Lecturas
1.
Exodo
3: 1-8 y 13-15
2.
Salmo
102 : 1-4; 6-8 y 11
3.
1
Corintios 10: 1-6 y 10-12
4.
Lucas
13: 1-9
Empecemos esta reflexión de hoy considerando cómo a menudo se
empobrece el mensaje cristiano reduciéndolo a cumplimientos y ritos formales, a
imaginarios que tienen que ver con un Dios intransigente y vengativo, a culpas
enfermizas y a sus correspondientes culpabilidades y temores y, en general, a
un estilo religioso poco esperanzador y más bien apto para el alejamiento o
para la búsqueda de otras alternativas de sentido.
Esto se debe a una deficiente interpretación de los textos
bíblicos, y al moralismo y dogmatismo en que se forman muchos sacerdotes y
pastores, que son los principales responsables de educar a la comunidad de los
creyentes. De aquí se deriva el imperativo de volver por los fueros genuinos de
la revelación, por un conocimiento juicioso de la Palabra, por un estudio cabal
de sus textos, contextos y pre-textos.
Dos maestros colombianos de teología y de estudio de la
Biblia han sido pioneros de esta genuina manera de comunicar la fe: los
sacerdotes jesuitas Carlos Bravo Lazcano (1916-1993), quien durante más de
cuarenta años de estudio y docencia rigurosos formó a muchos y muchas en la facultad
de teología de la Universidad Javeriana, junto con innumerables cursos para
preparación de ministros y catequistas; y Gustavo Baena Bustamante (1930),
felizmente entre nosotros, quien a comienzos de 2012 dio a la luz su libro “Fenomenología
de la Revelación: teología de la biblia y hermenéutica” (Editorial
Verbo Divino, 2011. Estella ,Navarra España). El padre Baena plasma en este
trabajo su esfuerzo de toda la vida, en varios seminarios de Colombia y también
en la referida facultad de teología, lo mismo que en innumerables cursos y
retiros en diversos ámbitos de la iglesia colombiana.
Estos dos estudiosos han querido propiciar el auténtico
encuentro con la revelación, valiéndose del conocimiento directo de las lenguas
bíblicas, de la explicitación de los contextos sociales, culturales,
religiosos, políticos, en el que surgió la Biblia, y en la captación del
sentido original de la misma, justamente para favorecer un saludable
crecimiento en la fe, la superación de
algunos paradigmas desacertados en cuanto al hecho cristiano, y la madurez en
el crecimiento de quienes nos interesamos por vivir con sinceridad el proyecto
de Jesús.
Estas consideraciones iniciales no son para presumir de
erudición teológica sino para ayudar a crear conciencia con respecto a eso que
llamamos voluntad de Dios, a su intervención salvadora y liberadora en la
historia humana, y a su plena manifestación en el Señor Jesucristo. La riqueza
de los textos bíblicos, debidamente estudiados y apropiados, es la mejor ayuda
para una existencia cristiana sana, humana, espiritual, rica y comprometida con
el hondo crecimiento de nuestra humanidad en Jesús.
Que la consideración y oración de los textos de este domingo
nos ayuden a este propósito.
El EXODO es todo él un texto de libertad y de esperanza en la
acción de Dios que interviene en la historia de los hebreos: “He
visto la aflicción de mi pueblo en Egipto; he escuchado el clamor ante sus
opresores y conozco sus sufrimientos. He bajado para librarlo de la mano de los
egipcios y para subirlo de esta tierra a una tierra buena y espaciosa; a una
tierra que mana leche y miel” (Exodo 3: 7-8). Estas son las palabras con las que Yahvé
confía a Moisés la misión de guiar el pueblo israelita hacia la tierra
prometida: “Así que ponte en camino: yo te envío al faraón para que saques a mi
pueblo, los israelitas, de Egipto” (Exodo 3: 10).
Dios revela su identidad a Moisés en el espacio de la zarza
ardiente – el espacio sagrado en el que el llamado se descalza, se despoja de
todo condicionamiento para hacerse dócil al querer de Yahvé - diciéndole: “Yo soy el Dios de tu padre, el
Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob” (Exodo 3: 6).
Esta revelación de la identidad divina no es un artificio puesto al azar por el
redactor bíblico, es una explicitación del ser mismo de Dios a Moisés, con lo
que este queda implicado en la tarea liberadora, como se puede apreciar en la
totalidad del libro del Exodo.
Sobre esto caben varias preguntas para ayudar a nuestra
oración:
-
Estamos
abiertos al verdadero ser de Dios?
-
Tenemos
docilidad a El para merecer que El mismo se nos revele?
-
Esta
conciencia va acompañada de una captación de que estamos llamados a una misión
de libertad, de dignidad, de solidaridad?
-
O
más bien nos quedamos en el Dios formal, y en el cumplimiento religioso
adquirido por vía de inercia sociocultural?
No se nos olvide que el Dios que se revela en la historia
bíblica es un Dios personal, capaz de interactuar directamente con
nosotros, de insertarse en nuestra
historia y en nuestra realidad existencial, y de empeñarse en un proyecto para
hacer de nosotros una humanidad libre, promovida, digna, llena de sentido
trascendente en El. Y esto llega a su plenitud de significado en Jesús.
