domingo, 4 de enero de 2015

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 4 DE ENERO SOLEMNIDAD DE LA EPIFANIA DEL SEÑOR



Lecturas
1.      Isaías 60: 1 – 6
2.      Salmo 71: 1 – 13
3.      Efesios 3: 2 – 6
4.      Mateo 2: 1 – 12
Siguiendo la  mejor y más saludable intencionalidad  de los relatos evangélicos, y en general de todos los escritos del Nuevo Testamento, debemos hacer el esfuerzo de salirnos de la mentalidad anecdótica con respecto a los mismos para entrar de lleno en la significación teologal, salvadora y liberadora, que nos brindan estos testimonios originales y originantes de nuestra fe.
Lo que hoy celebramos es la realidad universal del acontecimiento de este pequeño Jesús, nacido para nuestra salvación. En El , el Padre Dios se sale de los límites de Israel, desborda las fronteras del exclusivismo religioso de los judíos,  reconoce a los seres humanos de todos  los tiempos de la historia como potenciales beneficiarios y destinatarios  de este hecho definitivo, contenidos que se especifican  en las profundas y muy esperanzadoras lecturas que se nos proponen para este domingo de Epifanía.
La primera – de Isaías – se refiere a Jerusalén  como la ciudad símbolo del encuentro y de la convergencia : “Echa una mirada  a  tu alrededor y observa: todos esos se han reunido, vienen a ti; tus  hijos vienen de lejos, a tus hijas las traen en brazos” (Isaías 60: 4).
  Este reconocimiento viene  acompañado con el sentido de lo luminoso, de la luz que trae la salvación de Dios: “Mira, las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos; pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y acudirán los pueblos a tu luz ,los reyes al resplandor de tu aurora” (Isaías 60: 2 – 3).
Esta ciudad, centro del judaísmo, marcada por la cerrazón y el elitismo reflejados en la vanidad y sentimiento de superioridad de los sacerdotes del templo y demás líderes religiosos, ahora pretende ser re-significada por el mismo Dios que no se resiste a los mezquinos deseos de quienes  - equivocadamente! -  se constituyen en sus concesionarios exclusivos.
Desafortunadamente también  hoy – en pleno siglo XXI –  la ciudad santa, con su fuerte carga simbólica para judíos, cristianos y musulmanes, es el escenario de una de las mayores desavenencias del mundo contemporáneo, ciudad fraccionada, con la presencia en su seno de un conflicto permanente entre judíos y  palestinos, en permanente pie de guerra, desafiando pecaminosamente la iniciativa ecuménica e incluyente de Dios, realidad favorecida por la intransigencia  de sus dirigentes, siempre inspirados por el apetito  desordenado del poder y por la malsana afirmación de su dominio.
Y, a pesar de esto, peregrinos del  mundo entero, de las tres religiones monoteístas, vienen a ella con fe y esperanza, para honrar confiadamente al Dios de Abraham, el mismo que se ha manifestado con plenitud en Jesús, Alá, el compasivo , el misericordioso, haciendo caso omiso de la beligerancia político – militar de las facciones enfrentadas, y rescatando ese seductor mensaje de inclusión , de reconocimiento a las expectativas de sentido de todos los humanos, de reiteración  del Dios que se ofrece  a la totalidad del género humano .
Así, el  Muro de las Lamentaciones, los  sitios  bíblicos , especialmente los que fueron escenario del ministerio del Señor Jesús, la Gran Mezquita, se empeñan en mantenerse vigentes como escenarios de plegaria al único Dios,  y como expresiones de la vocación primera de la nueva Jerusalén: “ Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro,  y proclamando las alabanzas del Señor” (Isaías 60: 6).
Comenzando el año, cuando hacemos los énfasis  propios de nuestros respectivos proyectos de vida, individuales y comunitarios, conviene afirmar el denso significado  humano y espiritual  del diálogo interreligioso y ecuménico, el reconocimiento respetuoso de la diversidad de tradiciones religiosas,  el aprecio por sus aportes al desarrollo de una más noble condición humana, con  sus dimensiones de sabiduría y espiritualidad, asumiendo que en este diálogo está contenida una de las mejores posibilidades para lograr los propósitos  ideales de convivencia, de ejercicio de la dignidad humana,  de feliz coexistencia en el pluralismo,  de paz y de reconciliación.
En la amorosa fragilidad de este apasionante Dios expresado en el Niño Jesús se nos convoca a esta conciencia de universalidad e inserción en las tareas comunes a todos los hombres y mujeres de  buena voluntad, donde nos encontramos todas las tradiciones religiosas y humanistas, superando el fundamentalismo y la intolerancia, aceptando felizmente  que el Espíritu es multiforme “ y sopla  hacia donde quiere” (Juan 3:8) ,  sin sacrificar en lo más mínimo la identidad y las convicciones propias de cada credo,  y detectando que en su esencia estas son de diálogo y apertura.
