domingo, 22 de septiembre de 2013

COMUNITAS MATUTINA 22 DE SEPTIEMBRE DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO



Lecturas
1.      Amós 8: 4-7
2.      Salmo 112: 1-8
3.      1 Timoteo 2: 1-8
4.      Lucas 16: 1-13
Dentro de los asuntos que son indispensables para una correcta existencia humana y creyente, la Biblia es muy enfática en invitarnos a desprendernos del fundamentalismo del dinero y de  los bienes materiales, lo mismo que en  la práctica de la solidaridad y la justicia con los más débiles de la humanidad. Estos son los aspectos clave que nos comunica la Palabra en este domingo.
El libro del profeta Amós es un texto de marcada sensibilidad social.  En el siglo VIII, antes de Cristo, el reino de Israel disfruta de riqueza y prosperidad, pero con notoria inequidad: el bienestar de unos pocos es insultante para la mayoría que vive en medio de gran estrechez. Este es el contexto del ministerio y palabra de Amós.
El profeta recorre el país denunciando las injusticias sociales: “Escuchen esto, Ustedes que explotan al pobre y exterminan a los humildes. En los días de fiesta y descanso ya están esperando al día siguiente para vender su trigo con balanzas falsas. Ustedes falsean la medida y la moneda. Venden al pobre por dinero” (Amós 4: 4-6). Son palabras de incuestionable fuerza y severidad!
Al escucharlas podemos traer a la memoria  conocidos personajes que, desde la fe en Jesucristo, han hecho suya la bandera profética de la justicia, como Desmond Tutu, (n. 1931), arzobispo anglicano en Sudáfrica, premio Nobel de Paz en 1984 ;Dorothy Day, (1897 -1980), cristiana norteamericana que dedicó su vida a promover la dignidad de la clase obrera en su país; Gerardo Valencia Cano (1917-1972), Obispo de Buenaventura (Valle del Cauca) que sirvió como pastor de la iglesia con especialísimos compromiso y abnegación, principalmente en favor de las comunidades afro de esa empobrecida región del Pacífico colombiano.
Las vidas de ellos y las  de muchos otros  seguidores de Jesús han estado signadas por esta pasión profunda por la dignidad humana, estableciendo una clara línea de coherencia entre su fidelidad al Señor y su ministerio profético de servicio a los más humildes. Sus relatos de vida  son una invitación a imitarlos  y a  sintonizarnos con los requerimientos de dignidad de millones de seres humanos.
En la oración de hoy les proponemos considerar dos aspectos particularmente:
-          Porqué tanta reiteración en el asunto de la dignidad humana? Acaso no hay otras realidades que también demandan atención en el camino creyente? Es una veleidad ideológica – tendencia izquierdista, tal vez? – o un imperativo que el mismo Señor Jesús establece para quienes desean asumir la totalidad de los compromisos que demanda su seguimiento?
-          Conscientes de que las confrontaciones que nacen del talante profético son fuertes y tajantes, cómo anunciar este reino de justicia e inclusión, cómo denunciar lo que es incompatible con él, sin propiciar agresividad, lucha de clases, descalificaciones excluyentes?
Abiertos al Espíritu pongámonos en disposición de discernimiento para escrutar a dónde y cómo nos lleva la voluntad de Dios en estas sensibles realidades de nuestro mundo. Cómo hacer compatible la sinceridad de nuestra fe con una exquisita sensibilidad en materia de justicia y de opción preferencial por los pobres?
En la semana que termina el Papa Francisco recibió en audiencia personal al conocido teólogo peruano Gustavo Gutiérrez Merino (n. 1928), fraile dominico a quien se considera el padre de la Teología de la Liberación, tendencia surgida en América Latina a comienzos de los años setenta, en el dinamismo de creatividad eclesial que se suscitó después del Concilio Vaticano II.
El Padre Gutiérrez, indudablemente un hombre de Dios, perseguido e incomprendido por muchos en la Iglesia, por considerar que su  teología ha estado “contaminada” por el marxismo y  por una interpretación materialista del cristianismo, es un claro signo de esta pasión evangélica por el ser humano humillado y maltratado por la injusticia de un sistema que no se fundamenta en el humanismo sino en la ganancia egoísta, como lo señala el texto de Amós.
Bello y evangélico gesto este del Papa para reconocer a un hombre “con olor a oveja” , siguiendo con la expresión que el mismo Francisco nos dijo a obispos y sacerdotes en su homilía del Jueves Santo.
