domingo, 1 de diciembre de 2019

COMUNITAS MATUTINA 1 DE DICIEMBRE 2019 DOMINGO I DE ADVIENTO CICLO A


“Tengan en cuenta el momento en que viven y vayan pensando en espabilarse del sueño, pues la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe”
(Romanos 13: 11)
Lecturas
1.   Isaías 2: 1-5
2.   Salmo 121: 1-9
3.   Romanos 13: 11-14
4.   Mateo 24: 37-44
Adviento es tiempo de esperanza  porque las promesas de Dios se vislumbran en el horizonte.  Pero debemos hacer un esfuerzo para  re-significar estos contenidos, porque son muchos los discursos y prácticas religiosas cristianas bastante triviales, fundamentalistas y desconectados del universo real de los seres humanos, de los escenarios cotidianos donde se viven simultáneamente los fracasos-sufrimientos y las búsquedas de sentido.
A qué nos referimos  ? Sucede que cierto tipo de interpretación cristiana se despoja de su intensidad histórico-liberadora y pone el acento solamente  en el más allá, en eso que llamamos la “otra vida”, sin implicaciones en la experiencia histórica en la que los seres humanos construyen sus proyectos de vida, experimentan la felicidad y el dolor, viven sus contradicciones y también sus plenitudes.[1]
No es del caso entrar en explicaciones de fondo para estudiar las causas de estas visiones incompletas de nuestra fe, pero sí expresar la preocupación que esto genera, con la consiguiente búsqueda teológica y pastoral de hacer una afirmación integral de los elementos que conforman la Buena Noticia de Jesús: la plenitud de todos los seres humanos en Dios cuando pasemos la frontera hacia El, pero al mismo tiempo una anticipación comprometida, eficaz, gozosa, de la dimensión histórico-existencial de este mensaje, con su consiguiente influjo en una vida  proactiva, capaz de dotar de significado trascendente todo el quehacer constructivo y creador de los seres humanos, también para que quienes nos involucramos en esta visión creyente hagamos una opción  preferente, real y eficaz, por aquellos hermanos nuestros a quienes no les llegan las mejores razones para vivir con significado y dignidad. [2]
Vayamos ahora a  lo que nos propone Isaías para este Adviento.  Su ministerio, el más importante en la actividad profética del Antiguo Testamento, se realiza en un período de angustia, por varias razones. La primera es que el pueblo reducido de Judá está acosado por las presiones de dos países poderosos, Asur y Egipto, deseosos de devorar a esta pequeña comunidad. La segunda, porque la religiosidad de estos creyentes  es apenas ritual, formal, con poca pasión por Dios y por su proyecto.
Consciente de estas limitaciones, el profeta se presenta como un testigo de la esperanza:”En tiempos futuros, el cerro de la Casa de Yavé será el más alto de los cerros y se elevará por encima de las lomas[3] .  No ignora la crisis ni el vacío de sentido que viven sus contemporáneos, pero hace evidente que su misión procede de un Dios totalmente comprometido con la plenitud de su gente: “Gobernará a las naciones  y administrará justicia a muchos pueblos. Harán arados de sus espadas y sacarán hoces de sus lanzas. Una nación no levantará la espada contra la otra…”[4]  y por eso invita: “Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz de Yavé[5].
Esto compromete a la comunidad de fe a cambiar su culto inerte, estereotipado, frío, por un tipo de vida coherente, que signifique con el propio relato vital la certeza de que Dios es el aval de su historia, y que esto se significa en la paz, en el respeto mutuo, en la armonía, nuevo orden de sentido que expresa cómo Yavé sí es el fundamento de esta realidad llamada a una transformación radical.
Cómo discurre esto en Colombia y en el mundo? Sabemos de los inmensos problemas en  que viven millones de seres humanos y  siempre somos insistentes para explicitarlos, porque en ellos se advierte el clamor de un Dios y de una humanidad heridos por tanta indignidad. La más reciente temporada latinoamericana nos habla de serias fracturas en el tejido social, de injusticias y exclusiones contundentes, de gobiernos ineptos, de masas de población maltratadas y excluídas de los beneficios fundamentales de la vida. Cómo va este Adviento de 2019 ante  estas realidades? Vamos a quedarnos en una predicación “extraterrestre”, meliflua, desconectada de estos contextos y desentendida de la fuerza profética de la Palabra? Qué decir desde la fe en Jesucristo a todos los que protestan? Cómo reivindicar la memoria de Dilan y de todos los líderes sociales asesinados?
