“Y
si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos
habita en ustedes, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos
dará también vida a sus cuerpos mortales por su Espíritu que
habita en ustedes”
(Romanos
8: 11)
Lecturas:
- Ezequiel 37:12-14
- Salmo 129: 1-8
- Romanos: 8: 8-11
- Juan 11: 1-45
La
vida de los seres humanos es una gran paradoja, nos sabemos limitados
y finitos pero al mismo tiempo con el máximo deseo de vivir siempre
y de permanecer más allá de estas fronteras de la precariedad. Son
incontables las evidencias de esta condición, cada uno desde su
propio relato vital puede dar cuenta de ellas, pequeñas y grandes
muertes de cada día, abandonos y soledades, fracasos y vacíos,
también plenitudes y amores profundos, ilusiones que se tornan
realidad. 1
La crisis planetaria del corona virus es contundente experiencia que
nos pone en situación-límite, vivencia de lo contingente como pocas
en el mundo, similar a la de las guerras y a las depredaciones del
hombre por el hombre, pero también apertura al sentido pleno de la
existencia.
No
tiene el tiempo trabazón ni rieles
Fuera
de la constelación de tus heridas.
Tu
cuerpo se me vuelve rosa con cinco pétalos de sangre.
Piedra
de donde parten las fuentes saciadoras.
Despierta,
despierta ya inaugurando vida y amanecer y lucha.
Despójate
la niebla y el silencio
Y
vence, una vez más.
Yo
y el tiempo y la piedra y la rosa
En
la austera belleza de esta expresión palpita la conciencia de lo
que somos, fragilidad, muerte, pero también pasión por la vida. La
Palabra que se nos ofrece este V domingo de Cuaresma es el
reconocimiento teologal de esta realidad, en la que los seres humanos
estamos cabalmente definidos e identificados.
Ezequiel
– de cuyo texto tenemos la primera lectura - es el profeta del
exilio, ejerció su ministerio con los desterrados de Babilonia entre
los años 593 y 571 antes de Cristo. Conocemos por la historia la
durísima prueba que sufrió el pueblo de Israel cuando fueron
invadidos por el imperio de Babilonia, conquistados y desposeídos de
su tierra y de su libertad, de los símbolos que constituían su
identidad.
Ante
esto, el profeta se duele por la suerte de su gente, expuestos a
morir lejos de su patria, pero, en nombre de su fidelidad a Yahvé,
sello que define su misión, se presenta también como testigo de la
esperanza que se origina en El: “Por
eso profetiza y diles: Voy a abrir sus tumbas, los sacaré de ellas,
pueblo mío, y los llevaré de nuevo al suelo de Israel” .
4
En
el Antiguo Testamento, en general, no había una esperanza de
inmortalidad, esta se colmaba con las bendiciones “materiales”
que para ellos eran clarísimas muestra del favor de Dios:
descendencia abundante, larga vida, tierra prometida donde asentarse,
existencia digna, justicia para todos.
La
evolución hacia la expectativa de vida eterna se concreta en los
últimos libros del Antiguo Testamento, como Sabiduría, Macabeos,
Daniel. Esta conciencia surge en la clave de la doctrina bíblica de
la retribución: cómo va a premiar Dios a los justos? Vienen aquí
las más densas preguntas por el misterio del mal, por las tragedias
que aquejan a los inocentes, por la justificación de la existencia,
por el misterio de la muerte. 5
Mientras
tanto, la ilusión de todo buen israelita, justo y creyente, es la de
acoger los dones materiales con los que Yahvé expresa su
complacencia por este buen vivir. Lo asume el profeta diciendo:
“Infundiré
mi espíritu en ustedes y vivirán; los estableceré en su suelo, y
sabrán que yo, Yahvé, lo digo y lo hago – oráculo de Yahvé –”.
6
Valgan
estas consideraciones para situarnos en las legítimas aspiraciones
de la humanidad, tener una calidad de vida que corresponda con su
dignidad, lograr que los grandes ideales se vean cumplidos,
disfrutar del amor en la relación de pareja y en la
paternidad-maternidad, llevar a cabo proyectos que hagan del mundo un
ámbito más y más humano, constatar que la felicidad no es un
concepto vano sino gozosa que se va haciendo en el día a día . Y
ahora, que se controle la pandemia covid-19 en todo el planeta, y que
la misma posibilite una nueva manera de ser y de vivir en este
mundo.7
Cómo anunciar la vida de Dios a quienes son desposeídos de sus
condiciones de dignidad y fracturados en sus posibilidades de
esperanza? La salvación cristiana es liberación integral, plenitud
humana en la historia y trascendencia definitiva en la vitalidad
inagotable del Padre.8
La
vida en el Espíritu nos saca de la muerte que causan el egoísmo
estéril, la injusticia, el pecado, la falta de solidaridad, el dar
la espalda a Dios: “Así
que los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas
ustedes no viven según la carne, sino según el espíritu, ya que el
Espíritu de Dios habita en ustedes”
.9
En la concepción paulina “vivir según la carne” es vivir en el
pecado, en el rechazo del amor de Dios y del prójimo, en el creer el
ser humano que es la medida de todo. Es el mundo de la muerte,
negación del amor definitivo, rechazo de la vitalidad que proviene
del Padre y de la relación solidaria con el prójimo.
Es
perfectamente lógico que estos textos se nos propongan en Cuaresma,
para que hagamos conciencia de todo aquello que nos impide vivir en
sentido teologal y humano, y nos dejemos asumir por la Vida que
reconfigura todo nuestro ser y quehacer: “Pero
si con el Espíritu hacen morir las obras del cuerpo, ustedes
vivirán”
. 10
Ahora,
con estos antecedentes, nos ponemos en el contexto del relato de
Juan, la resurrección de Lázaro, 11
el último de los siete signos que articulan este cuarto evangelio. 12
En todos ellos el evangelista afirma a Jesús como Señor de la
vida, antes de enfrentarse al dramatismo de la cruz y de la muerte.
Siguiendo la teología del cuarto evangelio, en Jesús el ser humano
es asumido para pasar de la muerte a la vida. Los judíos
observantes, que no aceptaban a Jesús , sienten que el gesto de
devolver a Lázaro a la vida y el entusiasmo de la gente que empieza
a creer más y más en El, son una provocación para sus ortodoxas
convicciones y prácticas religiosas. Con esto, tienen todos los
argumentos para juzgarlo como blasfemo y someterlo al juicio y a la
condenación.
Este
relato es un testimonio creyente de señalada solidez para aseverar
lo mismo que dice Jesús a Marta, la hermana del fallecido Lázaro:
“Yo
soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y
todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. Crees esto?”
. 13
La afirmación estructura todo el evangelio de Juan y la línea
programática de esta narración teologal-pascual se formula así:
“En
verdad, en verdad les digo que llega la hora (ya estamos en ella) en
que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan
vivirán”
. 14
Lázaro
somos nosotros limitados por la muerte y por todas las demás
contingencias humanas. Sus hermanas son la nueva comunidad que se va
a beneficiar de la vitalidad de Dios, también nosotros estamos ahí.
El no viene a prolongar la vida física sino a comunicar la vida de
Dios. El que asume ser como El queda definitivamente involucrado en
esa vida nueva. La muerte no es el trágico fin de la condición
humana,es lo que Jesús quiere demostrar a Marta y a nosotros.
Al
quitar la losa desaparece simbólicamente la frontera entre los vivos
y los muertos:
“Dijo Jesús: quiten la piedra. Marta, la hermana del muerto, le
advirtió: Señor, ya huele, es el cuarto día. Replicó Jesús: no
te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” .
15
La vida de Jesús es la vida misma de Dios. El ser humano que no nace
a la nueva vida permanece atado de pies y manos, por eso él lo
“desata”: “Dicho
esto, gritó con fuerte voz: Lázaro, sal afuera! El muerto salió,
atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario.
Jesús les dijo: desátenlo y déjenlo andar” .
16
Salir
de la tumba, como Lázaro, es dejar atrás todo lo que deshumaniza y
mata, todo lo pecaminoso. Salir de los lugares de muerte para hacer
el tránsito pascual a la vitalidad incontenible que viene con
Jesús.17
1
Ramón Lucas Lucas. Horizonte vertical: sentido y significado de
la persona humana. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid,
2010.
2
Nacido en 1935, fallecido en 2016, sacerdote jesuíta. Profesor en
la Universidad Católica de Córdoba, en su país. En su poesía la
angustia por la existencia se expresa bellamente, con palabra justa,
despojada de lo secundario.
3
Osvaldo Pol, de su poemario Situación y criba (1990). Publicado en
Hombre y Dios: cien años de poesía hispanoamericana.
Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 1996. Página 352
4
Ezequiel 37: 12
5
Ignacio Lepp. Psicoanálisis de la muerte. Ediciones Carlos
Lohlé. Buenos Aires, 1967; Karl Rahner. Sentido teológico de la
muerte. Herder. Barcelona, 1975. Hans Küng. Vida eterna?
Trotta. Madrid, 2006.
6
Ezequiel 37: 14
7
Juan Alfaro. Esperanza cristiana y liberación del hombre.
Herder. Barcelona, 1976.
8
Gustavo Gutiérrez. El Dios de la vida. Sígueme. Salamanca,
1994.
9
Romanos 8: 8
10
Romanos 8: 13
11
Juan 11: 1-44
12
El agua convertida en vino Juan 2: 1-12; la curación del hijo de un
funcionario real Juan 4: 46-54; la curación de un enfermo en la
piscina de Betesda Juan 5: 1-18; la multiplicación de los panes y
los peces Juan 6: 1-15; Jesús camina sobre el agua Juan 6: 16-21;
la curación del ciego de nacimiento Juan 9: 1-40.
13
Juan 11: 25-26
14
Juan 5: 25
15
Juan 11: 39-40
16
Juan 11: 43-44
17
Andrés Torres Queiruga. Repensar la resurrección. Trotta.
Madrid, 2006.
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