domingo, 1 de diciembre de 2013

COMUNITAS MATUTINA 1 DE DICIEMBRE DOMINGO I DE ADVIENTO



Lecturas
1.      Isaías 2: 1-5
2.      Salmo 121: 1-9
3.      Romanos 13: 11-14
4.      Mateo 24: 37-44
Adviento es tiempo de esperanza  porque las promesas de Dios se vislumbran en el horizonte.  Pero debemos hacer un esfuerzo para  re-significar estos contenidos, porque son muchos los discursos y prácticas religiosas cristianas bastante triviales, fundamentalistas y desconectados del universo real de los seres humanos, de los escenarios cotidianos donde se viven simultáneamente los fracasos-sufrimientos y las búsquedas de sentido.
A qué nos referimos  ? Sucede que cierto tipo de interpretación cristiana se despoja de su intensidad histórico-liberadora y pone el acento solamente  en el más allá, en eso que llamamos la “otra vida”, sin implicaciones en la experiencia histórica en la que los seres humanos construyen sus proyectos de vida, experimentan la felicidad y el dolor, viven sus contradicciones y también sus plenitudes.
No es del caso entrar en explicaciones de fondo para estudiar las causas de estas visiones incompletas de nuestra fe, pero sí expresar la preocupación que esto genera, con la consiguiente búsqueda teológica y pastoral de hacer una afirmación integral de los elementos que conforman la Buena Noticia de Jesús: la plenitud de todos los seres humanos en Dios cuando pasemos la frontera hacia El, pero al mismo tiempo una anticipación comprometida, eficaz, gozosa, de la dimensión histórico-existencial de este mensaje, con su consiguiente influjo en una vida  proactiva, capaz de dotar de significado trascendente todo el quehacer constructivo y creador de los seres humanos, también para que quienes nos involucramos en esta visión creyente hagamos una opción  preferente, real y eficaz, por aquellos hermanos nuestros a quienes no les llegan las mejores razones para vivir con significado y dignidad.
Y ahora vayamos a  lo que nos propone Isaías para este Adviento.  Su ministerio, el más importante en la actividad profética del Antiguo Testamento, se realiza en un período de angustia, por varias razones. La primera es que el pueblo reducido de Judá está acosado por las presiones de dos países poderosos, Asur y Egipto, deseosos de devorar a esta pequeña comunidad. La segunda, porque la religiosidad de estos creyentes  es apenas ritual, formal, con poca pasión por Dios y por su proyecto.
Consciente de estas limitaciones, el profeta se presenta como un testigo de la esperanza:”En tiempos futuros, el cerro de la Casa de Yavé será el más alto de los cerros y se elevará por encima de las lomas” (Isaías 2: 2).  No ignora la crisis ni el vacío de sentido que viven sus contemporáneos, pero hace evidente que su misión procede de un Dios totalmente comprometido con la plenitud de su gente: “Gobernará a las naciones  y administrará justicia a muchos pueblos. Harán arados de sus espadas y sacarán hoces de sus lanzas. Una nación no levantará la espada contra la otra…” (Isaías 2: 4), y por eso invita: “Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz de Yavé” (Isaías 2: 5).
Esto compromete a la comunidad de fe a cambiar su culto inerte,estereotipado, frío, por un tipo de vida coherente, que signifique con el propio relato vital la certeza de que Dios es el aval de su historia, y que esto se significa en la paz, en el respeto mutuo, en la armonía, nuevo orden de sentido que expresa cómo Yavé sí es el fundamento de esta realidad llamada a una transformación radical.
Cómo discurre esto en Colombia y en el mundo? Sabemos de los inmensos problemas en  que viven millones de seres humanos y  siempre somos insistentes para explicitarlos, porque en ellos se advierte el clamor de un Dios y de una humanidad heridos por tanta indignidad.
 Desde los análisis académicos rigurosos hasta la misma experiencia de contacto con estas condiciones dramáticas y dolorosas, podemos dar fe de que en este mundo, en esta vida, a muchísimos hombres y mujeres se les niega la posibilidad de vivir dignamente; decisiones políticas y económicas que privilegian los grandes capitales en contra de los requerimientos de las mayorías; desastres naturales que afectan a los más pobres porque las condiciones de su infraestructura no están preparadas para hacer frente a la fuerza desbordada de la naturaleza; sociedades de bienestar sofocadas en el consumo y en la vida placentera, desconocedoras de estos abrumadores y permanentes acontecimientos.
Cómo ser faros de esperanza ante tanto desencanto? En la semana que termina se ha hecho pública  la exhortación apostólica EVANGELII GAUDIUM (La alegría del Evangelio) que el Papa Francisco dirige a toda la comunidad cristiana y también a los hombres y mujeres de buena voluntad. En ella, nuestro pastor mayor nos invita a un compromiso efectivo y afectivo con el anuncio de la Buena Noticia: “El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no  se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien” (Evangellii Gaudium, No. 2)
