“Tengan en cuenta el
momento en que viven y vayan pensando en espabilarse del sueño, pues la
salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe”
(Romanos
13: 11)
Lecturas
1.
Isaías 2: 1-5
2.
Salmo 121: 1-9
3.
Romanos 13: 11-14
4.
Mateo 24: 37-44
Adviento es tiempo de
esperanza porque las promesas de Dios se
vislumbran en el horizonte. Pero debemos
hacer un esfuerzo para re-significar
estos contenidos, porque son muchos los discursos y prácticas religiosas
cristianas bastante triviales, fundamentalistas y desconectados del universo
real de los seres humanos, de los escenarios cotidianos donde se viven
simultáneamente los fracasos-sufrimientos y las búsquedas de sentido.
A qué nos
referimos ? Sucede que cierto tipo de
interpretación cristiana se despoja de su intensidad histórico-liberadora y
pone el acento solamente en el más allá,
en eso que llamamos la “otra vida”, sin implicaciones en la experiencia
histórica en la que los seres humanos construyen sus proyectos de vida,
experimentan la felicidad y el dolor, viven sus contradicciones y también sus
plenitudes.[1]
No es del caso entrar
en explicaciones de fondo para estudiar las causas de estas visiones
incompletas de nuestra fe, pero sí expresar la preocupación que esto genera,
con la consiguiente búsqueda teológica y pastoral de hacer una afirmación
integral de los elementos que conforman la Buena Noticia de Jesús: la plenitud
de todos los seres humanos en Dios cuando pasemos la frontera hacia El, pero al
mismo tiempo una anticipación comprometida, eficaz, gozosa, de la dimensión
histórico-existencial de este mensaje, con su consiguiente influjo en una
vida proactiva, capaz de dotar de
significado trascendente todo el quehacer constructivo y creador de los seres
humanos, también para que quienes nos involucramos en esta visión creyente
hagamos una opción preferente, real y
eficaz, por aquellos hermanos nuestros a quienes no les llegan las mejores
razones para vivir con significado y dignidad. [2]
Vayamos ahora a lo que nos propone Isaías para este
Adviento. Su ministerio, el más
importante en la actividad profética del Antiguo Testamento, se realiza en un
período de angustia, por varias razones. La primera es que el pueblo reducido
de Judá está acosado por las presiones de dos países poderosos, Asur y Egipto,
deseosos de devorar a esta pequeña comunidad. La segunda, porque la
religiosidad de estos creyentes es
apenas ritual, formal, con poca pasión por Dios y por su proyecto.
Consciente de estas
limitaciones, el profeta se presenta como un testigo de la esperanza:”En
tiempos futuros, el cerro de la Casa de Yavé será el más alto de los cerros y
se elevará por encima de las lomas”[3] . No ignora la crisis ni el vacío de sentido
que viven sus contemporáneos, pero hace evidente que su misión procede de un
Dios totalmente comprometido con la plenitud de su gente: “Gobernará a las naciones y administrará justicia a muchos pueblos.
Harán arados de sus espadas y sacarán hoces de sus lanzas. Una nación no
levantará la espada contra la otra…”[4]
y por eso invita: “Casa de Jacob, ven, caminemos a
la luz de Yavé”[5].
Esto compromete a la
comunidad de fe a cambiar su culto inerte, estereotipado, frío, por un tipo de
vida coherente, que signifique con el propio relato vital la certeza de que
Dios es el aval de su historia, y que esto se significa en la paz, en el
respeto mutuo, en la armonía, nuevo orden de sentido que expresa cómo Yavé sí
es el fundamento de esta realidad llamada a una transformación radical.
Cómo discurre esto en
Colombia y en el mundo? Sabemos de los inmensos problemas en que viven millones de seres humanos y siempre somos insistentes para explicitarlos,
porque en ellos se advierte el clamor de un Dios y de una humanidad heridos por
tanta indignidad. La más reciente temporada latinoamericana nos habla de serias
fracturas en el tejido social, de injusticias y exclusiones contundentes, de
gobiernos ineptos, de masas de población maltratadas y excluídas de los
beneficios fundamentales de la vida. Cómo va este Adviento de 2019 ante estas realidades? Vamos a quedarnos en una
predicación “extraterrestre”, meliflua, desconectada de estos contextos y
desentendida de la fuerza profética de la Palabra? Qué decir desde la fe en
Jesucristo a todos los que protestan? Cómo reivindicar la memoria de Dilan y de
todos los líderes sociales asesinados?