Desde ya, COMUNITAS MATUTINA invita a un encuentro ecuménico e interreligioso  para  el domingo 24 de mayo, en  la Solemnidad de Pentecostés, con el fin de afianzar estas  opciones, que consideramos sustanciales para nuestra manera de vivir las relaciones con Dios y con todas las personas.
Aquí cabremos todos y todas, los judíos, los musulmanes, los cristianos de las diversas denominaciones, anglicanos, ortodoxos, luteranos, reformados, bautistas, presbiterianos, católicos, pentecostales, metodistas, los creyentes de las grandes tradiciones del  oriente, también los de nuestros ancestros indígenas y afroamericanos. Oportunamente les comunicaremos los detalles. Reserven esta fecha en  su agenda!
El texto de la carta a  los Efesios reafirma esta conciencia de universalidad , realidad que tiene el  más decisivo significado, manifestada ahora por el antiguo y radical fariseo Pablo, ahora convertido en   comprometido testigo y apóstol del cristianismo primitivo: “ Lean mi carta y comprenderán cómo entiendo el misterio de Cristo: este misterio no se dió a conocer a los hombres  en  las generaciones pasadas; sin embargo, ahora se ha revelado a sus santos apóstoles y profetas inspirados. Y consiste en esto: que por medio de la Buena Noticia los paganos comparten la herencia y las promesas de Cristo Jesús, y  son miembros del mismo cuerpo” (Efesios 3: 4 – 6).
En los tiempos recientes esta afirmación paulina está avalada por el  magisterio del Concilio Vaticano II (1962 – 1965), respaldado con  la autoridad  de los papas Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco, lo mismo que por el movimiento ecuménico, el Consejo Mundial de Iglesias, la reflexión de la teología y las prácticas  solidarias y fraternales de tantos creyentes,   sólida  garantía que da crédito a esta irrupción del Espíritu en la historia de los últimos sesenta años.
Verdadero signo de los tiempos que se traduce en la reflexión y apropiación de lo multicultural y multirreligioso, en la transgresión profética de los círculos cerrados, en la conciencia de la total gratuidad del don de Dios, en una globalización sanamente contestataria que aspira a contrarrestar los efectos disolventes, unilaterales, nocivos, de una globalización de mercados y  medios de comunicación, abiertamente adversa a los intereses de la fraternidad entre los humanos.
Un modo de ser que ha de caracterizar a los creyentes de las múltiples creencias  religiosas  y espirituales es el de la apertura , la disposición para advertir en lo que es distinto de cada uno las semillas del Verbo, la acción pro – vocadora  de la Palabra que no se constriñe a espacios cerrados, la certeza de que en  la llamada salvadora de Dios hay una invitación de El mismo que es intencionalmente universal y global para establecer la diferencia cualitativa con la estrechez de miras propia de los exclusivismos religiosos, políticos, étnicos, socioculturales, ideológicos, que tanto mal y tanta violencia han traído al mundo.
Que el nacimiento de Jesús es de alcance universal lo deja claro el relato de Mateo, que tipifica en los tres magos de oriente , símbolos ellos de este ecumenismo salvífico y de la esperanza de todos los hombres y mujeres del mundo en una trascendencia salvadora, liberadora, redentora, transformadora, dotadora  de sentido en cuanto significación de esa realidad misteriosa que nos desborda , a la que llamamos Dios, que en Jesús se inclina misericordiosamente para hacerse parte de la humanidad, llevando esta a la plenitud de su divinidad: “Por entonces sucedió que unos magos de oriente se presentaron  en  Jerusalén preguntando: dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Vimos su estrella en el  oriente y vinimos a adorarle” (Mateo 2: 1 – 2).
El texto marca también el contraste entre Jesús y Herodes. El primero es el heredero de las promesas de Israel, esperanza de todos los pueblos de la tierra, y el segundo manifiesta la fuerza destructiva del mal y de muchos de los judíos de ese tiempo, que abiertamente rechazaron al maestro condenándolo y llevándolo a la muerte en la cruz.
Asi hoy, por gracia de Dios y respuesta generosa de tantos y de tantas, hay muchos que son lenguaje de  pascua y de vitalidad, relatando con sus vidas a este Dios total, Padre de todos y de todas, compasivo y  misericordioso, siempre comprometido con sus creaturas, y conscientes de que el poder del mal no termina de empeñarse en ofender sus intenciones creadoras y liberadoras, razón que nos invita a todos a estar en permanente vigilancia.
Con Baltasar, Melchor y Gaspar, nos  identificamos con todas las gentes, con todas las culturas, con todas las sociedades, y con ellos nos inclinamos para adorar este misterio maravilloso y seductor, genuina Epifanía : “Al ver la estrella se llenaron de una inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron el   niño con su madre, María, y postrándose le adoraron; abrieron sus tesoros y le ofrecieron como regalos, oro, incienso y mirra” (Mateo 2: 10 – 11).

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