Lecturas
1.
Amós
6: 1 y 4-7
2.
Salmo
145: 7-10
3.
1
Timoteo 6: 11-16
4.
Lucas
16: 19-31
Sobre cuáles realidades depositamos nuestras seguridades los
seres humanos? Cuáles son los fundamentos que dan sentido a nuestra existencia?
Cuáles las motivaciones que estructuran nuestro proyecto de vida y las
prioridades que alimentan nuestras decisiones y estilos de vida?
Al comenzar esta reflexión dominical afinemos nuestra sensibilidad
espiritual para captar la frecuencia de Dios – docilidad al Espíritu! –disponiéndonos
a responder estas cuestiones, decisivas para una existencia auténtica y
trascendente.
La Palabra que se nos propone este domingo es particularmente
fuerte y exigente, de permanente actualidad, y se puede completar con esta
reflexión del Papa Francisco, pronunciada el 22 de septiembre pasado, en la
isla de Cerdeña: “Luchemos todos juntos contra el
ídolo dinero, contra un sistema sin ética, injusto, en el que manda el dinero”.
Este es un mensaje directo a una de las mayores idolatrías de la humanidad,
dicho no por un líder de izquierdas, sino por el obispo de Roma, nada
sospechoso de participar de estas ideologías.
Es legítimo para todo ser humano buscar arraigos y
seguridades orientadas a una vida digna, pero no es legítimo que esos
aseguramientos se construyan a costa de la dignidad del ser humano, de sus
posibilidades de una existencia decente.
Este es uno de los
aspectos esenciales que debemos subrayar, deducidos del mensaje de Jesús en la
severa parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro: “Un día murió el mendigo, y los
ángeles lo llevaron junto a Abraham, al paraíso. Y el rico también murió, y lo
enterraron. El rico, padeciendo en el lugar al que van los muertos, levantó los
ojos y vió de lejos a Abraham, y a Lázaro con él. Entonces gritó: Padre
Abraham, ten compasión de mí! Envía a Lázaro, a que moje la punta de su dedo en
agua y venga a refrescar mi lengua, porque estoy sufriendo mucho entre estas
llamas. Pero Abraham le contestó: hijo, recuerda que a ti te fue muy bien en la
vida, y que a Lázaro le fue muy mal. Ahora él recibe consuelo aquí, y tú en
cambio estás sufriendo. Pero además hay un gran abismo abierto entre nosotros y
ustedes; de modo que los que quieren pasar de aquí ahí, no pueden; ni los de
ahí tampoco pueden pasar aquí” (Lucas 16: 22-26)
Cómo interroga este texto la búsqueda humana de seguridades
materiales y los criterios con los que se manejan los bienes económicos? Qué
preguntas nos hace en lo tocante a nuestra conciencia de la dignidad humana y
de la solidaridad como actitud permanente ante los hermanos más afectados por
las consecuencias de un sistema , bien conocido de todos, que se orienta al
lucro mayor para quienes disponen de mejores capitales y de la propiedad de los
medios de producción? Qué desafíos éticos para las personas y las sociedades
sumergidas en la cultura del confort y del bienestar?
La Buena Noticia de Jesús es una invitación constante al
desasimiento, a la libertad que nos hace relativizar todo bien material, a no
depositar nuestra seguridad en el poder, el dinero , el éxito – ídolos bien
conocidos y críticamente detectados! - , a estructurar nuestra existencia en
Dios Padre – Madre, condición que nos remite a apreciar a cada ser humano no
como un productor o generador de ganancias, ni como un competidor, sino como
un otro, un prójimo, con valor y
dignidad en sí mismo, con quien podemos establecer unos vínculos basados en la
comunión, en el encuentro gratuito, en la libertad compartida, en el ejercicio
más feliz de humanidad.
A esta fuerte confrontación se une también la del profeta
Amós, que pone en tela de juicio las seguridades de sus contemporáneos: “Ay
de los que llevan una vida fácil en Sión, ay de los que viven confiados en
Samaria, los jefes de la nación más importante, a quienes recurren los
israelitas!” (Amós 6: 1). Con las expresiones “Sión” y “Samaria”
se refiere a la seguridad de la institución religiosa judía, no precisamente
conocida por su solidaridad y riqueza espiritual, por su cercanía a los
oprimidos, sino por su arrogancia y autosuficiencia, y por la solemnidad de un
culto externo sin conversión del corazón.
Porque también cabe advertir que lo religioso se puede tornar
idolatría, seguridad egoísta, zona de comodidad sin compromiso, refugio para
personas incapaces de afrontar los retos de la historia, ámbito de vanidades
morales, también lejanía de los clamores y sufrimientos de la humanidad
doliente. No en vano este es uno de los elementos que estructuran el ministerio
de los profetas de Israel, muy exigentes por cierto en materia de establecer la
coherencia entre la fe profesada y la conducta existencial.
