“Que
amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y
amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y
sacrificios”
(Marcos 12: 33)
Lecturas:
1.
Deuteronomio 6: 2-6
2.
Salmo 17
3.
Hebreos 7: 23-28
4.
Marcos 12: 28-34
Los textos de este domingo nos brindan una excelente
oportunidad para purificar nuestra experiencia de Dios, para hacer claridad
sobre las implicaciones de nuestra relación con El, para aventurarnos a la fe
entendiendo esta como una proyección decisiva al principio y fundamento de la
vida, a lo que nos da sustento, sentido y esperanza.
El hecho religioso es inherente a la condición humana,
se remonta a los orígenes mismos de la humanidad, en los diversos contextos de
la historia y en la pluralidad de culturas encontramos las evidencias de la
relación con la divinidad, expresadas en los rituales, en las creencias, en las
consecuencias éticas y morales de las mismas, también en los aportes de la
religión a las configuraciones de la cultura.
Encontramos
religiones que reconocen carácter divino a las fuerzas de la naturaleza,
también las politeístas con su universo de dioses “especializados” para tal o
cual realidad de la vida, teniendo como principal a un determinado dios mayor –
tipo Zeus o Júpiter - , nos movemos hacia la China y el Japón y verificamos las
tradiciones espirituales de sabiduría, de filosofía del buen vivir como las
originadas en Buda y en Confucio sin vincularse con un dios en particular, y
también pasando por ese país-continente que es la India constatamos una rica
religiosidad, esa sí con múltiples dioses, para luego ponernos de frente al
mundo del monoteísmo, del que son primeros testigos el judaísmo, el
cristianismo y el Islam.[1]
Estas últimas son especialmente determinantes en el
panorama religioso del mundo desde hace muchos siglos. La fe de los israelitas
testimoniada en los textos del Antiguo Testamento, la revolución de Jesús de
Nazareth y la expansión del cristianismo antiguo en el mundo grecorromano, su
constitución como religión de occidente, y el movimiento musulmán iniciado por
el profeta Mahoma en el siglo VI de nuestra era. Son ellas deudoras de un dios
único, liberador y salvador del ser humano, que lo dispensa del sometimiento a
múltiples divinidades que no le ofrecen unidad y coherencia.
Para nosotros, en América Latina, es de muy especial
interés aproximarnos a las creencias de los pueblos originales, incas, mayas,
araucanos, aztecas, toltecas, chibchas, caribes, allí bulle una riqueza
espiritual que – penosamente – fue desconocida y violentada por la fuerza
arrasadora de la conquista española, portuguesa, británica, sin ningún
miramiento, considerando que la religión del dominador es la verdadera.
Indiscutiblemente hay búsqueda de Dios, pregunta por
el sentido último de la vida, exploración de las respuestas a los grandes
interrogantes existenciales. Esto va en el ser humano, digamos que por ensayo y
error, lo que no demerita el esfuerzo de esta gran aventura del espíritu[2].
Pensadores creyentes, agnósticos, ateos, han hecho de este asunto esencial uno
de los núcleos centrales de la filosofía, a favor de la fe, en contra de ella,
procurando siempre dar garantía al ser humano de la seriedad racional de la
creencia en Dios, o del agnosticismo y del ateísmo[3].
Dejamos así la inquietud a nuestros lectores semanales con la intención –
pensamos que muy saludable – de formar su fe, de estudiarla con miras a hacerla
sólida, razonable, inteligente, capaz de generar cambios profundos en sus
vidas, en los dinamismos de la sociedad[4],
y nos lanzamos a lo que nos plantean las lecturas de este domingo.
Siguiendo el texto de Deuteronomio nos encontramos a
Moisés dando instrucciones el pueblo que se prepara para ingresar a la tierra
prometida, después de la larga y tortuosa travesía por el desierto – recordemos
también nuestros áridos recorridos existenciales! - , atrás quedan las
ignominiosas condiciones de esclavitud en Egipto, lugar al que no hay que volver,
y les propone las exigencias de esta llegada a Canaán: “Escucha, Israel, el Señor,
nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón,
con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán
en tu memoria, se las inculcarás a tus hijos y hablarás de ellas estando en
casa y yendo de camino, acostado y levantado”[5],
y argumenta que el cumplimiento juicioso
y responsable de la ley de Dios es garantía de plenitud: “A fin de que respetes al Señor,
tu Dios, guardando toda la vida todos los mandatos y preceptos que te doy – y
también a tus hijos y nietos – y así te alargarán la vida. Por eso, escucha,
Israel, y esfuérzate en cumplirlos para que te vaya bien y crezcas muchos”[6].
