domingo, 15 de diciembre de 2019

COMUNITAS MATUTINA 15 DE DICIEMBRE 2019 DOMINGO III DE ADVIENTO CICLO A


“Vayan y cuenten a Juan lo que oyen y ven: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva”
(Lucas 11: 4 – 5)
Lecturas:
1.   Isaìas 35: 1-10
2.   Salmo 145
3.   Santiago 5: 7-10
4.   Mateo 11: 2-11

Uno de los aspectos màs notorios que encontramos en los evangelios es la capacidad de Jesùs para desconcertar las expectativas de sus contemporáneos , entre los que se cuentan los dirigentes religiosos y también sus propios discípulos. Al hacerlo, Jesùs no se quiere limitar al efecto sorpresa sino que se dedica a orientar mentes y corazones hacia  lo esencial que el Padre Dios quiere comunicar a través de El: la liberación integral del ser humano y de su historia.
Esta afirmación,  que  fue vàlida para aquellos tiempos, también tiene plena vigencia en los nuestros. Las lecturas de este domingo, principalmente la de Isaìas y el texto de Mateo, nos van a ayudar en este propósito.
Para los judíos había algo fundamental:  la expectativa mesiánica, esto sustentaba su fe y articulaba su religiosidad. Bien conocemos todas las adversidades que vivieron, sus crisis, la decepción ante no pocos de sus dirigentes, la pèrdida de su importancia social y religiosa, la invasión de poderes extranjeros, y la tragedia  del  exilio. Buscando un sentido superior de la vida en medio de  estas desgracias se empieza a cultivar la esperanza en la promesa de Dios que les ofrece un Mesìas que los ha de liberar de todas estas calamidades. A esto responde el espíritu de la primera lectura de hoy.
La primera gran deportación fue sufrida por los israelitas el año 720 a.c.   Esta,  junto con las sufridas a comienzos del siglo VI a.c. fueron los mayores dramas padecidos, pèrdida de su autonomía, afrenta a sus símbolos religiosos, cautividad en tierra extraña, humillaciones y vejaciones sin cuento. [1]. Un desplazamiento forzado como los que se viven hoy en muchos lugares del planeta. [2]
Constatar estas adversidades nos permite entender mejor el jùbilo que se vive después del exilio, cuando retornan a su tierra de origen y recuperan todos los elementos de su identidad sociocultural y religiosa, ven en este retorno la mano de Dios, que hace decir a Isaìas: “Los redimidos de Yahvè volverán, entraràn en Siòn entre aclamaciones: precedidos por alegría eterna, seguidos de regocijo y alegría. Adiòs, penas y suspiros!” [3].
El profeta anima con bellas palabras al pueblo que sale de la cautividad y regresa a la tierra de sus mayores: “Que estalle en flores y se regocije, que lance gritos de jùbilo. Le va a ser dada la gloria del Lìbano, el esplendor del Carmelo y del Saròn. Podrà verse la gloria de Yahvè, el esplendor de nuestro Dios”[4].
La esperanza cristiana no puede ser ni ingenua ni desentendida de las realidades humanas que esperan sentido y liberación. Una mentalidad teológica que ya no es relevante insistió demasiado en una salvación sobrenatural desconociendo la fuerza histórica de la revelación bíblica, con esto se espiritualizó el mensaje cristiano y se desencarnó al mismo Jesús, incurriendo gravemente en la herejía de considerarle como verdadero Dios y aparentemente humano. [5]
La teología más integrada y saludable se esfuerza por acoger la fe de la Iglesia en la verdadera humanidad y divinidad de Jesús, salvando con ello las implicaciones de la salvación histórica del ser humano – gracias a la mediación salvífica de Jesucristo – y también la consumación de todo lo nuestro en la trascendencia que El hace posible.[6]
En este Adviento de 2019 , vinculándonos con esa alegría de los israelitas que volvían a su hogar original, la Palabra nos llama a hacernos conscientes del drama que aflige a varios millones de prójimos, migrantes, refugiados, desplazados, desposeídos. Es el aspecto dramático de la fe que nos exige  responsabilidad frente a los condenados de la tierra y la suficiente indignación para movilizarnos en contra de quienes deciden tales injusticias.[7]
Còmo canalizar, desde la fe cristiana, este sentido de solidaridad? Còmo no hacer lejanos estos clamores? Còmo traerlos a nuestro proyecto de vida? Como integrar en nuestras màs serias preocupaciones este desafío de projimidad? La Palabra, proclamada por Isaías en los lejanos tiempos bíblicos, tuvo la pretensión de ser profecía de liberación histórica; ahora la proponemos en este siglo XXI, para que incida en la esperanza real de las comunidades vulnerables de hoy. Dios siempre está viniendo para ser liberador!
 Es una de las grandes preocupaciones pastorales y humanitarias del Papa Francisco, formulada en palabras como estas:  “Quisiera advertir que no suele haber conciencia clara de los problemas que afectan particularmente a los excluìdos. Ellos son la mayor parte del planeta, miles de millones de personas. Hoy están presentes en los debates políticos y económicos internacionales, pero frecuentemente parece que sus problemas se plantean como un apéndice, como una cuestión que se añade casi por obligación o de manera periférica, si es que no se los considera un mero daño colateral” [8].
Veamos que nos dicen al respecto Jesús y Juan el Bautista: “Juan, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envió a sus discípulos a preguntarle: Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro? Jesús les respondió: Vayan y cuenten a Juan lo que oyen y ven: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva….Y dichoso aquel a quien yo no le sirva de escándalo![9] .
La actuación de Jesús dejó desconcertado al Bautista. El esperaba un Mesías que vendría a implantar el juicio riguroso de Dios en contra del pecado del mundo, y lo que se encuentra es un Mesías entregado de lleno a curar heridas, a aliviar sufrimientos, a reivindicar cobradores de impuestos y prostitutas, a defender a los pobres, a denunciar las inconsistencias de la religión, a ejercer la misericordia a diestra y a siniestra, a dar el mensaje del favoritismo de Dios hacia los condenados de la tierra , sin preocuparse mucho de la promoción de los rituales religiosos del judaísmo legalista de aquel tiempo. [10]
Jesús no se siente enviado por un juez implacable a condenar al mundo, por eso  no llena de temor a sus oyentes con gestos justicieros . El ofrece novedades esperanzadoras como las que se anuncian en el texto de Lucas, con el que inicia su ministerio público: “El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva , me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” [11].
Con su sorprendente respuesta a los discípulos de Juan, Jesús desarma el imaginario colectivo de un Mesías reformador religioso  - moral, o de un poderoso vengador de  las afrentas que se hacen a Dios, y se presenta como un restaurador del ser humano en toda su integridad, dando a entender que el proyecto de Dios es la plenitud de la humanidad aquí en este historia concreta y, por supuesto, proyectada a la trascendencia y consumación definitivas cuando pasemos la experiencia de la muerte para vivir en la vitalidad inagotable del Padre.[12]
Con esto, captamos el genuino contenido de la esperanza cristiana, que tiene incidencia directa en la transformación de las condiciones de opresión y de injusticia que padecen millones de seres humanos, que asume una responsabilidad particular con la dignidad de toda persona, con la protección de la vida en sus variadas y ricas manifestaciones, que propende por un mundo incluyente y equitativo, anticipando así en bienaventuranzas históricas las que han de ser las definitivas en ese futuro  decisivo que nos inserta eternamente en el misterio maravilloso del amor de Dios.
También, siguiendo el texto de Mateo, cabe advertir la alusión que hace Jesús a Juan el Bautista: “Qué salieron a ver en el desierto? Una caña agitada por el viento? Qué salieron a ver, si no? Un hombre elegantemente vestido? Sepan que los que visten con elegancia están en los palacios de los reyes. Entonces, a qué salieron? A ver un profeta? Sí , les digo y más que un profeta[13] . Al respecto,  no se olvide que los profetas bíblicos no eran funcionarios oficiales de la religión judía, sino – en nombre de Dios – sus más severos críticos, siempre inquietos por la autenticidad de la vida de los creyentes y preocupados por la formalidad vacía de una religión exterior sin conversión del corazón. Jesús reconoce en el Bautista al hombre de Dios, austero, coherente, movido por una total sinceridad teologal.
La prueba mesiánica que reciben los discípulos del Bautista tiene unos indicadores claros, que provienen del mismo Jesús: los seres humanos desfigurados por el pecado de la injusticia son ahora configurados en su dignidad de hijos de Dios y de prójimos. Este elemento es esencial en el estatuto de la esperanza cristiana.
En este Adviento  llega el reino de Dios con protestas , inconformidades y manifestaciones callejeras. En tales clamores – genuina profecía popular -  captamos a Jesús,   abiertos a dejarnos conmover  por El y por la humanidad doliente,  listos para eliminar nuestras concepciones y prácticas religiosas formales, poniendo entre paréntesis  esta cultura  consumista y “light”,  dejando que el Espíritu entre a nuestro ser , haciéndonos más humanos, misericordiosos y sensibles con los últimos del mundo.





