“Cuàl
de esos tres te parece que se hizo prójimo del hombre asaltado por los
bandidos? El maestro de la ley contestò: el que tuvo compasión de èl. Jesùs le
dijo: pues ve y haz tù lo mismo”
(Lucas 10: 36 – 37)
Lecturas:
1.
Deuteronomio 30: 10 – 14
2.
Salmo 18: 8 – 11
3.
Colosenses 1: 15 – 20
4.
Lucas 10: 25 – 37
Uno de los asuntos
cruciales en la humanidad , particularmente en el ámbito de las prácticas religiosas, es la relación entre las leyes que proceden de
las mismas y la libertad para vivir en el amor de Dios y en el de los prójimos.
Con frecuencia se ha asociado este vìnculo con normativas onerosas, en contravía
con legítimas aspiraciones de libertad,[1]
propias del sentido común humano. A propósito de esto es bien conocida la
postura de Jesús ante la legislación religiosa : “El sábado ha sido instituído
para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre
es también señor del sábado”. [2]
Este tema es el núcleo
del libro bíblico del Deuteronomio, primera lectura de este domingo, integrante
del conjunto llamado Pentateuco (Gènesis, Exodo, Levìtico,
Nùmeros,Deuteronomio), que articula los relatos originales de la fe de Israel
con el corpus legislativo de la misma, conocido como la Torah.
La palabra Deuteronomio
significa segunda ley, es un texto que se produce dentro de un gran esfuerzo de
los profetas por renovar la vida espiritual de los israelitas, anquilosada por
la cantidad de preceptos y observancias rituales vividas de modo exterior sin
comprometer ni la conversión del corazón ni la apertura solidaria a los requerimientos del prójimo necesitado e
injustamente tratado por los mismos practicantes de esa normativa. Para poder
comprender los alcances de la renovación deuteronomista, la podemos comparar con lo que ha significado
en el mundo cristiano la propuesta de la teología de la liberación en los
últimos 45 años.[3]
Central en el mensaje
de este quinto libro del Pentateuco es la ley que està inscrita por Dios en nosotros, invitándonos a un discernimiento juicioso que nos llevarà a
descubrirla y a apropiarla para orientar nuestra conducta. Siempre enfatizando
en la libre acogida y vivencia de la misma.
Esta sucinta
contextualización nos ayuda a entender mejor el espíritu de la primera lectura:
“Este
mandamiento que hoy les doy no es demasiado difícil para ustedes, ni està fuera
de su alcance…” ,[4] y
“Al
contrario, el mandamiento està muy cerca de ustedes; està en sus labios y en su
pensamiento, para que puedan cumplirlo”.[5]
Quiere decir el texto[6]
que la voluntad de Dios no es un reglamento
propuesto desde fuera, extraño al ser humano, determinado por una
autoridad distante y – si se quiere – antipática y onerosa. Està grabada por el
Espìritu en el corazón de las personas, y cuando estas se hacen conscientes de
ella y la asumen con plena responsabilidad deviene en un despliegue del
autèntico ser humano.
Si vamos a los profetas
de aquel tiempo, encontraremos plasmada esta mentalidad revestida de gran severidad cuando confrontan las pràcticas religiosas de
sus contemporáneos como vacías de contenido existencial, de sentido de justicia
y de referencia al prójimo: “Cuando ustedes levantan las manos para orar,
yo aparto mis ojos de ustedes; y aunque hacen muchas oraciones, yo no las
escucho. Tienen las manos manchadas de sangre. Làvense, lìmpiense! Aparten de
mi vista sus maldades! Dejen de hacer el mal! Aprendan a hacer el bien,
esfuércense en hacer lo que es justo, ayuden al oprimido, hagan justicia al
huérfano, defiendan los derechos de la viuda”. [7]
Son palabras de una
dureza fuera de lo común, en las que brilla la indignación de Dios , mediada en
sus profetas, y la invitación a referir esa religiosidad al prójimo requerido de
reconocimiento y de respeto.
Una consideración asì ,
nos vincula con la pregunta capciosa que plantea un maestro de la ley a Jesùs,
inicio del texto de Lucas, propuesto por la Iglesia para este domingo: “Un
maestro de la ley fue a hablar con Jesùs, y para ponerlo a prueba le preguntò:
Maestro, què debo hacer para alcanzar la vida eterna? Jesùs le contestò: Què
està escrito en la ley? Què es lo que lees? El maestro de la ley contestò: Ama
al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y
con toda tu mente; y ama a tu prójimo como a tì mismo. Jesùs le dijo: has
contestado bien. Si haces eso, tendràs la vida. Pero el maestro de la ley,
queriendo justificar su pregunta, dijo a Jesùs: Y quièn es mi prójimo?”.[8] La
respuesta certera de Jesùs es la parábola del Buen Samaritano, núcleo de nuestra reflexión de hoy.
