domingo, 5 de julio de 2020

COMUNITAS MATUTINA 5 DE JULIO DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO

“Por aquel entonces, tomò Jesùs la palabra y dijo: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado todas estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a gente sencilla”
(Mateo 11: 25)
Lecturas:
1. Zacarìas 9: 9-10
2. Salmo 144: 1-14
3. Romanos 8: 8-13
4. Mateo 11: 25-30
Un repaso profundo a la realidad del mundo de todos los tiempos de la historia nos lleva al encuentro con la “lógica” del poder y de los poderosos, aquellos que se creen los mesías, los salvadores de la humanidad, que imponen sus pretensiones de dominación sin contemplar aspectos éticos fundamentales, desaforados en sus ambiciones de sometimiento establecen una subcultura que arrasa con la autonomía y el derecho a la libertad. No son solamente los vulgares dictadores y tiranos que la historia nos ofrece como tristemente célebres – Nerón, Hitler, Mussolini, los patéticos militares latinoamericanos de los años setenta – sino también líderes que, desde democracias formales, aparentemente respetuosos de modelos liberales y participativos, han implantado su mentalidad al prepotente y pretendidamente liberadora de sus súbditos.
También el ser humano cotidiano, que cede a la tentación de inflar su ego, se convierte en un dominador de su entorno, rinde culto a la autosuficiencia, cualquier logro que obtiene lo transforma en egocéntrico título de superioridad sobre los demás. Así, la belleza física, el dinero, los títulos académicos, los “pergaminos” heredados de sus ancestros, su posición social, sus amistades, son soportes para sentirse dueños del mundo y de la vida. Hombres y mujeres sin referencia trascendente, que presumen de ser ellos mismos la medida de todo. Desaparece el prójimo como entidad respetable y digna de crédito, la solidaridad y la comunión fraterna son eliminadas, permanecen los ídolos del poder y sus acompañantes. 1
1 Byung-Chul Han. Sobre el poder. Herder. Barcelona, 2019. Michel Foucault. Un diálogo sobre el poder. Alianza Editorial. Madrid, 2000. Thomas Hobbes. Leviatán. Atalaya. Madrid, 1989. George Orwell. 1984. Lumen. Barcelona, 2000; Rebelión en la granja. Destino. Barcelona, 2006.
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La seudoreligión del poder surge porque hay muchas esperanzas fallidas de sentido, salvación, vida digna, justicia, muchos en la humanidad se desesperan y entronizan sus propios miedos, les conceden estatuto de salvadores, absolutizan sus pánicos e inseguridades en estos personajes que, a la postre, erigen nuevos absolutos. 2 La historia está plagada de mesianismos individuales y colectivos, con altísima capacidad para frustrar las expectativas de quienes , seducidos por sus promesas, les rindieron culto y fortalecieron sus vanidades, que le hacen el juego a esas frustraciones colectivas.
Eugene Ionesco 3 en su drama “El rey se muere”, 4narra la historia del rey Berenguer, una referencia simbólica al ser humano promedio del siglo XX, el personaje vive en medio de los excesos, de la soberbia y de la incapacidad para comprender la precariedad de la condición humana, siente pavor ante la muerte, la niega, pero ella se impone, y el poderoso Berenguer sucumbe a la misma. Parábola de las autosuficiencias humanas!
En el mundo bíblico hubo mucho de esto, penosamente se tipifican algunos reyes de Israel dados al culto religioso externo lleno de pompa, a sus alianzas con poderes extranjeros, al desconocimiento de pobres, huérfanos y viudas, como tan a menudo señalan los profetas.5 Igualmente, en nuestros medios religiosos cristianos hemos tenido lamentables alianzas con el poder,6 mayor predilección por este que por el anuncio de la Buena Noticia, se infiltraron modos paganos de jerarquías, escalafones, mentalidades nada compatibles con esto que dice Jesús en el evangelio de hoy: “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a gente sencilla”. 7
La simplicidad de Dios asusta y escandaliza porque estamos habituados a modos muy solemnes y sacralizados, refiriéndonos a El con el mismo lenguaje con el que se alude a poderosos emperadores, gobernantes y demás gentes consideradas importantes por la sociedad. Las lecturas de hoy nos ayudan a comprender la primera afirmación, y hacen posible que desarmemos ese entramado arrogante, disponiéndonos para el encuentro con el Dios de los sencillos, el que se nos revela en Jesús.
La primera lectura – del profeta Zacarías – es esclarecedora. Este profeta fue “piedra en el zapato” para los fanáticos político-religiosos que en el tiempo
2 Erich Fromm. El miedo a la libertad. Paidós. Barcelona, 1977; Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. Fondo de Cultura Económica. México D.F., 1975.
3 1909-1994, poeta y dramaturgo rumano, perteneciente a la tendencia filosófico-literaria del absurdo.
4 Eugene Ionesco. El rey se muere. Losada. Buenos Aires, 1969.
5 José Luis Sicre. Los profetas de Israel y su mensaje. Cristiandad .Madrid, 1998.
6 Jean Comby. La historia de la Iglesia: desde los orígenes hasta el siglo XXI. Verbo Divino. Estella (Navarra España), 2007. Mirar especialmente los capítulos 8 a 10 de este libro.