Desde los análisis académicos rigurosos hasta
la misma experiencia de contacto con estas condiciones dramáticas y dolorosas,
podemos dar fe de que en este mundo, a
muchísimos hombres y mujeres se les niega la posibilidad de vivir dignamente;
decisiones políticas y económicas que privilegian los grandes capitales en
contra de los requerimientos de las mayorías; desastres naturales que afectan a
los más pobres porque las condiciones de su infraestructura no están preparadas
para hacer frente a la fuerza desbordada de la naturaleza; sociedades de
bienestar sofocadas en el consumo y en la vida placentera, desconocedoras de
estos abrumadores y permanentes acontecimientos.[6]
Cómo ser faros de
esperanza ante tanto desencanto? Volvamos sobre la exhortación apostólica EVANGELII
GAUDIUM (La alegría del Evangelio) que el Papa Francisco dirige a toda
la comunidad cristiana y también a los hombres y mujeres de buena voluntad. En
ella, nuestro pastor mayor nos invita a un compromiso efectivo y afectivo con
el anuncio de la Buena Noticia: “El gran riesgo del mundo actual, con su
múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que
brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres
superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en
los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los
pobres, ya no se escucha la voz de Dios,
ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por
hacer el bien” [7]
Severa voz de alerta la
que nos dirige Francisco para conmover
nuestra sensibilidad adormecida, justamente en ese contexto de descalzar la
Iglesia, de bajarla – comprometida y encarnada – a las calles donde se
desenvuelven los humanos en afanosa búsqueda de sentido y reconocimiento, de
despojarla de su parafernalia a menudo incomprensible, de cambiar el lenguaje
jurídico y conceptual por el de la Palabra solidaria, misericordiosa, poseída
de la vitalidad teologal que hace nuevo al hombre-mujer y a todo su quehacer.
Con el lenguaje de “lo
que está en lo alto”, de la “luz”, los textos bíblicos nos están
invitando a detectar el pre-texto de Dios, su pasión desmedida por el ser
humano y su felicidad, su deseo de hacer de esta historia un ámbito en el que
la trascendencia del amor y de la libertad determinen todo el ser y la práctica
de la condición humana : “Levanto mis ojos a los montes, de dónde me
vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra”[8].
Este Dios , revelado
plenamente en el Señor Jesús, nos provee
de vitalidad liberadora, de salud integral, de ánimo para cambiar el curso de
una historia guiada por criterios desordenados y para replantearla con señales
visibles, reales, nítidas, de justicia y acogida para todos los habitantes del planeta tierra y también, con central
importancia, para todas las especies vivas, para toda la casa común.[9]
Por eso se impone un
estudio atento y una consideración orante de todo el texto de Francisco, Obispo
de Roma, y pastor de la iglesia universal. Es un documento para llevar a la
vida, profundamente esperanzador pero también desafiante en la invitación a lo
que él llama “una impostergable renovación eclesial”, en “una
conversión del papado”, en “una pastoral en clave misionera”, en
“la
misión que se encarna en los límites humanos”, y en su contundente
negativa a “una economía de la exclusión”, en el “no a la nueva idolatría del
dinero”, en el rechazo al “dinero que gobierna en lugar de servir”
y a “la
inequidad que genera violencia”.
Cuando Pablo nos
advierte: “Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de despertar.
Nuestra salvación está ahora más cerca
que cuando comenzamos a tener fe: la noche avanza,está cerca el día”
[10],
nos está proponiendo interpretar estos signos de los tiempos en clave teologal, y derivar de ahí novedades
sustanciales para nuestro modo de vivir. A eso, en lenguaje de cristianos
raizales, le llamamos conversión, cambio de mentalidad, reorientación de
nuestras motivaciones y prioridades: “ Dejemos entonces las obras propias de la
oscuridad y tomemos las armas de la luz”[11] .
Para nosotros esa
luminosidad de Dios es el mismo Señor Jesús: “Más bien, revístanse de Cristo
Jesús, el Señor” [12].
