domingo, 29 de diciembre de 2019

COMUNITAS MATUTINA 29 DE DICIEMBRE 2019 FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA DE NAZARETH CICLO A


“El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él”
(Lucas 2: 40)

Lecturas:
1.   Eclesiástico 3: 2-6 y 12-14
2.   Salmo 127
3.   Colosenses 3: 12-21
4.   Lucas 2: 22-52
Es esencial en la comprensión y vivencia de la fe cristiana  el carácter sacramental de la humanidad, así lo planteábamos en la reflexión correspondiente al día de Navidad,  en la perspectiva de la encarnación de Dios en el ser humano y en su historia. Dios se inserta en la condición humana para hacer de nosotros seres humanos excelentes. El método especializado para esta tarea es Jesús de Nazareth, él es el modelo y referente de esta nueva humanidad. La propuesta está contenida en el Evangelio. [1]
El trabajo salvador y liberador de Dios se refleja con excelencia en seres humanos buenos, generosos, transparentes, realidades que se expresan en la rectitud de sus vidas, en su disposición para la solidaridad y para el servicio, en su capacidad para darse  con el fin de que muchos tengan vida y dignidad, en su estilo constante de construcción de vínculos comunitarios, en su apasionada lucha por la justicia, en la humanización constante del prójimo, en su cuidado responsable de la naturaleza, todo como lenguaje definitivo de Dios. [2] Un ser humano así es la obra de arte de Dios, en la que confluyen su iniciativa gratuita y la respuesta de nuestra libertad.
José María Castillo, teólogo español, en su estupendo libro  “La humanización de Dios” dice: “Si estamos efectivamente convencidos de que Dios se nos da a conocer en Jesús y de que, por tanto, Jesús es el Revelador de Dios, una misión que no sólo desempeñó en su vida mortal, sino que, según la teología del cuarto evangelio, sigue realizando en este momento, la conclusión lógica que de eso se desprende es que , en la humanidad de Jesús, conocemos la humanidad de Dios” [3]. Y la humanidad de Jesús se refleja en el ser humano – valga la redundancia – plenamente humanizado, la más genuina narrativa del quehacer teologal.
Uno de los aspectos destacados de esta “humanización de Dios” es su realidad familiar, que la liturgia de la Iglesia destaca este domingo como complemento lógico del sentido de la Navidad, ofreciendo a nuestra consideración y celebración la discreta familia de José, María y Jesús, su espiritualidad, su armonía, y la extraordinaria sencillez de su vida.
 La buena condición humana surge en un medio familiar armónico, amoroso, solidario, pleno de afecto y de espiritualidad: “Porque el Señor quiere que el padre sea respetado por sus hijos y confirmó el derecho de la madre sobre ellos. El que honra a su padre expía sus pecados, y el que respeta a su madre es como quien acumula un tesoro” [4].
Dos asambleas del Sínodo de los Obispos, convocadas por el Papa Francisco (2014 y 2015), se han dedicado a estudiar las realidades del matrimonio y de la familia, sus problemáticas actuales, sus fortalezas y también sus debilidades, de allí surgió ese documento , ahora de total actualidad, que se llama “Amoris Laetitia” (sobre el amor en la familia),  que hace un diagnóstico completo de las circunstancias contemporáneas de la institución familiar, para luego valorarlas y discernirlas a la luz de la Buena Noticia de Jesús.[5] .
En el texto el Papa Francisco  explicita la centralidad del amor en el matrimonio, se proyecta con orientaciones pastorales fundamentadas en la misericordia, señala pautas claras para la educación de los hijos, y plantea líneas para una espiritualidad conyugal y familiar. Denso y estimulante texto, de clarísima raigambre evangélica, que da esperanza a las familias y se fija constructivamente en los caminos de superación de los conflictos que las aquejan:  “Los esposos cristianos son mutuamente para sí, para sus hijos y para los restantes familiares, cooperadores de la gracia y testigos de la fe. Dios los llama a engendrar y a cuidar. Por eso mismo, la familia ha sido siempre el hospital más cercano…..La vida en pareja es una participación en la obra fecunda de Dios y cada uno es para el otro una permanente provocación del Espíritu” [6].