 Desde los análisis académicos rigurosos hasta la misma experiencia de contacto con estas condiciones dramáticas y dolorosas, podemos dar fe de que en este mundo,  a muchísimos hombres y mujeres se les niega la posibilidad de vivir dignamente; decisiones políticas y económicas que privilegian los grandes capitales en contra de los requerimientos de las mayorías; desastres naturales que afectan a los más pobres porque las condiciones de su infraestructura no están preparadas para hacer frente a la fuerza desbordada de la naturaleza; sociedades de bienestar sofocadas en el consumo y en la vida placentera, desconocedoras de estos abrumadores y permanentes acontecimientos.[6]
Cómo ser faros de esperanza ante tanto desencanto? Volvamos sobre   la exhortación apostólica EVANGELII GAUDIUM (La alegría del Evangelio) que el Papa Francisco dirige a toda la comunidad cristiana y también a los hombres y mujeres de buena voluntad. En ella, nuestro pastor mayor nos invita a un compromiso efectivo y afectivo con el anuncio de la Buena Noticia: “El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no  se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien” [7]
Severa voz de alerta la que nos dirige  Francisco para conmover nuestra sensibilidad adormecida, justamente en ese contexto de descalzar la Iglesia, de bajarla – comprometida y encarnada – a las calles donde se desenvuelven los humanos en afanosa búsqueda de sentido y reconocimiento, de despojarla de su parafernalia a menudo incomprensible, de cambiar el lenguaje jurídico y conceptual por el de la Palabra solidaria, misericordiosa, poseída de la vitalidad teologal que hace nuevo al hombre-mujer y a todo su quehacer.
Con el lenguaje de “lo que está en lo alto”, de la “luz”, los textos bíblicos nos están invitando a detectar el pre-texto de Dios, su pasión desmedida por el ser humano y su felicidad, su deseo de hacer de esta historia un ámbito en el que la trascendencia del amor y de la libertad determinen todo el ser y la práctica de la condición humana : “Levanto mis ojos a los montes, de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra[8].   
Este Dios , revelado plenamente en el Señor Jesús,  nos provee de vitalidad liberadora, de salud integral, de ánimo para cambiar el curso de una historia guiada por criterios desordenados y para replantearla con señales visibles, reales, nítidas, de justicia y acogida para todos los habitantes del  planeta tierra y también, con central importancia, para todas las especies vivas, para toda la casa común.[9]
Por eso se impone un estudio atento y una consideración orante de todo el texto de Francisco, Obispo de Roma, y pastor de la iglesia universal. Es un documento para llevar a la vida, profundamente esperanzador pero también desafiante en la invitación a lo que él llama “una impostergable renovación eclesial”, en “una conversión del papado”, en “una pastoral en clave misionera”, en “la misión que se encarna en los límites humanos”, y en su contundente negativa a “una economía de la exclusión”, en el “no a la nueva idolatría del dinero”, en el rechazo al “dinero que gobierna en lugar de servir” y a “la inequidad que genera violencia”.
Cuando Pablo nos advierte: “Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de despertar. Nuestra salvación está ahora más cerca  que cuando comenzamos a tener fe: la noche avanza,está cerca el día [10], nos está proponiendo interpretar estos signos de los tiempos  en clave teologal, y derivar de ahí novedades sustanciales para nuestro modo de vivir. A eso, en lenguaje de cristianos raizales, le llamamos conversión, cambio de mentalidad, reorientación de nuestras motivaciones y prioridades: “ Dejemos entonces las obras propias de la oscuridad y tomemos las armas de la luz[11] .