[1] NOTH, Martin. Historia de Israel. Ediciones Garriga. Barcelona, 1966.
[2] OIM ONU  ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL PARA LAS MIGRACIONES.  Informe sobre las migraciones en el mundo 2018. OIM. Ginebra (Suiza), 2019 .
[3] Isaías 35: 10
[4] Isaías 35: 2
[5] Se conoce con el nombre de DOCETISMO esta  manera de interpretar a Jesús, exalta su divinidad, oscurece su humanidad. Es una presentación insuficiente, tiene consecuencias fatales para la pastoral y para la teología, porque lleva a un cristianismo sobrenaturalista sin fuerza histórica de liberación.
[6] KASPER, Walter. Jesús el Cristo. Sígueme. Salamanca, 1987. GONZALEZ FAUS, José Ignacio. Otro mundo es posible…..desde Jesús. Sal Terrae. Santander (España), 2015. NOLAN, Albert. Jesús, hoy. Sal Terrae. Santander (España), 2005. PAGOLA, José Antonio. Jesús, aproximación histórica. PPC. Madrid, 2011.
[7] INDH Chile, Instituto Nacional de Derechos Humanos. Las manifestaciones públicas y la protesta social: consideraciones desde una perspectiva de derechos humanos. En www.bibliotecadigital.indh.cl/bitstream/handle/123456789/242/manifestaciones-protesta-social?sequence=4
[8] FRANCISCO. Encíclica Laudato Si: sobre el cuidado de la casa común, # 49. Tipografía Vaticana, página 38. Roma, 2015.
[9] Mateo 11: 2-6
[10] CASTILLO, José María. La alternativa cristiana. Sígueme. Salamanca, 1981.
[11] Lucas 4: 18-19
[12] TAMAYO-ACOSTA, Juan José. Para comprender la escatología cristiana. Verbo Divino. Estella (Navarra), 2003.
[13] Mateo 11: 7-9

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