domingo, 21 de junio de 2020

COMUNITAS MATUTINA 21 DE JUNIO DOMINGO XII DEL TIEMPO ORDINARIO


“No teman a los que matan el cuerpo y no pueden matar el alma; teman más bien al que puede acabar con cuerpo y alma en el fuego”
(Mateo 10: 28)
Lecturas:
1.   Jeremías 20: 10-13
2.   Salmo 68: 8-10;14;17 y 33-35
3.   Romanos 5: 12-15
4.   Mateo 10: 26-33
Durante los años 80 y buena parte de los 90 en nuestro país fue dolorosamente común el asesinato de personas honestas que denunciaban las depredaciones de narcotraficantes en alianza con políticos y paramilitares. Fueron aquellos hombres y mujeres que, en fidelidad a su conciencia y a sus responsabilidades con la sociedad, alzaron su voz para denunciar, investigar y juzgar a quienes estaban enfrentados delictivamente a las leyes, al bien común, a la ciudadanía. Su rectitud les valió la muerte cruenta, sus relatos de vida deben seguir en nuestra memoria para que no se olviden los valores esenciales que se refieren a la ética y a la moralidad. Por nuestra mente y afecto desfilan periodistas, jueces, polícías, algunos destacados políticos de probada honorabilidad, líderes sociales. Ahora también – desde la firma de los acuerdos de paz con las FARC – se ha vuelto habitual el asesinato de los líderes sociales, hasta marzo iban 442 , comenzando en octubre de 2016.[1]
Esto mismo ha sucedido en diversos lugares del mundo. Lo trata , por ejemplo, la película “Z”[2] del director Costa Gavras[3]. En la trama se asesina a un diputado de oposición que denuncia las componendas del gobierno de derecha, luego se da el típico encubrimiento de los responsables, la remoción del juez honesto empeñado en lograr justicia, y demás elementos que caracterizan estas artimañas para ocultar la verdad y dejar los crímenes en impunidad.
En el mundo cristiano, las páginas de mayor gloria y coherencia son vividas por heroicos testigos de la fe, a quienes designamos como mártires, palabra de origen griego que  alude a aquellos que avalan con su vida el significado de sus creencias y convicciones en seguimiento de Jesús, sin dar el brazo a torcer ante los poderes que los sojuzgan.[4] La Palabra de este domingo – cuando reanudamos el tiempo litúrgico ordinario – nos esclarece el testimonio supremo de la fe en Dios y también nos invita a disipar los temores que surgen de la cultura de la muerte.
Esta  fue la que condenó a Jesús[5] a ser crucificado ,  no soportaron sus responsables la profunda libertad con la que vivía y hablaba de Dios Padre, revelando su misericordia y su solidaridad con los seres humanos, denunciando las inconsistencias de los poderes del mundo, poniendo el dedo en la llaga de una religión que no estaba abierta ni a Dios ni al prójimo, preocupada mucho más  por su estructura ritual y jurídica. Con ese mismo estilo anima a sus discípulos : “No teman a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; teman más bien al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la Gehenna” .[6]
El capítulo 10 de Mateo es llamado el discurso misional, en el que Jesús prepara a 72 discípulos para la misión, haciéndoles algunas advertencias que se inscriben  en ese talante de autonomía, de austeridad, de servicio incondicional, de no dejarse permear por la ambición de poder y de posesiones materiales.
El Señor  alude especialmente a las persecuciones[7] que pueden experimentar por el estilo contestatario y profético que El les comunica, y a la actitud de poner en tela de juicio  la lógica falsa de los poderes imperantes en su momento: “Sepan que los envío como ovejas en medio de lobos. Sean, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. Guárdense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en sus sinagogas, serán conducidos ante gobernadores y reyes por mi causa, para que den testimonio ante ellos y ante los paganos” . [8]
Jesús prefirió la verdad desnuda de Dios, la de su Buena Noticia,  marcó así una tendencia  determinante para personas y comunidades que quieran tomar en serio el asunto cristiano, no la cómoda instalación en un sistema de prácticas rituales sino el  seguimiento activo que aspira a la mayor coherencia ética y espiritual.
En tiempos de Jesús[9] los grupos de poder intimidaban a las personas, ocultaban la verdad y manipulaban la realidad de los hechos a su antojo y, por supuesto, perseguían a los insobornables profetas y a quienes, inspirados en la verdad de Dios, confrontaban tales injusticias y mentiras. De esa misma injusticia y falsedad se vive hoy en muchos ambientes sociales y políticos, también – penosamente – en ambientes religiosos. Lo que  hoy se ha dado en llamar “postverdad” es una versión hipócrita y aparentemente sofisticada de aquella pecaminosa actitud que  distorsiona la verdad y entroniza la mentira.[10]
Los cristianos de los primeros tiempos estuvieron expuestos a las mismas amenazas. Se enfrentaban al  Imperio Romano que tenía el control político y militar de Palestina, el país de Jesús, y también a los diversos grupos sectarios de los judíos que veían en ellos a los seguidores de un subversivo, blasfemo y hereje, condenado a muerte por tales delitos. Cada uno de estos  tenía sus intereses muy definidos que , y no aceptaban el modo libre, solidario, despojado de seguridades materiales, y afianzado en Dios, que animaba a estos primeros seguidores de Jesús.
Anticipo de esto en el Antiguo Testamento lo vivió el profeta Jeremías, del que proviene la primera lectura de este domingo. En este hombre se ve una clara superación del triunfalismo religioso y una explicitación de la preferencia de Dios por los débiles y los humildes. Su testimonio es el de alguien escarnecido y humillado, pero no intimidado por los poderosos que le perseguían: “Escuchaba las calumnias de la turba: terror por doquier!  Denunciémosle! Todos con quienes me saludaba estaban acechando un traspiés mío: a ver si se distrae y lo sometemos, y podremos vengarnos de él. Pero Yahvé está conmigo como un campeón poderoso, por eso tropezarán al perseguirme , se avergonzarán de su impotencia….” .[11]
Cómo es Dios causa de esta independencia y de esta extraordinaria capacidad para no dejarse atemorizar por violentos y detentadores del poder?  Qué sucede en el interior de quien procede así?   Es, sin duda, una experiencia profunda del Padre, igual a la de Jesús,  en quien se revela la intimidad del ser cuya felicidad no reside en esos criterios mundanos de dominación y humillación de los débiles sino en la verdad que libera y  da sentido y esperanza.
El “no tengan miedo” de Jesús a sus discípulos se inscribe en el contexto de la misión, Jesús se pone él  mismo como garantía que respalda a sus seguidores y los anima a permanecer firmes en medio de las contradicciones: “Si alguien se declara a mi favor ante los hombres, también yo me declararé a su favor ante mi Padre que está en los cielos” .[12]
Finalmente, siguiendo el espíritu de la segunda lectura,  se nos presenta a Pablo inmerso en ese mundo religioso que absolutiza la justificación por el cumplimiento de la ley y por las minuciosidades del culto fundamentalista.  Este hombre, que primero fue fariseo radical y perseguidor encarnizado de los discípulos de Jesús, sabe que en esa fanática observancia no residen ni la verdad ni la libertad. Pablo denuncia la incapacidad de los mecanismos habituales de la religión para brindar a la comunidad una auténtica experiencia de sentido y de genuina humanidad.
Esta consideración previa nos ayuda a entender el contraste que ofrece la carta a los Romanos: “Por un hombre entró el pecado en el mundo y, por el pecado , la muerte; y así la muerte alcanzó a todos los hombres , puesto que todos pecaron…….”, pero ….. Si por el delito de uno murieron todos, con cuánta más razón se han desbordado sobre todos la gracia de Dios y el don otorgado por la gracia de un hombre, Jesucristo!” . [13]
La alusión paulina no es a la muerte física sino a  una religiosidad que pretendía justificar al ser humano por la acumulación de méritos derivados del cumplimiento estrictísimo de la ley, como era el modelo del judaísmo vigente en tiempos de Jesús. Es la letra que mata el espíritu!
 Pablo[14] establece la novedad que sucede en Jesucristo, gratuidad pura de Dios para la humanidad, verdadera religión enraizada en la misericordia del Padre y en el don que de si mismo ha hecho en Jesús. No es el poder de la ley el que salva sino la desbordante gracia de Dios que se ofrece sin límites a todo el que libremente quiera beneficiarse de este ofrecimiento.




[1] Centro Nacional de Memoria Histórica. Basta ya! Memorias de guerra y dignidad. CNMH. Bogotá, 2013. Marco Palacio. Entre la legitimidad y la violencia: Colombia 1875-1994. Norma. Bogotá, 1995. Héctor Abad Faciolince. El olvido que seremos. Planeta. Barcelona, 2006. Laura Restrepo. Delirio. Santillana. Bogotá, 2003. Fabio Castillo. Los jinetes de la cocaína. La Oveja Negra. Bogotá, 1987.
[2] La pueden ver completa en www.youtube.com/watch?v=ccwVQa7cZ20

[3] Director de cine franco-griego, nacido en Atenas en 1933.  
[4] Andrea Riccardi. El siglo de los mártires. Encuentro. Madrid, 2010. John Foxe. El libro de los mártires. Clie. Madrid, 2002. Teresa Withfield. Pagando el precio: el asesinato de los jesuitas en el Salvador. UCA editores. San Salvador, 2003. José María Tojeira. El martirio ayer y hoy. UCA editores. San Salvador, 2005.
[5] Rafael Aguirre Monasterio. La mirada de Jesús sobre el poder. En Revista Teología y Vida No. 55 (2014), páginas 83-104. Facultad de Teología, Pontificia Universidad Católica de Chile. Christian Ducquoc. Jesús, hombre libre. Sígueme. Salamanca, 1976.
[6] Mateo 10: 28
[7] Carlos Bravo Gallardo. Las bienaventuranzas como contracultura. En Revista Christus , México D.F., No. 697 (1996), páginas 14-17
[8] Mateo 10: 16-18
[9] E.P. Sanders. Jesús y el judaísmo. Trotta. Madrid, 2008.
[10] Marc Amorós. Fake news, la verdad de las noticias falsas. Plataforma. Barcelona, 2018.
[11] Jeremías 20: 10-11
[12] Mateo 10: 32
[13] Romanos 5: 12.15
[14] Günther Bornkamm. Pablo de Tarso. Sígueme. Salamanca, 2002.

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