domingo, 23 de diciembre de 2012

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 23 DE DICIEMBRE IV DE ADVIENTO



Lecturas
1.      Miqueas 5: 1-4
2.      Salmo 79: 2-3 y 15-19
3.      Hebreos  10: 5-10
4.      Lucas 1: 39-45
El profeta Miqueas anuncia al Mesìas con los rasgos que tendrá Jesùs. En contraste con la expectativa de un Mesìas guerrero y triunfador, este profeta lo presenta como procedente del pequeño resto: fiel, humilde, pacìfico, que nacerà en la aldea marginal de Belèn. La salvación de Dios viene por el lado de la humildad, de la pequeñez, no del esplendor del poder humano. El poder de Dios no es del estilo de los señores del mundo, es discreto, totalmente amoroso, no tiene pretensiones de arrogancia.
Asì, podemos entender el anuncio que dice: “En cuanto a tì, Belèn Efrata, que no destacas entre los clanes de Judà, sacarè de tì al que ha de ser soberano de Israel” (Miqueas 5: 1). La lógica dominante concede a los poderosos y a los famosos toda la importancia, menospreciando lo pequeño y marginal. Por eso, tiene tan hondo sentido teológico, en la perspectiva de la genuina salvación que procede de Dios, el que sea Belèn, pueblecillo mínimo y desconocido, el lugar del nacimiento del Mesìas: frágil, sin el estrèpito de los grandes poderes, el Dios que se abaja para entrar en nuestra condición humana.
Es , asì mismo, un Mesìas que trae consigo paz y libertad, dones que expresan la incondicionalidad del amor de Dios, pensando siempre en lo que hacer de su pueblo una comunidad màs humana, màs portadora de dignidad. Las dàdivas de los importantes son beneficios materiales para el grupo de sus selectos, esto en todos los tiempos de la historia, también extendiéndoles su poder y haciendo que se sientan “alguien” por estar en la corte de los favoritos. Como contrapartida, las dàdivas de Dios son generadoras de mayor y màs trascendente significado humano y teologal, decisivamente implicadas en hacer vida, esperanza, amor, equidad, justicia, armonía.
La liberalidad de los reyes de este mundo es efìmera, la de Dios permanece! Què mensaje nos trae? Vivimos preocupados por pertenecer a los círculos influyentes, por adquirir dinero y comodidades, y pensamos que si no es asì nuestra vida se frustra? Què papel tiene en nosotros lo mínimo, lo frágil, lo que no es socialmente relevante? Buenas cuestiones para inspirar nuestra oración en estos días finales del Adviento.
Luego, el texto de la carta a los Hebreos, siguiendo su contenido dominante de presentar a Jesucristo como el mediador de la nueva alianza, superando la precariedad de la religión del antiguo testamento, fundamentada en el cumplimiento de la ley y en la ofrenda de sacrificios rituales, nos propone algo que es totalmente revolucionario y que vale la pena digerir con detenimiento para recibir la sorpresa salvadora de su significado: “Por eso, al entrar en este mundo dice Cristo: no has querido sacrificio ni ofrenda pero me has formado un cuerpo; no has aceptado holocaustos ni sacrificios por el pecado. Entonces yo dije: aquí vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad”  (Hebreos 10: 5-7).
El texto pone en contraposición la vieja lógica religiosa, la del antiguo testamento, y la disposición absoluta de Jesùs para vivir según la voluntad del Padre, indicando asì el nuevo modelo de relación con Dios  y de ganancia de la salvación-liberaciòn que El nos ofrece.
 A este propósito, vale la pena recordar que la voluntad de Dios es todo aquello que nos hace felices, plenos, realizados, cargados de sentido, trascendentes, y de todo  esto es Jesùs el que trae las primicias para toda la humanidad. Con esto queda eliminado el estereotipo de la religiosidad simplemente ritual, exterior, formal, cumplidora de preceptos, y se da el paso novedoso a la vida que se ajusta con el proyecto de Dios y encuentra asì la plenitud de su significado.
Este es uno de los asuntos que con mayor frecuencia proponemos en COMUNITAS MATUTINA, si nuestro cristianismo es una inercia resultado de vivir en un ambiente sociocultural de tipo católico, heredero de tradiciones y creencias no procesadas crìticamente, o si estamos en el plan apasionante, de dejarnos interrogar por Dios , por la vida, para romper con esas herencias, dejando que el Espìritu nos lleve por los caminos de Jesùs: “Por haber cumplido la voluntad de Dios, y gracias a la ofrenda que Jesucristo ha hecho de su cuerpo una vez para siempre, nosotros hemos quedado consagrados a Dios “ (Hebreos 10:10).
Es la ofrenda de la propia vida la que se carga de sentido salvador y liberador, el que nos trae Jesùs. Esto fue lo que determinò la vida de Monseñor Romero, del Padre Arrupe, de Teresa de Calcuta, de tantos hombres y mujeres que se han tomado en serio esto de caminar hacia Dios siguiendo a Jesùs de Nazareth. Aquì suceden la vida, el amor, el sentido pleno.
El hermoso y fecundo encuentro que nos trae el relato de Lucas,  de Marìa y su prima Isabel, es una evidencia de còmo Dios acontece en la lógica que venimos proponiendo en estas líneas: “Dichosa tù que has creìdo, porque lo que te ha dicho el Señor, se cumplirá” (Lucas 1: 45), dice Isabel saludando  a su visitante. De la mano de Nuestra Señora podemos vivir estos días finales del Adviento, preparándonos con ella al misterio felicísimo del nacimiento de su hijo.
De Marìa afirmamos en la tradición cristiana que ella es el prototipo del creyente, plenamente confiada en Dios, y dispuesta sin reservas a cumplir su voluntad. Este es el valor fundamental de la madre de Jesùs, ella por esta disponibilidad incondicional se convierte en el medio humano que hace posible la encarnaciòn de Dios, la presencia de su Hijo en nuestra condición real, histórica, frágil, haciéndose en todo como nosotros, menos en el pecado.
Ella pertenecía al grupo de los “anawim”, expresión hebrea que significa el resto pequeño de Israel que aguardaba al Mesìas prometido. Una mujer totalmente de Dios y para Dios, como tantas mujeres bellas que conocemos, cuya donación y generosidad es autèntico relato del amor del Padre. Madres, hermanas, novias, esposas, amigas, que con su discreta feminidad nos hablan de abnegación, de solidaridad, de delicadeza interior. Verdaderos vasos, como Marìa, portadores del amor de Dios!
Marìa nos trae a Jesùs, nos lleva a Jesùs! Ella, la gran creyente, es el lenguaje de la encarnaciòn: Dios està entre nosotros, es de nosotros, siente como nosotros y en Jesùs llena nuestra vida de esperanza!
Antonio Josè Sarmiento Nova,S.J.
Alejandro Romero Sarmiento

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