Con estos elementos, se trata de hacer un examen de conciencia juicioso,
personal y comunitario, para detectar dónde residen nuestros afectos
desordenados y cuáles sus consecuencias: afanes de superioridad, lejanía de los
pobres, consumismo, derroche, vanidad religioso-moral, culto al poder, intrigas
y maquiavelismo, religiosidad ritual, enfriamiento del matrimonio y de la
familia, infidelidades, trabajo ejercido sin perspectiva de servicio,
acumulación de riquezas, autojustificaciones, oscuridad, injusticia.
La pedagogía que nos
plantea la Iglesia en este tiempo de adviento debe llevarnos a discernir estos
tiempos de protestas y de manifestaciones, la mayoría de ellas legítima
expresión de un descontento popular. Cómo valoramos estos hechos en la clave de
esperanza propia de este ciclo litúrgico?
El tono apocalíptico
del texto de Mateo es una invitación clarísima al reconocimiento humilde de
estas deficiencias nuestras, y a la actitud de vigilancia que debe determinar
la totalidad de nuestro proyecto de vida: "Por eso, estén ustedes prevenidos, porque
no saben qué día vendrá su Señor”[13].
La alternativa no es “arreglar las cosas a última hora” después de haber
llevado una existencia desordenada y egoísta, que tampoco parte del temor a la
posible inminencia de la muerte. Lo que se propone es una vida según el
Espíritu, fundamentada en Dios y en el prójimo, con la clara vivencia del
proyecto de vida que se desprende del Evangelio.[14]
Caminar por los
senderos de Dios no es para construír una sociedad de perfectos, con el estilo
arrogante de quienes se sienten mejores que los demás, al modo fariseo
fustigado por Jesús. Esta es una propuesta para gentes humildes, que saben que
el sentido definitivo de la vida no nos lo damos por nosotros mismos. El ser
humano es radicalmente necesitado de Dios, de su vitalidad , y también
necesitados de los demás seres humanos
en clave de comunión y de solidaridad.
Vivir así es, por una parte, derribar todos
los ídolos de la autosuficiencia y, por
otra, acoger a cada persona como
prójimo, como compañero de camino, en la seductora historia de los que
construyen con esperanza esta nueva manera de vivir llamada Evangelio, siempre
incluyente y dispuesta a la donación de todo nuestro ser.
El
advenimiento-adviento de Jesús se logra en el propio advenimiento. Es el
desembarco de sí mismo en la propia conciencia para trascender hacia Dios y
hacia los demás. Con esta sensibilidad empezamos el Adviento 2019 y el nuevo
año litúrgico, en el que seremos acompañados principalmente por el evangelio de Mateo.
[1]
KUNG, Hans. Vida eterna? Trotta. Madrid, 2007. TORRES QUEIRUGA, Andrés.
Repensar la resurrección. Trotta. Madrid, 2001. BOFF, Leonardo. Hablemos de la
otra vida. Sal Terrae. Santander (España), 1987.
[2]
MOLTMANN, Jürgen. Esperanza y planificación del futuro. Sígueme. Salamanca,
1975. BOROS, Ladislaus. Somos futuro. Sígueme. Salamanca, 1976.
[3]
Isaías 2: 2
[4]
Isaías 2: 4
[5]
Isaías 2: 5
[6]
CORTINA, Adela y CARRERAS, Ignasi. Consumo, luego existo. Ediciones
Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2003. SEMINARIO TEOLOGICO CRISTIANISMO Y
JUSTICIA. Dios en tiempos líquidos: propuesta para una espiritualidad de la
fraternidad. Ediciones Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2019.
[7]
PAPA FRANCISCO. Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium: la alegría del
Evangelio. Ediciones Paulinas. Bogotá, 2013. No. 2
[8]
Salmo 121: 1-2
[9]
PAPA FRANCISCO. Carta encíclica Laudato si: sobre el cuidado de la casa común.
Ediciones Paulinas. Bogotá, 2015.
[10]
Romanos 13: 11-12
[11]
Romanos 13: 12
[12]
Romanos 13: 14
[13]
Mateo 24: 42
[14]
CASTILLO, José María. Espiritualidad para insatisfechos. Trotta. Madrid, 2010.
MARTIN, James. Más en las obras que en las palabras: una guía ignaciana para
todo. Sal Terrae. Santander (España), 2011. BRACKLEY, Dean. Espiritualidad para
la solidaridad: nuevas perspectivas ignacianas. UCA editores. San Salvador,
2015.
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