conocerlo bien, admirarlo, y suponer que seré un compañero bienvenido. Puede que no estemos de acuerdo en todo; pero tendremos mucho en común. Pero la elección de “seguirlo” fue mía, y se presenta cada día. A veces recuerdo mi compromiso de seguirlo; otras veces se me olvida. Mi perro y yo tenemos algo en común: cuando salimos a dar un paseo, el se preocupa de muchas de sus cosas, y yo también de las mías. Puedo caminar kilómetros con ideas en mi cabeza; pero sin pensar en “seguir a Jesús.” Puedo alejarme del camino que Él me escogió. Luego hay momentos en que deseo seguirlo; pero no sé como hacerlo bien.
Si observo acciones injustas en la organización en que trabajo, me pregunto si no debo decir nada, pues puedo empeorar las cosas, o si debería tratar de cambiarlas? ¿O debo abandonar ese compromiso? En una relación que no funciona, debo quedarme y luchar por mis ideas, incluso cuando no se observa ninguna posibilidad de mejorarla? Hago mi propia oración: Señor, otórgame la serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar; valentía para cambiar lo que puedo, y sabiduría para conocer lo que corresponde.
Viviré a fondo cada día; disfrutaré cada momento; aceptaré cada sufrimiento como un camino hacia la paz. Acogiendo, tal como Él lo hizo, a este mundo pecador, tal como es en realidad, y no como yo desearía que fuera. Confiaré que Él hará todas las cosas bien, si yo me someto a Su Voluntad, y le pido ser razonablemente feliz en esta vida, y sumamente feliz, eternamente, junto a Él, en la próxima.
Amen.
(Reinhold Niebur, 1892-1971)

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