Para nosotros esa luminosidad de Dios es el mismo Señor Jesús: “Más bien, revístanse de Cristo Jesús, el Señor” [12]. Con estos elementos, se trata de hacer un examen de conciencia juicioso, personal y comunitario, para detectar dónde residen nuestros afectos desordenados y cuáles sus consecuencias: afanes de superioridad, lejanía de los pobres, consumismo, derroche, vanidad religioso-moral, culto al poder, intrigas y maquiavelismo, religiosidad ritual, enfriamiento del matrimonio y de la familia, infidelidades, trabajo ejercido sin perspectiva de servicio, acumulación de riquezas, autojustificaciones, oscuridad, injusticia.
La pedagogía que nos plantea la Iglesia en este tiempo de adviento debe llevarnos a discernir estos tiempos de protestas y de manifestaciones, la mayoría de ellas legítima expresión de un descontento popular. Cómo valoramos estos hechos en la clave de  esperanza  propia de este ciclo litúrgico?
El tono apocalíptico del texto de Mateo es una invitación clarísima al reconocimiento humilde de estas deficiencias nuestras, y a la actitud de vigilancia que debe determinar la totalidad de nuestro proyecto de vida: "Por eso, estén ustedes prevenidos, porque no saben qué día vendrá su Señor”[13]. La alternativa no es “arreglar las cosas a última hora” después de haber llevado una existencia desordenada y egoísta, que tampoco parte del temor a la posible inminencia de la muerte. Lo que se propone es una vida según el Espíritu, fundamentada en Dios y en el prójimo, con la clara vivencia del proyecto de vida que se desprende del Evangelio.[14]
Caminar por los senderos de Dios no es para construír una sociedad de perfectos, con el estilo arrogante de quienes se sienten mejores que los demás, al modo fariseo fustigado por Jesús. Esta es una propuesta para gentes humildes, que saben que el sentido definitivo de la vida no nos lo damos por nosotros mismos. El ser humano es radicalmente necesitado de Dios, de su vitalidad , y también necesitados de los  demás seres humanos en clave de comunión y  de solidaridad.
 Vivir así es, por una parte, derribar todos los  ídolos de la autosuficiencia y, por otra, acoger a cada persona  como prójimo, como compañero de camino, en la seductora historia de los que construyen con esperanza esta nueva manera de vivir llamada Evangelio, siempre incluyente y dispuesta a la donación de todo nuestro ser.
El advenimiento-adviento de Jesús se logra en el propio advenimiento. Es el desembarco de sí mismo en la propia conciencia para trascender hacia Dios y hacia los demás. Con esta sensibilidad empezamos el Adviento 2019 y el nuevo año litúrgico, en el que seremos acompañados principalmente  por el evangelio de Mateo.



[1] KUNG, Hans. Vida eterna? Trotta. Madrid, 2007. TORRES QUEIRUGA, Andrés. Repensar la resurrección. Trotta. Madrid, 2001. BOFF, Leonardo. Hablemos de la otra vida. Sal Terrae. Santander (España), 1987.
[2] MOLTMANN, Jürgen. Esperanza y planificación del futuro. Sígueme. Salamanca, 1975. BOROS, Ladislaus. Somos futuro. Sígueme. Salamanca, 1976.
[3] Isaías 2: 2
[4] Isaías 2: 4
[5] Isaías 2: 5
[6] CORTINA, Adela y CARRERAS, Ignasi. Consumo, luego existo. Ediciones Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2003. SEMINARIO TEOLOGICO CRISTIANISMO Y JUSTICIA. Dios en tiempos líquidos: propuesta para una espiritualidad de la fraternidad. Ediciones Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2019.
[7] PAPA FRANCISCO. Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium: la alegría del Evangelio. Ediciones Paulinas. Bogotá, 2013. No. 2
[8] Salmo 121: 1-2
[9] PAPA FRANCISCO. Carta encíclica Laudato si: sobre el cuidado de la casa común. Ediciones Paulinas. Bogotá, 2015.
[10] Romanos 13: 11-12
[11] Romanos 13: 12
[12] Romanos 13: 14
[13] Mateo 24: 42
[14] CASTILLO, José María. Espiritualidad para insatisfechos. Trotta. Madrid, 2010. MARTIN, James. Más en las obras que en las palabras: una guía ignaciana para todo. Sal Terrae. Santander (España), 2011. BRACKLEY, Dean. Espiritualidad para la solidaridad: nuevas perspectivas ignacianas. UCA editores. San Salvador, 2015.

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