Es  muy importante notar que en la preocupación pastoral contenida en este documento hay un interés especial por aquellos seres humanos que un día contrajeron matrimonio en la Iglesia, pero que después descubrieron que por factores de diversa naturaleza no era posible continuar con su vida conyugal, quedando con el vínculo sacramental vigente sin vida en común y – siguiendo las determinaciones tradicionales de la Iglesia Católica – excluídos del beneficio de los sacramentos, en caso de que emprendieran una nueva relación de pareja sin la bendición eclesial. El Papa invita a hacer un examen serio de cada circunstancia, un auténtico discernimiento, para detectar las intenciones de los implicados, valorándolas y abriendo la posibilidad de que puedan disfrutar del don de la eucaristía y de todos los sacramentos de la Iglesia. Esta apertura le ha valido no pocos contradictores procedentes de la más rígida ortodoxia católica.[7]
 Lo que está en la raíz del pensamiento papal es el ejercicio de la más pura misericordia, al estilo de Jesús! Con esta misma mentalidad,  el Papa Francisco ha pedido que se revisen los requisitos para proceder a la nulidad de aquellos matrimonios en los cuales se dan vicios de consentimiento y otros elementos que afectan en su esencia la seriedad y solidez del vínculo conyugal. No se está feriando la consistencia del sacramento matrimonial, simplemente se está teniendo en cuenta un aspecto propio de la fragilidad humana. La Iglesia, madre y maestra de misericordia, debe encarnarse en estas realidades y ofrecer alternativas que abran caminos de felicidad a todos los seres humanos.
Sólidos estudios de sociología y de antropología nos ayudan a tener visión de las realidades familiares en estos tiempos actuales, muchas de ellas revisten características muy preocupantes. Familias incompletas, inmadurez emocional de los esposos, precariedad económica, influjo de los medios de comunicación que no ofrecen modelos integrados, sociedad de consumo, violencia intrafamiliar, desplazamiento forzado, banalización de los sentimientos,  caricaturas del ser humano, debilidad en el diálogo, son demasiados factores que no hacen de la familia el ámbito original de felicidad y de humanismo. [8]
Para la Iglesia la familia es ámbito principal de humanismo y de formación en la fe, el magisterio de papas y obispos, el trabajo de los teólogos, los movimientos apostólicos de espiritualidad conyugal y familiar, así lo reconocen y por eso , dentro de las prioridades pastorales, la familia es núcleo esencial para el surgimiento del nuevo ser humano modelado por la Buena Noticia de Jesús. [9]
Seguir el relato de Lucas es un texto propicio para considerar nuestra vida de familia. Este texto, que hace parte de los relatos de la infancia de Jesús, nos cuenta el rito de la presentación del niño en el templo, tradición judía propia de sus hondas convicciones teologales, que ofrecía los hijos a Dios, asumidos como gracia y bendición.
 La narración nos indica el gozo del anciano Simeón y de la profetisa Ana, al encontrarse en  el niño Jesús con la humanidad de Dios y con la concreción de su promesa de salvación: “Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel” [10]. Siguiendo la comprensión de los géneros literarios de la Biblia estamos ante un relato que desborda la puntualidad de lo biográfico para dar paso a la interpretación teológica:  en  la frágil humanidad de este  niño se revela Dios en plenitud! Su humanidad es sacramento del encuentro con Dios, es el concierto de lo divino y de lo humano cuya plena definición se hace sacramento en el Señor Jesús. [11]
Parte sustancial de la lógica de la encarnación es tener padre y madre, vivir en familia, madurar, apropiar la formación que allí se recibe, ver en José y en María a dos creyentes ejemplares, amantes de Dios, laboriosos, persuadidos de que el hogar es su medio divino.
La fe, la confianza, suponen siempre un itinerario, una evolución. En cuanto creyentes, María y José maduran su fe en medio de perplejidades, angustias y gozos: “Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel, será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón” [12].  Luego , las cosas se harán paulatinamente más claras. El evangelista hace notar que: “El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón” [13] . La meditación de María le permite profundizar el sentido de la misión de Jesús. Su particular cercanía a él no la exime del proceso que la lleva a la captación de los designios de Dios. Ella es la primera discípula, evangelizada por su propio hijo.
