Los apegos desordenados
San
Ignacio reconocía que la voluntad de Dios no está documentada en
detalle; pero tampoco es un “cheque en blanco”, o “lo que usted quiera”.
Dios tiene un “plan”, en el sentido que sabe el tipo de persona que
podemos ser, y la forma de vida que nos entregaría la mayor felicidad.
Su plan común – válido para todas/os - es amar y servir a Dios y a
nuestros vecinos. Pero hay aspectos particulares de su plan que son
únicos para cada persona. Conocer la voluntad de Dios significa
descubrir su único amor para cada uno, su deseo de ayudarnos a crecer
hacia nuestro ser más auténtico y así servirlo a Él y a su pueblo. Es
por eso que debemos liberarnos de los apegos desordenados. Es como un
cocinero pelando una alcachofa para llegar a su corazón, o un escultor
liberando, con su cincel, el mármol que oculta la maravillosa figura en
su interior. Bajo el amor por el dinero, las posesiones, el honor y el
orgullo, encontraremos lo que en realidad deseamos. Aquí aparece la
notable percepción de Ignacio. Cuando encontramos lo que realmente
deseamos, encontramos lo que Dios también desea. Es una idea tan
extraordinaria, que la diré de nuevo: cuando encontramos lo que
realmente deseamos, encontramos lo que Dios también desea.
Jim Manney
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