7 Mateo 11: 25
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de Jesús aguardaban un caudillo triunfante y nacionalista. Zacarías nos ofrece una reflexión que sintoniza mucho con las grandes aspiraciones de las comunidades que , después del doloroso exilio en Babilonia, intentaron reconstruír su identidad a partir de elementos universales, pluralistas, comunitarios, incluyentes. Para ellos, desde esa experiencia de desposeimiento , el mesías no podía ser un guerrero victorioso como el primer David ni un diplomático equilibrista como Salomón. El pueblo confiaba en alguien que fuera capaz de encaminarlos por la ruta de la justicia, la paz, la solidaridad: “Exulta sin freno, Sión, grita de alegría, Jerusalén! Que viene a ti tu rey, justo y victorioso, montado en un asno, en una cría de asna. Suprimirá los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén; será suprimido el arco de la guerra y él proclamará la paz a las naciones”. 8
Para Zacarías9 el nuevo gobernante debía distinguirse por su humildad, y por su apertura a este modo de ser. Una humildad no entendida como conformismo tonto y sumiso, sino como camino de la verdad. Desde ahí, apertura a la justicia y a la paz, como indicadores de una nueva manera de convivencia, en la que se descartan los paradigmas de aplastar al prójimo y de esclavizarlo. Esta propuesta profética incomodó – sigue incomodando en nuestros días! - .10
En la primera comunidad cristiana todos sus integrantes eran gente sencilla, no se gloriaban de nada, dòciles al Espìritu del Señor, seguían con entusiasmo el proyecto original de Jesùs y carecían de los prejuicios legales y rituales que caracterizaban a los sabios y entendidos. Estos últimos se sentían seguros y confiados por creer que lo sabían todo sobre Dios y sobre la religión, se sentían sus expertos, y asì presumìan ante la comunidad, con un problema muy grave: no estaban convertidos al amor de Dios, al sentido solidario con el prójimo; lo suyo era una religiosidad autosuficiente, que se vanagloriaba de su pericia teológica y jurídica, sin reparar en la necesaria e imperativa conversión del corazón.
Para la lógica que propone el Evangelio, los sencillos son aquellos en quienes descubrimos ausencia de cálculos interesados, agendas ocultas, intenciones dobles, estilos soterrados; es decir, los pobres, los humildes, los silenciados de aquella sociedad y religión. Estos , los “sin voz”, hacen patente que el encuentro con Dios – revelado por Jesùs como Padre compasivo y misericordioso – no se da por el conocimiento erudito de su ser ni por la
8 Zacarías 9: 9-10
9 Samuel Amsler. Los últimos profetas: Ageo, Zacarías, Malaquías. Verbo Divino. Estella (Navarra España), 2004.
10 José Luis Sicre. Con los pobres de la tierra: la justicia social en los profetas de Israel. Cristiandad. Madrid, 1984. Carlos Mesters y equipo. Lectura profética de la historia. Verbo Divino. Estella (Navarra España), 1999. Enrique Sanz Giménez-Rico. Profetas de misericordia. Universidad Pontificia Comillas. Madrid, 2007.
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rigurosa observancia de las prescripciones morales y religiosas, sino a través de la disposición para vivir en esa perspectiva de lo gratuito. Disidencia total que se hizo historia y realidad en Jesús de Nazareth, entronizando el talante de los humildes de corazón, en quienes encuentra las mejores condiciones de posibilidad para la sabiduría del Evangelio.11
Dios no comparte leyes ni conocimiento ni ritos, El se da a sí mismo, nos ofrece su propia vitalidad, la vida según el Espíritu, como podemos apreciarlo en la segunda lectura de hoy, de la carta de Pablo a los Romanos: “Mas ustedes no viven según la carne, sino según el Espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en ustedes” . 12
Todo el capítulo 8 de Romanos, que es clásico en la teología paulina, hace patente la nueva lógica de libertad y de salvación que se inaugura con Jesús. Con la expresión “según la carne” se entiende en el lenguaje bíblico al ser humano dominado por el egoísmo y por la injusticia, por los afectos desordenados, por la ausencia de gratuidad y de amor, también por fundamentar su relación con Dios en la ya referida observancia de la ley sin apertura al Padre y al prójimo. El camino de Jesús es la vida, no la ley: “Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a sus cuerpos mortales por su Espíritu que habita en ustedes” .13 Vivir en el Espíritu es ser sencillo de corazón.
Mateo, en el evangelio de hoy, conecta con las expectativas de los postergados. Jesús no se identifica con los mesianismos de su época, a él le importa hacer vigente la utopía de Dios, entronca con los ideales de aquellos profetas bíblicos que preveían un modelo alternativo de sociedad, anunciando al mismo tiempo una manera novedosa y liberadora de experiencia de Dios.
11 José Ignacio González Faus. Los pobres, vicarios de Cristo. Trotta. Madrid, 1999. Gustavo Gutiérrez Merino. La fuerza histórica de los pobres. CEP. Lima, 1978. Eloi Leclerc. Francisco de Asís: un hombre nuevo para una sociedad nueva. Sígueme. Salamanca, 1989.
12 Romanos 8: 9
13 Romanos 8: 11

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