Lecturas
1. Miqueas 5: 1-4
2. Salmo 79: 2-3 y 15-19
3. Hebreos 10: 5-10
4. Lucas 1: 39-45
El profeta Miqueas anuncia al Mesìas
con los rasgos que tendrá Jesùs. En contraste con la expectativa de un Mesìas
guerrero y triunfador, este profeta lo presenta como procedente del pequeño
resto: fiel, humilde, pacìfico, que nacerà en la aldea marginal de Belèn. La
salvación de Dios viene por el lado de la humildad, de la pequeñez, no del
esplendor del poder humano. El poder de Dios no es del estilo de los señores
del mundo, es discreto, totalmente amoroso, no tiene pretensiones de
arrogancia.
Asì, podemos entender el anuncio que
dice: “En cuanto a tì, Belèn Efrata, que no destacas entre los clanes de
Judà, sacarè de tì al que ha de ser soberano de Israel” (Miqueas 5: 1).
La lógica dominante concede a los poderosos y a los famosos toda la
importancia, menospreciando lo pequeño y marginal. Por eso, tiene tan hondo
sentido teológico, en la perspectiva de la genuina salvación que procede de
Dios, el que sea Belèn, pueblecillo mínimo y desconocido, el lugar del
nacimiento del Mesìas: frágil, sin el estrèpito de los grandes poderes, el Dios
que se abaja para entrar en nuestra condición humana.
Es , asì mismo, un Mesìas que trae
consigo paz y libertad, dones que expresan la incondicionalidad del amor de
Dios, pensando siempre en lo que hacer de su pueblo una comunidad màs humana,
màs portadora de dignidad. Las dàdivas de los importantes son beneficios
materiales para el grupo de sus selectos, esto en todos los tiempos de la
historia, también extendiéndoles su poder y haciendo que se sientan “alguien”
por estar en la corte de los favoritos. Como contrapartida, las dàdivas de Dios
son generadoras de mayor y màs trascendente significado humano y teologal,
decisivamente implicadas en hacer vida, esperanza, amor, equidad, justicia,
armonía.
La liberalidad de los reyes de este
mundo es efìmera, la de Dios permanece! Què mensaje nos trae? Vivimos
preocupados por pertenecer a los círculos influyentes, por adquirir dinero y
comodidades, y pensamos que si no es asì nuestra vida se frustra? Què papel
tiene en nosotros lo mínimo, lo frágil, lo que no es socialmente relevante?
Buenas cuestiones para inspirar nuestra oración en estos días finales del
Adviento.
Luego, el texto de la carta a los
Hebreos, siguiendo su contenido dominante de presentar a Jesucristo como el
mediador de la nueva alianza, superando la precariedad de la religión del
antiguo testamento, fundamentada en el cumplimiento de la ley y en la ofrenda
de sacrificios rituales, nos propone algo que es totalmente revolucionario y
que vale la pena digerir con detenimiento para recibir la sorpresa salvadora de
su significado: “Por eso, al entrar en este mundo dice Cristo: no has querido
sacrificio ni ofrenda pero me has formado un cuerpo; no has aceptado
holocaustos ni sacrificios por el pecado. Entonces yo dije: aquí vengo, oh
Dios, para hacer tu voluntad” (Hebreos
10: 5-7).
El texto pone en contraposición la
vieja lógica religiosa, la del antiguo testamento, y la disposición absoluta de
Jesùs para vivir según la voluntad del Padre, indicando asì el nuevo modelo de
relación con Dios y de ganancia de la
salvación-liberaciòn que El nos ofrece.
A este propósito, vale la pena recordar que la
voluntad de Dios es todo aquello que nos hace felices, plenos, realizados,
cargados de sentido, trascendentes, y de todo
esto es Jesùs el que trae las primicias para toda la humanidad. Con esto
queda eliminado el estereotipo de la religiosidad simplemente ritual, exterior,
formal, cumplidora de preceptos, y se da el paso novedoso a la vida que se
ajusta con el proyecto de Dios y encuentra asì la plenitud de su significado.
Este es uno de los asuntos que con
mayor frecuencia proponemos en COMUNITAS
MATUTINA, si nuestro cristianismo es una inercia resultado de vivir en un
ambiente sociocultural de tipo católico, heredero de tradiciones y creencias no
procesadas crìticamente, o si estamos en el plan apasionante, de dejarnos
interrogar por Dios , por la vida, para romper con esas herencias, dejando que
el Espìritu nos lleve por los caminos de Jesùs: “Por haber cumplido la voluntad
de Dios, y gracias a la ofrenda que Jesucristo ha hecho de su cuerpo una vez
para siempre, nosotros hemos quedado consagrados a Dios “ (Hebreos
10:10).
Es la ofrenda de la propia vida la
que se carga de sentido salvador y liberador, el que nos trae Jesùs. Esto fue
lo que determinò la vida de Monseñor Romero, del Padre Arrupe, de Teresa de
Calcuta, de tantos hombres y mujeres que se han tomado en serio esto de caminar
hacia Dios siguiendo a Jesùs de Nazareth. Aquì suceden la vida, el amor, el
sentido pleno.
El hermoso y fecundo encuentro que
nos trae el relato de Lucas, de Marìa y
su prima Isabel, es una evidencia de còmo Dios acontece en la lógica que
venimos proponiendo en estas líneas: “Dichosa tù que has creìdo, porque lo que te
ha dicho el Señor, se cumplirá” (Lucas 1: 45), dice Isabel
saludando a su visitante. De la mano de
Nuestra Señora podemos vivir estos días finales del Adviento, preparándonos con
ella al misterio felicísimo del nacimiento de su hijo.
De Marìa afirmamos en la tradición
cristiana que ella es el prototipo del creyente, plenamente confiada en Dios, y
dispuesta sin reservas a cumplir su voluntad. Este es el valor fundamental de
la madre de Jesùs, ella por esta disponibilidad incondicional se convierte en
el medio humano que hace posible la encarnaciòn de Dios, la presencia de su
Hijo en nuestra condición real, histórica, frágil, haciéndose en todo como nosotros,
menos en el pecado.
Ella pertenecía al grupo de los
“anawim”, expresión hebrea que significa el resto pequeño de Israel que
aguardaba al Mesìas prometido. Una mujer totalmente de Dios y para Dios, como
tantas mujeres bellas que conocemos, cuya donación y generosidad es autèntico
relato del amor del Padre. Madres, hermanas, novias, esposas, amigas, que con
su discreta feminidad nos hablan de abnegación, de solidaridad, de delicadeza
interior. Verdaderos vasos, como Marìa, portadores del amor de Dios!
Marìa nos trae a Jesùs, nos lleva a
Jesùs! Ella, la gran creyente, es el lenguaje de la encarnaciòn: Dios està
entre nosotros, es de nosotros, siente como nosotros y en Jesùs llena nuestra
vida de esperanza!
Antonio Josè Sarmiento Nova,S.J.
Alejandro Romero Sarmiento
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