La teología contenida en Deuteronomio – que significa
segunda ley, ley renovada y actualizada – es una teología liberadora, surge
después de grandes decadencias de Israel y de su religión, cuando hacen del
culto a Dios una formalidad externa sin conversión del corazón, con toda su
cadena de corruptelas, idolatrías, injusticias e inconsistencias morales.
Deuteronomio es un vigoroso movimiento de volver a los orígenes de esa fe para
rescatar que el vínculo con Dios es esencialmente liberador , realidad en la
que el compromiso con el prójimo – principalmente con el pobre y abandonado –
es vinculante del hecho religioso, no es posible desconocerlo si se quiere
tener una postura de autenticidad en ese encuentro.
Esta afirmación es muy importante, porque resulta que
muchas prácticas religiosas carecen de projimidad, son perfectas en su
cumplimiento ritual, abundan en creencias, en imposiciones legales y morales,
principalmente de carácter prohibitivo, aterran al creyente con falsas imágenes
de Dios (el vengativo, el juez implacable, el autoritario, el iracundo, el
prohibidor, el castigador, se expresan de manera fundamentalista y son
autoritarias, se inmiscuyen abusivamente en la vida de los fieles, apoyan
modelos políticos nocivos para la salud social, se traducen en inaceptables
fanatismos, provocan sentimientos enfermizos de culpa y maltratan la integridad
de sus adeptos. Es decir, son opio del pueblo, según la clásica definición del
marxismo.
En el caso que propone Moisés a su pueblo – invitación
constitutiva de la fe de Israel – se trata de encontrarse con un Dios
comprometido con la vida y con la libertad de sus creyentes, relacionarse con
El a través del cumplimiento de la ley no es un sometimiento servil sino una
adhesión que confiere identidad, sentido, esperanza, dignidad, liberación. El
contexto de Deuteronomio nos ayuda a comprender el alcance de las palabras de
Moisés: los profetas invitaban al pueblo a reorientar su vida, no hicieron
caso, se embriagaron de libertinaje y de ídolos, se perdieron, fueron esclavos,
les deportaron a Babilonia, fracasaron, se quedaron sin solidez espiritual, y
vuelven del cautiverio con la “lección aprendida”. El autor del texto ve aquí
una excelente coyuntura pedagógica para reflexionar sobre el sentido genuino de
la relación con Dios, sobre su potencialidad liberadora, cuando esa ley se
inscribe en la interioridad de las personas y se vive con fidelidad y
convicción. Amar sólo a Dios y no confiarse de otras propuestas – por más
llamativas que sean – es el aval de una existencia feliz, libre, esperanzada,
verdaderamente humana.
Los dioses del poder y del dinero, del individualismo
y del éxito egoísta, de los liderazgos políticos y religiosos, del mercado y
del consumo, del ego desbordado, del hedonismo y de la vida baja en calorías
espirituales, de la cobardía silenciosa frente a las grandes tragedias de la
humanidad, son las idolatrías que nos separan del verdadero Dios y de nuestra
verdadera condición humana.
De remate, el evangelio de Marcos nos recuerda la
escena en la que un diligente judío pregunta a Jesús: “Un letrado que escuchó la
discusión y al ver lo acertado de la respuesta se acercó y le preguntó: Cuál es
el precepto más importante? Jesús respondió: El más importante es: Escucha,
Israel, el Señor nuestro Dios es uno sólo. Amarás al Señor, tu Dios, con todo
tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas. El
segundo es: amarás al prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que
estos”[7].
