domingo, 16 de diciembre de 2012

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 16 DE DICIEMBRE III DE ADVIENTO



Lecturas
1.      Sofonías 3: 14-18
2.      Salmo Isaías 12: 2-6
3.      Filipenses 4: 4-7
4.      Lucas 3: 10-18

Qué es lo que trae alegría a nuestras vidas? Qué trae alegría a la sociedad?  En algunos ambientes el gozo se identifica con el desenfreno y las experiencias de alta intensidad, en la satisfacción inmediata de los sentidos, en los amoríos frenéticos, en el derroche, en la exaltación de lo artificial. Vivimos nosotros en esta perspectiva o tenemos la inteligencia espiritual que nos lleva a la alegría honda, la que proviene del Espíritu, la genuinamente humana, la que nos lleva a ser solidarios de los gozos y esperanzas de la humanidad?
Para alentar esto último el profeta Sofonías dice: “No tengas miedo, Sión; no desfallezcan tus manos! Yahvé tu Dios está en medio de ti, un poderoso salvador! Exulta de gozo por ti, te renueva con su amor; danza por ti con gritos de júbilo, como en los días de fiesta” (Sofonías 3: 16-18).  En este empeño que tenemos de hacer de nuestra espiritualidad una realidad encarnada en nuestra vida preguntémonos si Dios es el motivo sustancial de alegría, de plenitud, de celebración, y si todo el tejido de nuestra historia personal, familiar ,colectiva, está inscrito en esa perspectiva de esperanza que se origina en Aquel que ha optado decisiva y prioritariamente por nuestra felicidad.
Siempre la lógica del Evangelio va en contra de muchas mentalidades y prácticas, no por el prurito de contradecir, sino por destacar los valores auténticos que dan libertad y salvación al ser humano. Por eso no podemos estar de acuerdo con esa felicidad banal que sólo dura instantes efímeros, y nos orientamos a la construcción de plenitudes duraderas, las que se afianzan en Dios y en el cumplimiento de sus promesas de bienaventuranza para toda la humanidad.
Esta certeza nos permite unirnos a la exclamación de Isaías: “Este es Dios mi salvador: estoy seguro y sin miedo; Yahvé es mi fuerza y mi canción, él es mi salvación” (Isaías 12: 2).  Que esto nos inspire para que los días de Adviento que ahora siguen sean de espera feliz, como la ilusión de las madres embarazadas aguardando sus bebés, o la de aquellos que cultivan bellas ilusiones y hacen de sus vidas el ámbito de la esperanza que va más allá de los límites del tiempo. También es de esperar que las celebraciones de estos días, la novena de Navidad que empieza hoy, sean momentos de encuentro fraterno, familiar, de oración confiada y agradecida, de construcción de vínculos hondos animados por el mismo Dios, presente en el centro de nuestra historia. Y que con esto contraarrestemos los efectos nocivos de las fiestas desenfrenadas, intrascendentes, pasajeras.
Sigamos  también en la tónica de revisar nuestra vida, los logros y las plenitudes de 2012, sus límites y frustraciones, el dolor y la alegría, la enfermedad y la salud, con la intención de leer en esas historias el suceder liberador de Dios, siempre con la perspectiva de llevar existencias más cabales, generosas, solidarias, honestas, abnegadas, siguiendo el diseño de ser humano ideal que el Padre nos propone en su hijo Jesús.
Tomemos la insistencia de Pablo a los Filipenses: “Estén siempre alegres en el Señor; les repito: estén alegres” y “Y la paz de Dios, que supera toda inteligencia, custodiará sus mentes y sus corazones en Cristo Jesús” (Filipenses 4: 4 y 7). Desde COMUNITAS MATUTINA animémonos unos a otros para vivir en esta clave teologal, para superar el cristianismo de inercia sociocultural y ritual dando el paso cualitativo a la experiencia de Dios encarnado en nuestra condición humana, amando, creando, salvando, consolando, liberando, redimiendo, reivindicando, perdonando.
Seamos solidarios con los dolores de la humanidad. Hoy estamos particularmente afligidos con la masacre de veinte niños y siete adultos en una escuela del estado de Connecticut en los Estados Unidos. Nos unimos a esa comunidad, a sus familias, para sentir con ellos su dolor, para vivir el sentido cristiano de la cercanía y de la compasión. Igualmente miremos a toda la humanidad, a sus muchos lugares donde predominan la exclusión, la violencia, la muerte, y sintamos que el Espíritu nos mueve a integrar en nuestros proyectos de vida – como algo normativo del seguimiento de Jesús! – el servicio, la donación de nuestro ser y nuestro tener, la infatigable pasión por la dignidad de cada ser humano.
De conclusión para hoy, y de modo no menos importante, Juan Bautista hace recomendaciones fundamentales para recibir al Señor cabalmente: “El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo” (Lucas 3: 11). A buen entendedor pocas palabras!!!
 La solidaridad no es una actuación ocasional para dar nuestros sobrantes, es un talante que debe permear la totalidad de nuestros relatos vitales, llevándonos a un trabajo permanente en este sentido. Influyendo, si está en nuestras manos, para que la organización de la sociedad sea equitativa y promotora del ser humano; participando en grupos de servicio, de defensa de los derechos humanos, de educación, de atención población vulnerable, de organización para el emprendimiento de estas comunidades. Este es uno de los signos más elocuentes de que el humanismo cristiano encuentra arraigo en nuestras prioridades, intenciones, actuaciones.
Y que en todo esto sigamos el testimonio del Bautista: “Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba a la gente la Buena Nueva” (Lucas 3: 18). En su momento, el movimiento que este profeta suscitó en las gentes de Israel fue auténtica esperanza, porque volvió por los fueros de la relación limpia con Dios, de la genuina conversión del corazón a El, de la religión sincera.
Hace poco leímos que un laico uruguayo, secretario del Consejo Pontificio para los Laicos, organismo de la Santa Sede, hablaba del cristianismo en América Latina como algo “gris y anodino”. Será cierta esta afirmación? Es muy fuerte , supuesto, en un continente en el que la mayoría de sus habitantes profesan esta fe. Sin ponernos ahora con debates interminables, dejemos que las palabras de Guzmán Carriquirry, que así se llama este buen cristiano, nos interroguen si nuestra manera de vivir es , como la de Juan el Bautista, un anuncio gozoso, seductor, apasionante, de la Buena Noticia de Jesús.
Recordemos , especialmente los mayores, un libro de los años setenta llamado “El Dios en quien no creo”, escrito por el periodista y sacerdote español Juan Arias. En su trabajo, invita a despojarnos de las falsas imágenes de Dios, con sus correspondientes prácticas distorsionadas. Es el dios que no genera buena nueva, es el dictador, el intransigente, el vengativo, el castigador, el que sólo impone normas y doctrinas. En cambio, el Dios que se nos revela en Jesús sí es BUENA NOTICIA porque es un Dios implicado, cercano, solidario, enamorado de nosotros, de nuestra felicidad, es el que siempre viene para nuestra plenitud!!
Hoy acompañamos este mensaje con el reciente texto de Benedicto XVI-Joseph Ratzinger sobre la infancia de Jesús.
Antonio José Sarmiento Nova,S.J.
Alejandro Romero Sarmiento

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