Y ahora nos vamos con el administrador astuto, según la parábola que nos propone hoy el evangelio de Lucas. Es claro que Jesús  no está alabando la pérfida astucia de este hombre sino su habilidad para hacer amigos. Manejamos así nuestros asuntos para llevar una vida de contundente fidelidad al Evangelio? Desarrollamos las mejores estrategias para que los criterios de Jesús sean los que determinen nuestras opciones y actuaciones? Podemos hablar en nosotros de una “inteligencia evangélica” que inspire todo nuestro ser y nuestro quehacer?
“El que se mostró digno de confianza en cosas sin importancia será digno de confianza también en las importantes, y el que no se mostró digno de confianza en cosas mínimas, tampoco será digno de confianza en lo importante. Por lo tanto, si Ustedes han administrado mal el maldito dinero , quien va a confiarles los bienes verdaderos? (Lucas 16: 10-11) Qué podemos decir de nosotros mismos al Señor, a las personas con quienes estamos comprometidos, a nuestra conciencia, en estos aspectos fundamentales de la vida? Somos cristianos por costumbre o inercia sociocultural, o afincados fanáticamente en posturas fundamentalistas, o decididamente nos dejamos liberar por Jesús para entrar en la bienaventurada dinámica del reino de Dios y su justicia?
La fidelidad al Señor nos libera de la conducta esquizofrénica, El cataliza y unifica todos nuestros esfuerzos, nos advierte críticamente sobre las idolatrías: “Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero” (Lucas 16: 13), es una afirmación tajante que nos lleva a asumir todo lo que somos y tenemos como medios que, usados y vividos con salud evangélica, nos conducen al fin para el que hemos sido creados.
En qué depositamos la seguridad de nuestra vida: en nuestros aprendizajes y títulos? En los abolengos sociales? En el dinero y en la capacidad adquisitiva? En las comodidades materiales? En la belleza física? En los muchos éxitos de nuestras hojas de vida? O nos dejamos llevar por la incontenible fuerza liberadora del Espíritu que nos lleva a afianzar todo lo nuestro en el fundamento sabio, constante y creciente, siempre trascendente, del Dios que se nos ha revelado en Jesucristo?
Este es el testimonio que nos ofrece Pablo en el texto de la 1 carta a Timoteo: “Pues único es Dios, único es también el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, verdadero hombre, que entregó su vida para ganar la libertad de todos” (1 Timoteo 2: 5-6). Estas palabras son un recuerdo de que el interés preferencial de Dios es la plenitud-felicidad-realización-redención-salvación-liberación de cada ser humano, la gran experticia del Padre es hacer seres humanos de primera, teniendo como referencia esencial a Jesús, y Pablo es testigo privilegiado de esto, pues lo vivió en sí mismo y dedicó su vida a comunicarlo en aquellos años originales de la historia cristiana.
En este orden de ideas, es de altísima importancia destacar que el trabajo pastoral debe orientarse en esta perspectiva: cómo aportar a la generación de un mejor ser humano? A la construcción de sociedades más sanas? Cómo aportamos al sentido de la vida, a la esperanza en un mundo mejor? Cómo nos hacemos presentes los cristianos en las dinámicas de la paz, de la equidad, del diálogo y encuentro entre las diversas tradiciones religiosas? Cómo nuestra fidelidad a Jesús se traduce en la defensa de la vida, en todas sus manifestaciones? Cómo inspiramos la defensa y promoción de la dignidad del ser humano?
Que la respuesta a estas cuestiones de profundidad sea nuestra propia biografía, aportándola con sinceridad y transparencia para construír el gran relato de la humanidad en términos de espiritualidad, de vida recta, de comunión y fraternidad, de disfrute exquisito de este mundo que el buen Dios nos ha regalado para cuidarlo y para hacerlo un escenario de todo lo mejor del ser humano cuando se sabe inscrito en este amor siempre mayor.
 Mucho más que luchas apologéticas o demanda de privilegios jurídicos e institucionales, o discursos de intransigencia moralista, las comunidades cristianas serán relevantes en la historia en la medida de su sinceridad evangélica y humana, en la claridad para vivir los imperativos del Señor y para atender con apertura de mente y corazón los clamores de la humanidad, sus búsquedas de sentido, sus gozos y esperanzas. 
Si así vivimos podremos decir con el salmista: “Feliz el hombre que ama al Señor, que encuentra en sus mandatos su contento…….. Se yergue como luz para los buenos, el que es justo, clemente y compasivo……” (Salmo 112: 1 y 4). Esto es felicidad según Jesús, vale decir, bienaventuranza!
Antonio José Sarmiento Nova,SJ – Alejandro Romero Sarmiento

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