A la luz de estos criterios , cómo valoramos nuestros estilos
y prácticas religiosas? Nuestra espiritualidad
es como un negocio individual, aislado de los demás y de la historia, en
el que sólo buscamos una pretendida salvación en el más allá? Somos
coleccionistas de piedades ahistóricas? Nuestros rezos carecen de prójimo y de
impacto profético? : ”Beben vino en grandes copas pero nada les
importa la ruina del país! Ustedes serán los primeros en ir al destierro, y
cesará el alboroto de sus banquetes!” (Amós 6: 6-7)
Control de calidad de la genuina religiosidad y de la
vivencia espiritual es la referencia explícita y comprometida al ser humano, la
capacidad de compasión, de implicación encarnatoria en dramas y sufrimientos,
como Jesús, hijos del mismo Padre, hermanos de todos, servidores de la vida,
apasionados por la justicia y la libertad. De lo contrario, tantos rezos y
ceremonias serán vacíos e irrelevantes ante Dios!
Son muchísimas las constataciones de la falsedad de todo este
universo de “seguridades”, también las de la injusticia, de la perversidad del
sistema económico vigente en el mundo, de los llamados “ajustes” en las
políticas laborales y salariales, de las medidas que en este sentido adoptan
los gobiernos, de los beneficios que se brindan a los grandes conglomerados de
economía y producción, de cómo esto incide negativamente en la calidad de vida
de millones de seres humanos, en su empleo, en el acceso a los beneficios de
educación, vivienda, salud, alimentación.
A este propósito conviene recordar las juiciosas reflexiones
de Joseph
Stiglitz en su inquietante escrito “Malestar en la globalización”,
justamente inspirado en las ostensibles precariedades e inconsistencias del modelo de capitalismo neoliberal. Lectura
recomendada para inconformes!
Cómo transformar mentalidades, cómo asumir nuevas
prioridades, cómo tomar otro tipo de decisiones, cómo construír un mejor ser
humano, unas sociedades más generosas, fraternas , solidarias, conscientes de
la dignidad del ser humano y de su derecho
a una calidad de vida que sea coherente con su esencia?
Las imágenes que a menudo nos llegan de las interminables
guerras y pobrezas del Africa negra, las inmensas barriadas plenas de pobres y
de carencias en Sao Paulo, Ciudad de México, Bogotá, Lima, Río de Janeiro, los
relatos de atrocidades en uno y otro sentido, mientras se dan también seres
humanos y ambientes totalmente anestesiados antes estos dramas: cómo interroga
todo esto nuestra sensibilidad cristiana y nuestra intención de seguir
fielmente el camino de Jesús?
Muchas comunidades de cristianos sinceros quieren vivir a
contracorriente del frenesí consumista e insolidario, voces proféticas que nos
recuerdan lo esencial de nuestra fe, movimientos que rescatan con intensidad
profética la fuerza del Evangelio, invitaciones permanentes a reorientar
nuestra vida para encauzarla definitivamente por los caminos de la projimidad,
de las mesas compartidas en igualdad de condiciones, de las vidas donadas para
que las de otros sean restauradas.
Dom Helder Pessoa Cámara (1909 – 1999) fue un gigante moral,
un pionero de la dignidad humana, nacido en Brasil, sacerdote y obispo, se
apasionó evangélicamente por la causa de los pobres, se hizo voz de los sin
voz, su palabra potente surgida de su pequeño y frágil cuerpo resonó en muchos
auditorios y plazas en diversos lugares del mundo en nuestro reciente siglo XX,
su vida – finísimo relato del amor de Dios – encarnó como pocos la fidelidad a
Dios y al ser humano, al estilo de Jesús, vilipendiado por los dueños del sistema,
amenazado de muerte, pero siempre osado
para señalar las inconsistencias de la sociedad occidental, del
ignominioso régimen de seguridad nacional vigente en su país en la segunda
mitad del siglo anterior, este hombre de Dios fue llamado por Juan Pablo II “hermano mío, hermano de los
pobres”.
Una vida así es un
mensaje de Dios directo a la conciencia, guante que El mismo nos lanza como
reto para transformar radicalmente el curso de la historia, porque no se trata
de que haya ricos Epulones, egoístas e indiferentes, ni tampoco pobres Lázaros,
abandonados a una mísera suerte. Será posible una sociedad más austera,
servicial, con una lógica distinta de la del capital y el mercado? Que no nos
vayamos de este mundo sin haber respondido cabalmente tan exigente pregunta!
Apropiémonos de las palabras que Pablo dirige a Timoteo,
inspiradas en la seguridad inagotable que sí salva y libera: “Pero
tú, hombre de Dios, huye de todo eso….mantén una conducta pura e irreprensible
hasta la venida de Nuestro Señor Jesucristo….” (1 Timoteo 6: 11 y 14).
Que la lógica del Evangelio, la que configuró las vidas de Pablo y Timoteo, sea
también la nuestra, en términos de rectitud y transparencia, que el Espíritu
escriba nuestras biografías, que los llamados del prójimo escarnecido nos hagan
reaccionar, que la historia no esté relatada por poderosos y banqueros, que
todo ser humano con aspiraciones de libertad y dignidad sea el mejor biógrafo
del género humano!
Antonio José Sarmiento Nova , SJ – Alejandro Romero Sarmiento
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