domingo, 4 de noviembre de 2012

COMUNITAS MATUTINA DOMINGO 4 DE NOVIEMBRE XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO



LECTURAS
1.     Deuteronomio 6: 2-6
2.     Salmo 17: 2-4 y 47-51
3.     Hebreos 7: 23-28
4.     Marcos 12: 28-34
Cuàl es el fundamento de nuestra vida? Cuàl es ese principio que articula y da coherencia de sentido a todo lo nuestro? Las lecturas de este domingo, por supuesto en clave creyente, nos orientan hacia una respuesta cabal a estos interrogantes.
Algunos elementos de contexto para entender mejor la primera lectura, del Deuteronomio. Este libro obedece a una dinámica de profunda renovación teológica y espiritual en Israel, suscitada por algunos profetas, que veìan con inmensa pena la decadencia de la religión y sus consecuencias negativas en el tejido social.
Es lo que sucede cuando la religión se torna un rito vacìo, sin referencia a la realidad del mundo, cuando sus ministros se hacen burócratas rituales, cuando el lenguaje y el estilo en general están distanciados de la vida y de sus mismos orígenes, cuando pierde fuerza profética y capacidad transformadora.
Deuteronomio significa “segunda ley”, es una  tendencia en el Antiguo Testamento para retornar a los israelitas a los auténticos fundamentos de su fe y de su humanidad. Es parecido a lo que significò ( y esperamos que siga significando!!!) el concilio Vaticano II para la iglesia del siglo XX con sus dinámicas de diálogo con otras tradiciones religiosas, de recuperación del carácter histórico y existencial de la teología, de espiritualidad ecuménica, de atención a los signos de los tiempos, de inserción en las crudas realidades sociales , de apertura a nuevas sensibilidades en la formulación y vivencia de la fe. Pongàmosle cuidado al Deuteronomio porque en este tiempo eclesial, marcado por un retorno a pràcticas y modelos conservadores, necesitamos de un nuevo movimiento del Espìritu que nos ponga en contacto con lo esencial del proyecto de Jesùs con todas sus posibilidades de respuesta liberadora a las búsquedas de las gentes de nuestro tiempo.
Y aunque parezca de elemental sentido común decirlo, lo fundamental es Dios, como lo formula este texto: “Escucha, Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno. Amaràs al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6: 4-5).  Esta afirmación-invitaciòn adquiere todo su sentido si constatamos que muchas de las convicciones y modos de la religión están màs orientados a una ideología deformada y deformadora sobre Dios que a una experiencia de su vida en medio de nosotros.
Esto es lo que sucede con las posturas fundamentalistas, con el complejo de superioridad moral (fariseísmo), con el apego a normas y minuciosidades legales, sin………………..conversiòn del corazón al verdadero Dios. La tendencia deuteronomista orienta a una ruptura con todos los falseamientos religiosos para acceder al Dios vivo, que se implica decisivamente en nuestra historia, que es plenamente solidario con el ser humano, que se nos revela plenamente en Jesucristo.
Creer en Dios no es, entonces, un apego desordenado a determinados líderes religiosos, ni a ideas no procesadas en un saludable discernimiento y en una catequesis seria y comprometida, ni a modelos que en determinado momento de la historia tuvieron vigencia pero que ya perdieron su fuerza significativa.
Por esto, Jesùs responde con tanta sencillez y profundidad al letrado que vino a preguntarle sobre el mandamiento màs importante, su respuesta es el mismo texto ya referida del Deuteronomio, y lo complementa asì: “El segundo es este: amaràs  a tu prójimo como a tì mismo. No hay otro mandamiento màs importante que estos” (Marcos 12: 31).
Què mociones espirituales suscitan en nosotros estos textos? A què realidades estamos dedicando nuestros mayores esfuerzos? Estamos vendidos a la consecución afanosa de dinero y de comodidades? Somos adictos al trabajo haciéndole perder su significado de realización personal y de servicio? Nos preocupa en exceso nuestra imagen social y buscamos siempre aprobación y reconocimiento? Dios es apenas un recurso ocasional para momentos de emergencia? Nuestra religiosidad es formal y de pràcticas convencionales?
La autèntica experiencia de Dios siempre produce un “revolcón” en la vida de quien se deja seducir por El. Què bueno poder decir y sentir: “Yo te amo, Señor, mi fuerza. El Señor es mi roca, mi defensa y el que me libra; mi Dios, la peña en que me refugio y mi escudo, mi fuerza salvadora y mi fortaleza” (Salmo 17: 3).
A propósito de esto, permítanme una evocación personal, muy sencilla pero de denso significado: el 30 de septiembre de 2011 salimos del Hospital de San Ignacio con mi hermana Clarita, luego de haber estado interna allì para diversos exámenes. El diagnòstico final arrojò que el cáncer ya había hecho metástasis en su cerebro, por esto ìbamos muy afligidos. Al pasar frente a la capilla del hospital, ella nos indicó que querìa entrar, asì lo hicimos, y yo sentí, creo que  también mi cuñado, mis sobrinos, mi hermana Josefina, que ella estaba explicitando en silenciosa oración todo el sentido de su vida y su total  confianza en el Señor, en un momento en el que su fragilidad era  absoluta.
En los dos meses que siguieron antes de su Pascua, ella evidenciò su rica interioridad y su serena certeza de la presencia de Dios en su vida, en el que ahora està inserta para siempre , plena y bienaventurada.
Quiero compartir este sentimiento con los padres, hermanos y esposo de Ana Marìa Hidalgo Jaramillo, de Sergio Montenegro Botero, de Jorge Hernàn Lòpez, de Jarby Armando Pèrez Amaya, de Gerardo Arango Puerta, nobles amigos llamados recientemente por el Señor a su plenitud. Sè muy bien que estas familias, de sincera raigambre cristiana, asì viven la  partida de sus seres queridos.
La reciedumbre espiritual de Teresa de Jesùs, de Edith Stein, de Monseñor Romero, de Ignacio de Loyola, de Catalina de Siena, del Padre Arrupe, de tantos hombres y mujeres señalados por ser creyentes ejemplares, se debe a la total disposición de todo su ser y su quehacer para Dios.
Dios se ha expresado de modo decisivo y pleno en Jesùs, constituìdo en mediador de la fundamentación teologal de nuestra vida, el suyo es un sacerdocio cualitativamente nuevo, en el que la ofrenda no son sacrificios externos a èl sino la donación de su propia vida para abrir el camino de toda la humanidad hacia Dios, de modo liberador y salvador: “El no tiene necesidad, como los sumos sacerdotes, de ofrecer cada dìa sacrificios por sus propios pecados antes de ofrecerlos por los del pueblo, porque esto lo hizo de una vez para siempre ofreciéndose a sì mismo” (Hebreos 7: 27)
En esta lógica de salvación, Jesùs nos està diciendo que la jugada maestra de la vida es darse a Dios y a los seres humanos, como en la respuesta que diò al letrado. Atenciòn: esta no es una consideración piadosa, es proyecto de vida, haciéndolo en  eso nos van la libertad, el sentido, la trascendencia!!!!

Antonio Josè Sarmiento Nova,S.J.
Alejandro Romero Sarmiento

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog