domingo, 8 de marzo de 2020

COMUNITAS MATUTINA 8 DE MARZO 2020 DOMINGO II DE CUARESMA CICLO A


“Esta gracia se ha hecho patente ahora con la manifestación de nuestro salvador Cristo Jesùs, quien ha destruido la muerte y ha hecho irradiar vida e inmortalidad por medio del Evangelio”
(2 Timoteo 1: 10)

Lecturas:
1.   Gènesis 12: 1-4
2.   Salmo 32: 4-5;18-19 y 20-22
3.   2 Timoteo 1: 8-10
4.   Mateo 17: 1-9

El centro del mensaje de este domingo se concentra en el relato de la Transfiguración de Jesús propuesto por Mateo. Es un texto muy antiguo, elaborado a partir de la experiencia pascual vivida por los discípulos. Una vez que descubrieron el verdadero ser de Jesús en esta vivencia,  fundamento de  la fe cristiana, trataron de comunicarla porque en ella recibieron la Vida, que transformó decisivamente las suyas. Para hacerlo creíble lo ponen en la vida terrena de él, justo antes del juicio de la pasión; pero, en realidad, lo que están describiendo es un genuino testimonio pascual, sus vidas ahora son sustancialmente nuevas,[1] en camino de transfiguración.
Así, se nos remite a un asunto permanente de la condición humana,  el misterio de la muerte y de la vida, el del gozo y el dolor, el de la destrucción-aniquilamiento y el de la regeneración y transformación, el de la  oscuridad y el de la luz.  Todo esto va sucediendo constantemente en nuestras vidas, hasta que viene el momento definitivo de la muerte y , con esto, el paso  a la luminosidad definitiva: “Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y les dijo: Levántense, no tengan miedo. Ellos alzaron sus ojos y no vieron a nadie más que a Jesús”. [2]
Es bien clara la intención de presentar este relato en el ambiente de cuaresma. Esta  no puede ser sombría, como suele darse en muchos medios cristianos. Su espíritu es   hacernos  conscientes de la esperanza radical que sustenta nuestra existencia, es Dios mismo quien nos ha asumido en el Señor Jesucristo, él  se ha implicado vitalmente en todo lo que somos para liberarlo del absurdo orientándolo hacia la vida plena de la que él es portador prototípico. Lo que el pecado y la muerte desfiguran es transfigurado en él  mismo que nos pone junto al Padre, [3] se inserta en nuestro ser para hacernos nuevos en el amor y en la libertad. [4]
Los seres humanos estamos expuestos a desfigurarnos por el pecado, por la injusticia, por la muerte, pero – gracias a Dios – las cosas no se quedan irreversiblemente lanzadas al absurdo. En Jesús el Padre nos configura y nos transfigura.
Abraham – referido por la primera lectura – es un relato estupendo de este trànsito de lo oscuro a lo luminoso a partir de su encuentro con Yavè. Es el prototipo de uno de los muchos grupos hebreos que emigraban buscando mejores maneras de vivir, como sucede con millones en el mundo de hoy.
En ese esfuerzo existencial, profundamente humano y no pocas veces doloroso, escuchan el llamado a dejarlo todo y a fiarse de una novedosa promesa de vida: “Yahvè dijo a Abrahan: vete de tu tierra, de tu patria, y de la casa de tu padre a la tierra que yo te mostrarè. De ti harè una nación grande y te bendecirè. Engrandecerè tu nombre, y seràs tu mismo una bendición para muchos” . [5]
Leamos el relato involucrándonos también en nuestros proyectos de vida,  viendo còmo tenemos que salir de un mundo de seguridades, haciendo rupturas con todo lo que nos impide vivir con sentido, tomando decisiones  liberadoras,   y corriendo el riesgo de una nueva vida en la que se vislumbran posibilidades de definitiva plenitud, son  nuestras “tierras prometidas” como las que alimentaron la esperanza de  Abrahán y de las comunidades que lo seguían.
Dios  irrumpe en la historia para liberarnos de todo lo que disminuye y oscurece nuestra humanidad. La invitación es a   buscar la luz y la libertad, dando una nueva figura a todo lo que somos y hacemos. Abraham y su gente son imagen de esa novedad cualitativa propiciada por la promesa liberadora de Yahvé.
Muchos salen de situaciones aberrantes de injusticia, de pobreza, de violencia, en búsqueda de espacios para desarrollarse libre y felizmente, el fenómeno de las migraciones en nuestros días es intenso y dramático, no se resignan a someterse a las fuerzas de la muerte.[6] Otros, sin desplazarse de sus lugares, descubren novedosas posibilidades en las que se juegan ideales mucho mayores que ganar dinero y obtener éxitos, son los que apuestan por vidas crìticas, proféticas, liberadas y liberadoras.[7] Dònde quedamos nosotros ante estas alternativas?
El relato bíblico pone el origen de Israel en esta migración mitológica, justificándola en el deseo que tiene Yavè de elegirse un pueblo. Este pueblo encuentra en esta aventura abrahàmica la raíz de su identidad y de su significado: “Bendecirè a quienes te bendigan y maldecirè a quienes te maldigan. Por tì se bendecirán todos los linajes de la tierra” . [8]
Qué implicaciones tiene este  relato en nuestra vida?  Es   capaz de provocar cambios de profundidad?  Es la gran pregunta de la fe. Dios nos invita  a un estilo vital en creciente proceso de mejoría ética y espiritual, nos pide abandonar  seguridades alienantes, romper con sometimientos, renunciar a todo lo que frena nuestro crecimiento en humanidad. [9]
En las palabras de Pablo a su discípulo y compañero apostólico, Timoteo, destaca con nitidez el talante de libertad que proviene del Espíritu,  palabra que no se somete a poderes humanos, que esclarece el sentido teologal de la vida, portadora de sentido trascendente, que dignifica al ser humano,  que en Jesucristo tiene la evidencia definitiva de Dios que destruye el absurdo de la muerte y abre la humanidad al futuro :  “Esta gracia se ha hecho patente ahora con la manifestación de nuestro salvador Cristo Jesús, quien ha destruido la muerte y ha hecho irradiar vida e inmortalidad por medio del Evangelio, para cuyo servicio he sido yo constituído heraldo, apóstol y maestro” . [10]
Es Jesús, que renuncia a asegurarse la vida y  obtiene la victoria significada en la transfiguración. Téngase presente lo que dice en el pasaje inmediatamente anterior: “Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. Pues, de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?” . [11]
El episodio narrado  es una teofanía, que quiere decir manifestación de Dios, el autor bíblico escoge la montaña como lugar  simbólico de su comunicación, recordando así diversas escenas del Antiguo Testamento que tienen esta connotación. Una cima alta y apartada aleja horizontalmente de los hombres y acerca verticalmente a Dios. En ese contexto tendrá lugar la manifestación gloriosa de Jesús, sólo a tres de los discípulos:” Seis días después, tomó Jesús consigo a Pedro, a Santiago y  a su hermano Juan, y los llevó aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz” . [12]
Este hecho no es contado en beneficio de Jesús, sino como experiencia muy constructiva para los discípulos. Después de escucharle hablar de su pasión y de su muerte, de las duras condiciones que plantea a quienes desean seguirle, tienen tres experiencias complementarias: ven a Jesús transfigurado de forma gloriosa, se les presentan Moisés y Elías y escuchan la voz que dice: “Este es mi hijo amado en quien me complazco, escúchenlo” . [13]
Qué quiere decir la exquisita teología de esta narración?
-      Que al ver transformados su rostro y sus vestidos tienen la experiencia de que su destino final no es el fracaso, sino la gloria.
-      Al ver a Moisés y a Elías conversando con Jesús tienen la certeza de que El es la plenitud de esta historia religioso-espiritual de Israel y de la revelación de Dios a la humanidad.
-      Al escuchar la voz de lo alto saben que se les está planteando  un camino plenamente configurado con la voluntad del Padre, es decir, pleno de sentido.  
Jesús vivió constantemente transfigurado, pero no lo manifestaba con evidencias espectaculares, consecuente con lo que se transmite en el evangelio de Marcos: el secreto mesiánico. Su humanidad y su divinidad se expresaban cada vez que se acercaba a alguien para hacerlo más humano, para implicarlo en la figura de la nueva humanidad que él comunica a todos.[14]