La projimidad
incondicional es el criterio de religiosidad que Jesùs plantea en esta
parábola,[9]
poniendo en tela de juicio el judaísmo milimétrico de aquellos tiempos, que
disponía de 613 mandamientos, de los que 365 eran prohibiciones y 248 preceptos, de ese tamaño eran los extremos legalistas a los que habían
llegado, convirtiéndose en verdadera carga , reveladora de total estrechez y
nula percepción del amor liberador de Dios.
No basta con ser
religioso, el autèntico contenido de la
parábola es practicar el amor al prójimo
hasta los últimos extremos , incluyendo el de dar la vida de manera cruenta,
como en el caso de los mártires latinoamericanos tipo San Romero de América, y
otros que ofrendaron su vida por sus hermanos, como máxima expresión de su
servicio de la fe que tiene en la promoción de la justicia su testimonio más
contundente. Cabe recordar que en el
Antiguo Testamento sòlo se tenìan como prójimos a los del propio pueblo, los
demás eran o enemigos o simplemente extraños, y no merecían el beneficio de la
solidaridad. La pregunta maliciosa del maestro de la ley està impregnada de
esta pobre mentalidad!
El asistencialismo tradicional elude la responsabilidad del
compromiso con el prójimo. Cuàntas rifas, banquetes, donaciones y limosnas se
realizan para lavar la conciencia, sin rostros reales de prójimos que esperan
el reconocimiento de sus derechos! Cuàntas misas y devociones vacìas de
fraternidad! Cuànto fariseísmo en todo esto!
Las cifras que nos
presentan los informes estadísticos sobre la pobreza y la exclusión social,[10]
sobre el desplazamiento forzado, sobre las interminables legiones de gentes que
se lanzan al mar o a las carreteras y selvas para cruzar fronteras persiguiendo
un futuro mejor para sus familias, son una bofetada a la sociedad de bienestar
y consumo, a nosotros mismos cuando nos refugiamos en un confortable
cristianismo de devociones individuales y de liturgias, probablemente muy
pomposas, y al mismo tiempo desprovistas de reales intenciones de darse misericordiosamente
a estos seres humanos sedientos de dignidad y de pan. Son los descartados del
sistema violento y excluyente, según el decir del Papa Francisco.
Colombia con sus
comunidades de alta vulnerabilidad social, ahora recibiendo innumerables grupos
de migrantes venezolanos que vienen en pos de un futuro digno, las pateras de
africanos que se lanzan al océano para ser rechazados por los opulentos países
europeos, la cruel política antimigratoria del actual presidente de USA, son un
referente dramático y trágico que ponen en tela de juicio la llamada
“civilización occidental”, a la que el teólogo y premio Nobel de la Paz, Albert
Schweitzer, consideraba un proyecto muy lejano de su ideal humanitario.[11]
Jesùs rompe con tal
esquema en su parábola del Buen Samaritano. Para el sacerdote y el levita que
pasaron de largo , la primacía de su vida està en el riguroso cumplimiento de
sus leyes y de su culto, por eso dieron un rodeo y siguieron adelante,
evadiendo el ejercicio de la
misericordia.
En feliz y comprometida
oposición, el samaritano revela que su prioridad es el servicio al prójimo caìdo,
sin reservas ni medidas , es el amor hasta el extremo: “Pero un hombre de Samaria, que
viajaba por el mismo camino, al verlo, sintió compasión. Se acercò a èl, le
curò las heridas con aceite y vino, y le
puso vendas. Luego lo subió en su propia cabalgadura, lo llevò a un alojamiento
y lo cuidò” .[12]
Este samaritano lleva
la ley escrita en su corazón, y la vive al máximo, pero sus contemporáneos
judíos lo tienen excomulgado del culto
oficial de Israel, porque no cumple con las formalidades emanadas del templo de
Jerusalèn. Escandaloso contraste: los religiosos “oficiales”, que están en
regla con la ley y con el culto, evaden al prójimo malherido, pero este hombre, que no es formalmente
religioso según ellos, actuó como Dios: con compasión y con misericordia![13]
Es el samaritano
excluído y condenado el que se dedica
con fuerza solidaria y compasión a atender a esta persona. Indiscutible el
énfasis de Jesús con esta parábola al censurar el comportamiento de los representantes oficiales de la religión, de
quienes idealmente se espera una conducta de solidaridad: “Casualmente, bajaba por aquel
camino un sacerdote que, al verlo, dio un rodeo. De igual modo, un levita que
pasaba por aquel sitio lo vió y dio un rodeo. Pero un samaritano , que iba de
camino, llegó y, al verlo, tuvo compasión”.[14]
El prójimo se nos
impone dramáticamente, es el que nos necesita, tiene rostros y demandas muy concretos. Con èl
se rompen los mandamientos legales, y se
abre el camino del servicio y de la compasión. Dejemos de lado las
religiosidades verticales, sin amor ni conversión, para relacionarnos con los seres humanos humillados por las injusticias
de muchos creyentes, tan profundamente
religiosos y tan precarios en su sentido de la fraternidad.