Cuando los fariseos ven que Jesús ha callado a los
saduceos, a partir de sus cuestiones sobre la resurrección en Marcos 12: 18-27,
se juntan con los escribas para ellos también ponerle a prueba – como solían
hacerlo - , recordando el espíritu de extrema ortodoxia legal y doctrinal que
les era característico, se imaginan que Jesús “perderá” el estricto examen. El
les responde acudiendo a la inconsistencia de esa religiosidad tradicional, que
no se ve traducida en conductas
coherentes, en conversión del corazón, en novedad de vida, en libertad y en
sentido, en acogida a los pobres, mucho Dios y nada de prójimo, nada en la
interioridad. De ahí la contundencia de su expresión: “Escucha, Israel, el Señor
nuestro Dios es uno sólo”[8], es la misma
mentalidad de Deuteronomio.
En la comunidad de Marcos, la que origina este
evangelio, se daban situaciones muy similares a las del judaísmo. Las normas
que conocían esos primeros cristianos provenían del mundo judío, discutían si
era imprescindible cumplirlas, y se hacían un lío con esto, sin terminar de
captar la radical novedad de Jesús, de su Buena Noticia, que trascendía con
creces esa mentalidad y rompía con ella para dar paso a una nueva lógica de relación
con Dios, asumido y vivido como Padre de toda la humanidad.
La adhesión al único y verdadero Dios se proyecta al
amor fraterno, a la comunión y a la participación, a la cultura de la
solidaridad y del servicio, a la projimidad como proyecto de vida. Este es el
interés más claro de Jesús. Constatar esto y vivirlo es profundamente
liberador, es en sí mismo la más radical crítica a la religión – muy superior a
la de nuestros viejos amigos, los “maestros de la sospecha”, Nietzsche, Freud,
Marx, Feuerbach – porque en su raíz desarma el deísmo, la religión por sí
misma, las pretensiones de exclusividad y de autoridad que muchas de estas
tienen, los integrismos y las ideologías que esclavizan al ser humano, y abre
la perspectiva de un Dios único, el que opta preferencialmente por el ser
humano, el que cree en el ser humano , el que es todo para la humanidad, en
términos de salvación y de liberación, en el que se cumple aquello de: “….y la
verdad los hará libres”[9].
No debemos comernos el coco tratando de averiguar si
amamos a Dios. Lo que debemos revisar es si estamos dispuestos a darnos a los
demás, esto es lo que cuenta a la hora de la verdad. Hay ateos que son
extraordinarios creyentes en esta materia de darse al prójimo, a través de
ellos el Espíritu Santo confronta con vigor muchas de nuestras religiosidades.
El amor a Dios que no es también a los otros es una falacia.
Este es el
proyecto del Señor Jesucristo: referencia radical al Padre, a su voluntad, en
simultánea convergencia con el prójimo, este es el legítimo lenguaje de Dios.
[1] DELUMEAU, Jean. El hecho
religioso. Alianza Editorial. Madrid, 1995.GUERRA GOMEZ , Manuel. Historia de
las Religiones. Biblioteca de Autores Cristianos BAC, Madrid, 2007.DIEZ de VELASCO,
Francisco. Breve historia de las religiones. Alianza Editorial, Madrid,
2010.OTTO, Rudolf. Lo santo: lo racional y lo irracional en la idea de Dios.
Alianza Editorial, Madrid, 1987. KUNG, Hans. En busca de nuestras huellas: la
dimensión espiritual de las religiones del mundo. Random House
Mondadori, 2004.
[2]
KUNG, Hans. Existe Dios? Trotta. Madrid, 2007.
[3]
DAWKINS,Richard. El espejismo
de Dios. Grupo Planeta, 2010.
[4] GUTIERREZ, Gustavo. Teología
de la Liberación: perspectivas. CEP, Lima 1971. RAHNER,Karl. Curso fundamental
sobre la fe. Herder. Barcelona, 1983. Pablo VI. Exhortación Apostólica sobre la
Evangelización en el Mundo Contemporáneo Evangelii Nuntiandi. Ediciones
Paulinas, Bogotá 1975.
[5] Deuteronomio 6: 4-7
[6] Deueteronomio 6: 2-3
[7] Marcos 12: 28-31. Recordemos
que el letrado judío se interesa por Jesús al escuchar el diálogo que este
sostiene con unos saduceos a propósito de la resurrección, en Marcos 28: 18-27.
Al letrado le parecieron sensatas las respuestas de Jesús.
[8] Marcos 12: 29
[9]
Juan 8: 32
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