Lecturas
1.
Isaías
49: 3-6
2.
Salmo
39: 2-10
3.
1
Corintios 1: 1-3
4.
Juan
1: 29-42
En estos primeros domingos del año, la Palabra nos quiere
dejar bien claro lo concerniente a la
misión de Jesús, porque eso tiene consecuencias esenciales para nuestra
condición de creyentes, para nuestra manera de vivir lo humano y lo divino, en
la simbiosis maravillosa del Señor.
Sucede que una deficiente comprensión de los textos bíblicos
– o ignorancia de los mismos – y también unas interpretaciones incompletas o
sesgadas de lo cristiano, nos conducen a estilos y prácticas igualmente
limitadas. Es muy común, para poner un caso relevante, el reducir todo lo de
Jesús y su evangelio a una fábula piadosa, sin vigor histórico y liberador, una
religión más de corte emocional, milagrera, fantasiosa, sin una traducción
adecuada en la configuración del sentido de la vida humana.
Ir directamente al texto bíblico, que es fruto de la
experiencia original y originante de la fe, nos lleva al contacto con lo
genuinamente cristiano, tratando así de purificarnos de tantas interpretaciones
que deforman a Jesús y su mensaje. Desde luego, es preciso advertir que el
texto, en su totalidad y en sus partes, tiene un contexto y un pretexto, cuya
captación es decisiva para tener la mejor visión posible de la revelación, y
para facilitar su implicación en nuestros proyectos de vida.
No olvidemos que circulan muchas tendencias fundamentalistas
en el ámbito religioso, claramente reñidas con la originalidad evangélica. La
proliferación de grupos de este talante, dentro y fuera de la iglesia católica,
es definitivamente muy problemática. Recordemos las críticas de fondo
planteadas al cristianismo por parte de algunos pensadores serios, especialmente
de los siglos XIX y XX, señalando el carácter alienante y esclavizante de
ciertas mentalidades religiosas.
Valgan estas aclaraciones hechas al comenzar al año, de tal
modo que nos sirvan como ayudas constructivas para una vivencia integral de todo
lo que demanda de nuestra parte el seguimiento de Jesús, la realidad de
bautizados, nuestra membresía en la Iglesia, cada uno en el estado de vida por
el que haya optado.
Y ahora sí, volvamos a la misión de Jesús. Siguiendo a Isaías, en el segundo canto del
Siervo de Yahvé (el domingo anterior proclamamos el primero), encontramos que
se trata reiteradamente de una misión de alcance universal: “No
basta que seas mi siervo sólo para restablecer las tribus de Jacob y hacer
volver a los sobrevivientes de Israel; yo haré que seas la luz de las naciones, para que lleves mi
salvación hasta las partes más lejanas
de la tierra” (Isaías 49: 6).
Este último elemento delinea el carácter excepcional de lo
que Dios quiere realizar a través de este siervo ideal, mesiánico,
prefiguración de Jesús, en quien se realiza plenamente ese querer salvador del
Padre. No es una oferta para un grupo de selectos, para una minoría de
escogidos, esta es para la totalidad de
los seres humanos.
En estos días se dio mucho realce en los medios de
comunicación a las declaraciones excluyentes de una líder religiosa, que niega
a los discapacitados físicos la posibilidad de ser predicadores de la Buena
Noticia, por considerar que esta minusvalía afecta la calidad del mensaje y
escandaliza a la comunidad. Qué apreciación
tan contraria a la mente y estilo de Jesús, siempre tan incluyente, tan
posibilitador de la acogida a todos sin excepción, tan resuelto a superar el
esquema segregacionista de la religión de su tiempo!
Esta es apenas una muestra de las muchas intolerancias que,
en nombre de Dios, maltratan a tantos seres humanos. Que sea el contraste de
esta figura universal del Siervo doliente de Yavé, la gran posibilidad de
modificar de raíz actitudes y actuaciones tan equivocadas!
A la luz de estas consideraciones, somos conscientes de que
el seguir a Jesús nos compromete a tener una misión en la vida? Somos
conscientes de esto? Hacemos discernimiento y oración para detectarlo?
Actualizamos la misión ya asumida? Estamos preocupados por hacer de nuestras
biografías unos relatos con sentido trascendente? La misión de Jesús esclarece
la nuestra? Nos hacemos sensibles a las esclavitudes, idolatrías, fracasos,
pobrezas, injusticias, pecados, egoísmos, de tal manera que esto nos mueva a
asumir nuestra misión en la perspectiva salvadora y liberadora de Jesús?
Recordemos que para muchos seres humanos las noticias que les
llegan y las realidades que viven son francamente desoladoras. Igualmente,
tengamos presente que la cercanía a estos sufrimientos es normativa en la vida
del Señor: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para
llevar la buena noticia a los pobres, me ha enviado a anunciar libertad a los
presos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos, a anunciar
el año favorable del Señor” (Lucas 4: 18).