Con respecto al relato evangélico de Lucas 13: 1-9, es bien
conocido de nosotros la terquedad de los judíos para reconocerlo como enviado
de Dios, como profeta, y el afianzamiento fundamentalista en sus posturas
legalistas y ritualistas, sin
preocuparse de la conversión del corazón y del acceso a una nueva vida
en el Espíritu. Es un texto duro y exigente: “Les digo que no, y si Ustedes no
se convierten, todos perecerán del mismo modo” (Lucas 13: 5), dice
Jesús a un grupo de judíos, aludiendo a la tragedia de un grupo de sus
contemporáneos que fueron castigados por sus muchos y graves pecados.
Es esto un refuerzo de la mentalidad que nos lleva a entender
a Dios como un ser justiciero y vengativo? O es más bien un poner de presente
que el egoísmo, el empecatamiento, el permanecer en la injusticia y en el
desamor, tiene esta lamentable consecuencia?. Porque el pecado es ir contra
nosotros mismos, afectar destructivamente nuestra plenitud y realización, hasta
la muerte misma. En este contexto, prescindir de Dios equivale a prescindir del
mejor y más auténtico camino de humanización y de felicidad.
Somos viña higuera estéril o tierra fecunda para la acción de
Dios? Que nos dicen estas palabras del Señor?: “Ya hace tres años que vengo a
buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro. Córtala” (Lucas 13: 7)
, y a pesar del desencanto por la aridez recibimos una nueva oportunidad: “Déjala
por este año todavía. Mientras tanto, cavaré a su alrededor y echaré abono, por
si da fruto en adelante” (Lucas 13: 8).
Como es propio del estilo cuaresmal, este texto nos confronta
en lo más hondo de nuestra conciencia. Si estamos definitivamente seducidos por
el vano honor del mundo, por la búsqueda afanosa de dinero y de éxito, por los
encantos idolátricos del poder y por la consiguiente cerrazón al trabajo
liberador de Dios. O si por, el contrario, con humildad (recordemos que esta
palabra viene de humus, expresión latina que significa tierra. Ser humilde es
abajarse al nivel de la tierra) acatamos la alternativa que se nos facilita
para emprender una nueva manera de ser y de vivir fundamentada en el Dios que
nos hace libres del universo de nuestros afectos desordenados.
El texto de 1 Corintios, igualmente severo y estremecedor
como el anterior, refuerza esta idea, con el fin pedagógico de hacernos tierra
abonada para Dios. Los israelitas fueron beneficiarios de la liberación que
dispuso Yahvé para ellos: “No quiero que ignoren, hermanos, que
nuestros antepasados estuvieron todos bajo la nube y que todos atravesaron el
mar, de modo que todos quedaron vinculados a Moisés al ser bautizados en la
nube y en el mar” (1 Corintios 10: 1-2), sin embargo y , a pesar de ser
asumidos por esta gracia “la mayoría de ellos no fue del agrado de
Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto” (1 Corintios
10: 5).
Cómo entender aquí asuntos tan graves como el carrusel de las
pensiones, tan inequitativo y deshonesto, o el Agro Ingreso Seguro, o los
falsos positivos, el desfalco de Interbolsa, el festival de la parapolítica, o la ignominiosa pobreza que afecta a tantos
hermanos nuestros, ante la indiferencia de un sistema económico que sigue
fomentando la alta concentración de capitales y las mínimas oportunidades para
la mayoría?
Cómo entender aquí nuestra tibieza, nuestra aparente
tranquilidad de conciencia, nuestro escaso vigor espiritual y humano? Pensemos
que esta cuaresma tiene que ser decisiva en nuestras vidas, que la mejor
expectativa que podemos cultivar es la de una radical resignificación de todo
lo que somos y hacemos, y que la clave de este apasionante proyecto es el mismo
Dios , que está empeñadísimo en hacer de nosotros un pueblo de libertad, de
justicia, de espíritu, de trascendencia.
En nuestra oración de este domingo los invitamos a orar en
gratitud a Dios por la vida de la señora Jael Flórez de Ocampo, llamada ayer por
el Señor a su plenitud, madre de nuestros amigos Esteban y Mauricio Ocampo
Flórez. Los saludamos con afecto y convicción de esperanza en el Dios de la
vida.
También oremos por la salud y restablecimiento de los padres
Jaime Bernal y Jaime Vélez Correa, jesuitas, y Mauro Serrano Díaz, de la
arquidiócesis de Bogotá.
Y que lo que pasa en Roma, en el trance de la elección del
nuevo papa, sea lo más evangélico, lo más dispuesto para escuchar los clamores
de la humanidad. Que el próximo sucesor de Pedro sea un hombre de Dios,
dialogante, prójimo, cercano, encarnado.
Recordemos:
wwwespaciosagrado.com
Antonio José Sarmiento Nova,SJ
Alejandro Romero Sarmiento
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