[1] Andrés Torres Queiruga. Repensar la resurrección. Trotta. Madrid, 2007.
[2] Mateo 17: 6-8
[3] Gerd Lüdemann & Alf Özen. La resurrección de Jesús: historia, experiencia, teología. Trotta. Madrid, 2001. Edward Schylleebeckx. Jesús, la historia de un viviente. Trotta. Madrid, 2001.
[4] Juan Luis Ruiz de la Peña. Imagen de Dios: antropología teológica fundamental. Sal Terrae. Santander (España), 1988.
[5] Génesis 12: 1-2
[6] Organización Internacional para las migraciones OIM. Informe sobre las migraciones en el mundo 2020. OIM. Ginebra (Suiza), 2019 .
[7] Jorge Saurí. El hombre comprometido. Editorial Carlos Lohlé. Buenos Aires, 1968. Ladislaus Boros. Somos futuro. Sígueme. Salamanca, 1976.
[8] Génesis 12: 3
[9] Ignacio Lepp. La existencia auténtica. Editorial Carlos Lohlé. Buenos Aires, 1963.
[10] 2 Timoteo 1: 10-11
[11] Mateo 16: 26
[12] Mateo 17: 1-2
[13] Mateo 17: 5
[14] José Ignacio González Faus. La humanidad nueva: ensayo de cristología. Sal Terrae. Santander (España) , 1984.

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