Este texto es programático para Jesús y para nosotros. A la luz del mismo, miremos nuestra realidad,
captemos sus principales tendencias y manifestaciones: cómo proceder humana y
cristianamente ante esto? Cómo vamos a aportar en 2014 para que haya justicia y
respeto a la dignidad humana? Nos indignaremos proféticamente ante este
escandaloso movimiento de descalificaciones que se dan entre sí altos
dirigentes de la cosa pública? Impediremos los falsos positivos, la depredación
financiera como la de Interbolsa, los abusos de la Drummond, el carrusel de la
contratación, la interpretación acomodaticia de la constitución y las leyes?
Nuestra vida hará una huella significativa en la historia del país?
Leamos ahora las saludables palabras de Pablo, dirigidas a la
comunidad cristiana de Corinto: “…a los que forman la Iglesia de Dios que
está en Corinto, que en Cristo Jesús fueron santificados y llamados a formar su
pueblo santo, junto con TODOS los que en TODAS PARTES invocan el nombre de
Nuestro Señor Jesucristo….” (1 Corintios 1: 2). Es una alusión
claramente universal,ecuménica, incluyente!
Para COMUNITAS MATUTINA el ecumenismo hace parte sustancial
de su comprensión y vivencia del cristianismo. Ponderando las bondades de esta
realidad evangélica, invitamos a todos nuestros integrantes a abrirse al
Espíritu para apreciar las riquezas que El suscita en las diversas comunidades
y denominaciones que tienen a Jesucristo como Señor y Salvador, siempre sin
menoscabo de la propia identidad pero abiertos a todos los creyentes,
respetando las particularidades de cada congregación y aprendiendo de ellas, y
proyectándonos, más allá de los límites
cristianos, a la multiforme riqueza religiosa y espiritual de la humanidad.
Esto, para afirmar nuestra coherencia radical con la misión
de Jesús. Juan Bautista, una vez más, es referente de identidad para esto: “ Al
día siguiente, Juan vió a Jesús, que se acercaba a él, y dijo: Miren, ese es el
Cordero de Dios , que quita el pecado del mundo” (Juan 1: 29). El cordero inmolado, desde el Antiguo
Testamento, es figura del Dios que salva y libera, por eso en el ritual
israelita de la Pascua se lo asume como el simbolismo central de esa
celebración, que conmemora anualmente la intervención liberadora de Yavé para
sacar al pueblo de la dominación egipcia y conducirlo a la tierra prometida.
Aquí es el mismo Hijo de Dios, el que ofrece su vida de modo
cruento, y el Padre acepta ese sacrificio como plenamente meritorio para que
todos los humanos sean acogidos por la eficacia salvadora de esta donación
extremadamente amorosa. El Cordero , ahora Jesús, expresa con decisiva
elocuencia esta gozosa realidad!
Juan Bautista es testigo de la identidad de Jesús, y lo
presenta como esencial en su ministerio de profeta: “He visto al Espíritu Santo bajar
del cielo como una paloma, y reposar sobre él. Yo todavía no sabía quien era;
pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: Aquel sobre quien veas que
el Espíritu baja y reposa, es el que bautiza con Espíritu Santo. Yo ya lo he
visto, y soy testigo de que es el Hijo de Dios” (Juan 1: 32 – 34). Esto
mismo tiene las mayores consecuencias para la Iglesia toda y para cada cristiano en particular: presentamos a Jesús
al mundo cabalmente, e implicamos en ello todo nuestro ser y quehacer, o
amañamos el mensaje, le rebajamos su intensidad, lo volvemos una ideología
piadosa y moralista?
Todas las catequesis y homilías del Papa Francisco van a
esto, a recuperar lo esencial cristiano, que es , en primerísimo lugar, el
mismo Señor Jesús. Así como el Bautista testimonia a Jesús, en las palabras
previas de Juan, así también la Iglesia tiene sentido en la medida en que
cumpla esta misión de comunicar a Jesús y su Buena Noticia sin recortes, íntegra,
esperanzadora, reconstructora de la plenitud humana afectada por el pecado y
por la muerte.
La Iglesia no se puede predicar a sí misma, ni comprometerse
con ideologías, normas, pensamientos, que sean incompatibles con el Evangelio.
Por eso, escuetamente como Juan el Bautista, estamos llamados a mostrar a toda
la humanidad la bienaventurada integridad del Señor Jesucristo.
A esto llama El, a todos sin excepción: “ Al día siguiente, Juan estaba
allí otra vez con dos de sus seguidores. Cuando vió pasar a Jesús, Juan dijo:
Miren,ese es el Cordero de Dios! Los dos seguidores de Juan lo oyeron decir
esto y siguieron a Jesús “ (Juan 1: 35 – 37)
Hagamos un discernimiento cuidadoso de nuestros mapas
mentales en materia de captación de la persona de Jesús y de su Evangelio, de
la forma como vivimos lo cristiano: inercia sociocultural u opción fundamental
por El, resuelta a todo? Y valoremos
también las expectativas de sentido y trascendencia de las gentes de nuestro
entorno, y preguntémonos si para ellos, Jesús es pro-vocador, seductor,
apasionante, o si, gracias a nuestras flojeras, no pasa de ser el protagonista
de una fantasía piadosa.
Esto, que retos nos plantea? Cuáles son los cambios
cualitativos que debemos poner a funcionar?
Alejandro Romero Sarmiento – Antonio José Sarmiento Nova,SJ
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