Como Jesùs, amamos al Padre en la medida en que amamos a sus creaturas,
viviendo la ética del cuidado, como lo hacen en nuestros días tantas personas,
unas creyentes, otras no, movidas por el màs exquisito humanismo, garantía de
confianza en las posibilidades de la genuina humanidad, no la que se mueve en
la abundancia egoísta, sino la que se despoja de su comodidad para hacerse
próxima de los millones de gentes afectadas por las injustas determinaciones políticas y económicas
de los poderosos del mundo.
La ética de la
projimidad[15]
define el comportamiento de Jesùs y es imperativa para quien tome en serio su seguimiento. Es el hermano doliente, en quien Dios nos
reclama el culto y la ley verdaderas, y los inscribe en nuestro corazón. Aquí
reside el sentido cristiano de la vida. Lo demás es retórica sin contexto de
realidad.
En Colombia, país donde
la mayoría de sus habitantes son cristianos, estamos ante un proceso de paz y de
reconciliación, imperfecto,[16]
pero siempre susceptible de mejoría, que tiene en el carácter esencial de la
projimidad – la de las víctimas de este prolongado conflicto !! - un reto en el
que se va a jugar la legitimidad de nuestras convicciones humanistas y
cristianas.
De acuerdo con esto:
quién es tu prójimo? Quién es mi prójimo? Quiénes son nuestros prójimos?
[1]
BERLIN,Isaiah. Cuatro ensayos sobre la libertad. Alianza Universidad. Madrid,
1993.
[2]
Marcos 2: 27-28. En el pasaje completo (Marcos 2: 23-28) Jesús confronta a unos
fariseos escandalizados porque los discípulos cogían espigas y las separaban
del camino para poder transitar con comodidad, en día sábado, el día sagrado de
los judíos. El extremo de observancia legalista prohibía tajantemente cualquier
actividad en esta jornada, no se permitía ni siquiera alguna práctica que
tuviera que ver con la ayuda al prójimo.
[3]
TAMAYO-ACOSTA. Juan José. Para comprender la teología de la liberación. Verbo
Divino. Estella (Navarra), 1989.
[4]
Deuteronomio 30: 11
[5]
Deuteronomio 30: 14
[6]
GARCIA LOPEZ, Félix. El Deuteronomio: una ley predicada. Verbo Divino. Estella
(Navarra), 1982.
[7]
Isaías 1: 15 -17
[8]
Lucas 10: 25-29
[9]
PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES/PONTIFICIO
CONSEJO COR UNUM. Acoger a Cristo en los refugiados y en los desplazados
forzosos. Ciudad del Vaticano, 2013. ANTOLIN SANCHEZ, Javier. La compasión en
las parábolas más emblemáticas de Lucas. Revista Estudios Agustinianos # 47.
Valladolid, 2012. CALDUCH-BENAGES, Nuria. El prójimo eres tú: lectura del Buen
Samaritano desde la vida consagrada. Conferencia de Religiosos de España, 15 de
noviembre 2016. Ponencia presentada en la XXIII asamblea de la CONFER.
[10]
PNUD. Programa de Naciones Unidas para el desarrollo humano. Indices e
indicadores de desarrollo humano. Actualización estadística de 2018. Nueva
York, 2018. DANE, Departamento Administrativo Nacional de Estadística. Pobreza
multidimensional en Colombia, 2018. Boletín técnico, 3 de mayo 2019.
[11]
Albert Schweitzer (1875-1965) fue un notable humanista suizo, cristiano
protestante y médico, galardonado con el
premio Nobel de la paz en 1952. Junto con sus estudios rigurosos del Jesús
histórico y su maestría en la ejecución del
órgano, desarrolló una muy destacada actividad humanitaria, creó un
hospital para enfermos de lepra en Lambarené (Gabón, Africa), y dejando de lado
el mundo occidental se marchó a este lugar para dedicar su actividad médica a
estos prójimos de alta necesidad. A su pensamiento se le atribuye gran
escepticismo sobre las posibilidades de la civilización occidental.
[12]
Lucas 10: 33-34
[13]
El odio entre judíos (habitantes de la región central del país, Jerusalén,
netamente etoncéntricos) y samaritanos,
es ancestral. Los samaritanos son los habitantes de la parte norte del
pequeño país palestino. En tiempos muy antiguos se separaron del culto central
de Jerusalén y afirmaron esta autonomía erigiendo su santuario en el monte
Garizim. Por esta razón fueron excomulgados del judaísmo central y se les
consideró siempre una raza maldita. Para el mundo judío la condición de
samaritano era una total perversión.
[14]
Lucas 10: 31-33
[15]
LAIN ENTRALGO, Pedro . Teoria y realidad del otro. Volúmenes I y II. Ediciones
Revista de Occidente. Madrid, 1968.
[16]
DE ROUX, Francisco José. La audacia de la paz imperfecta. Planeta. Bogotá,
2018.
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