Severa voz de alerta la que nos dirige  Francisco para conmover nuestra sensibilidad adormecida, justamente en ese contexto de descalzar la Iglesia, de bajarla – comprometida y encarnada – a las calles donde se desenvuelven los humanos en afanosa búsqueda de sentido y reconocimiento, de despojarla de su parafernalia a menudo incomprensible, de cambiar el lenguaje jurídico y conceptual por el de la Palabra solidaria, misericordiosa, poseída de la vitalidad teologal que hace nuevo al hombre-mujer y a todo su quehacer.
Con el lenguaje de “lo que está en lo alto”, de la “luz”, los textos bíblicos nos están invitando a detectar el pre-texto de Dios, su pasión desmedida por el ser humano y su felicidad, su deseo de hacer de esta historia un ámbito en el que la trascendencia del amor y de la libertad determinen todo el ser y la práctica de la condición humana : “Levanto mis ojos a los montes, de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra” (Salmo 121: 1-2).
Este Dios , revelado plenamente en el Señor Jesús,  nos provee de vitalidad liberadora, de salud integral, de ánimo para cambiar el curso de una historia guiada por criterios desordenados y para replantearla con señales visibles, reales, nítidas, de justicia y acogida para todos los habitantes de este universo.
Por eso se impone un estudio atento y una consideración orante de todo el texto de Francisco, Obispo de Roma, y pastor de la iglesia universal. Es un documento para llevar a la vida, profundamente esperanzador pero también desafiante en la invitación a lo que él llama “una impostergable renovación eclesial”, en “una conversión del papado”, en “una pastoral en clave misionera”, en “la misión que se encarna en los límites humanos”, y en su contundente negativa a “una economía de la exclusión”, en el “no a la nueva idolatría del dinero”, en el rechazo al “dinero que gobierna en lugar de servir” y a “la inequidad que genera violencia”. Con estas intenciones, COMUNITAS MATUTINA envía a todos el texto del Papa.
Cuando Pablo nos advierte: “Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de despertar. Nuestra salvación está ahora más cerca  que cuando comenzamos a tener fe: la noche avanza,está cerca el día” (Romanos 13: 11-12), nos está proponiendo interpretar estos signos de los tiempos, discernir estas realidades en clave teologal, y derivar de ahí novedades sustanciales para nuestro modo de vivir. A eso, en lenguaje de cristianos raizales, le llamamos conversión, cambio de mentalidad, reorientación de nuestras motivaciones y prioridades: “ Dejemos entonces las obras propias de la oscuridad y tomemos las armas de la luz” (Romanos 13: 12).
Para nosotros esa luminosidad de Dios es el mismo Señor Jesús: “Más bien, revístanse de Cristo Jesús, el Señor” (Romanos 13: 14). Con estos elementos, se trata de hacer un examen de conciencia juicioso, personal y comunitario, para detectar dónde residen nuestros afectos desordenados y cuáles sus consecuencias: afanes de superioridad, lejanía de los pobres, consumismo, derroche, vanidad religioso-moral, culto al poder, intrigas y maquiavelismo, religiosidad ritual, enfriamiento del matrimonio y de la familia, infidelidades, trabajo ejercido sin perspectiva de servicio, acumulación de riquezas, autojustificaciones, oscuridad, injusticia.
El tono apocalíptico del texto de Mateo es una invitación clarísima al reconocimiento humilde de estas deficiencias nuestras, y a la actitud de vigilancia que debe determinar la totalidad de nuestro proyecto de vida: "Por eso, estén ustedes prevenidos, porque no saben qué día vendrá su Señor” (Mateo 24: 42). No se trata de arreglar lo nuestro sólo  cuando nos vemos en situaciones límite,  sino apropiarnos del  estilo permanente de quien asume con entera libertad que Dios es principio y fundamento de la propia vida, asumiendo conscientemente que aquí reside la más genuina esperanza.
Caminar por los senderos de Dios no es para construír una sociedad de perfectos, con el estilo arrogante de quienes se sienten mejores que los demás, al modo fariseo fustigado por Jesús.
 Esta es una propuesta para gentes humildes, que saben que el sentido definitivo de la vida no nos lo damos por nosotros mismos, necesitados de Dios, de su vitalidad , y también necesitados de los  demás seres humanos en clave de comunión, de solidaridad, de servicio.
 Vivir así es, por una parte, derribar todos los  ídolos de la autosuficiencia y, por otra, acoger a cada persona  como prójimo, como compañero de camino, en la seductora historia de los que construyen con esperanza esta nueva manera de vivir llamada Evangelio, siempre incluyente, siempre discreta, siempre dispuesta a la donación de todo nuestro ser.
Dice un autor que “el advenimiento de Jesús se logra en el propio advenimiento. Es el desembarco de sí mismo en la propia consciencia” (Vicente Martínez en www.feadulta.com) , llegar a lo más profundo de nosotros es llegar a Dios y a cada ser humano, al estilo de Jesús. Esto es fundamental para vivir cabalmente el espíritu de Adviento!!

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