A menudo, Dios sorprende y derriba nuestros esquemas de lógica humana. En este caso es patente, no es fácil entender sus planes, su voluntad, el modo de vida que El nos propone en Jesús va en contravía de muchas mentalidades dominantes en los diversos medios sociales y tiempos de la historia.  Es un estilo profético, de vida libre desde Dios y desde el prójimo, no se matricula en las categorías del poder y del éxito, la vida austera, en pobreza, es un rasgado muy marcado en este proyecto; su opción por la justicia debida a los pobres es contundente, va siempre despojado de compromisos con los modos habituales de la sociedad. María y José captan y asumen esta lógica teologal, que es también la suya.[14]
Hay unas exigencias fundamentales para entrar en comunión con Dios, en las que José y María son referencia ejemplar:
-      Buscarlo: “Como no lo encontraron volvieron a Jerusalén en busca de él” [15]-
-      Radical confianza en Dios; considerar en oración y discernimiento estas realidades y asumirlas con esperanza:” Su madre conservaba estas cosas en su corazón” [16] -
-       Dejar que Dios acontezca madurando en la interioridad: “Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres”  [17].
Pablo, en la segunda lectura de hoy, de la carta a las Colosenses, exhorta a llevar una vida que sea consecuencia del haberse revestido de Jesús, el hombre nuevo: “Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección. Que la paz de Cristo reine en sus corazones, esa paz a la que han sido llamados porque formamos un solo cuerpo. Y vivan en la acción de gracias” [18]. Una familia amorosa, promotora de la dignidad y de la felicidad de sus integrantes, abierta a la trascendencia de Dios, formadora de espiritualidad, es un trasunto perfecto de este revestirse de la nueva humanidad.
La severa crisis de humanismo que se vive en muchos ámbitos del mundo, la posibilidad de ser manipulados por la seudocultura “light”, la dificultad para adquirir compromisos de largo alcance y de creciente felicidad, el espíritu facilista y poco dado a la abnegación, el talante individualista y egocéntrico de muchos, el vacío de trascendencia, son hechos que afectan negativamente a las personas y a su dinámica familiar. Si es de nuestra fe propender siempre por lo humano,  el llamamiento es  a trabajar con pasión por la familia completa, integrada, feliz, en comunión.  De allí surgen los hombres y las mujeres integrados, emprendedores de mejores sociedades, con raíces espirituales profundas.



[1] CASTILLO, José María. La humanidad de Dios. Trotta. Madrid, 2003.
[2] SCHYLLEEBECKX, Edward. Los hombres, relato de Dios. Sígueme. Salamanca, 1999. BOFF, Leonardo. Gracia y liberación del hombre. Trotta. Madrid, 2012.
[3] CASTILLO, José María. La humanización de Dios. Trotta. Madrid, 2010.
[4] Eclesiástico 3: 2-4
[5] PAPA FRANCISCO. Exhortación Apostólica Post Sinodal Amoris Laetitia, sobre la ALEGRIA DEL AMOR EN LA FAMILIA. Ediciones Tipografía Vaticana. Roma, 2015.
[6] Papa Francisco, ibídem, número 321.
[7] IVEREIGH, Austen. Wonded shepherd: Pope Francis and his struggle to convert the Catholic Church. Henry Holt. New York, 2019. La traducción castellana está próxima a publicarse: Pastor herido: el Papa Francisco y su esfuerzo por convertir la Iglesia Católica.
[8] JELIN, Elizabeth. Pan y afectos: la transformación de las familias. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica, 1998. WAINERMAN, Catalina. La vida cotidiana en las nuevas familias: una revolución estancada? Lumiére. Buenos Aires, 1999. GUTIERREZ DE PINEDA, Virginia. Familia y cultura en Colombia. Ediciones Universidad de Antioquia. Medellín, 1975.
[9] PAPA JUAN PABLO II. Exhortación Apostólica Familiaris Consortio sobre la misión de la familia en el mundo actual. Tipografía Vaticana. Roma, 1981. También remitimos a los lectores a conocer movimientos de espiritualidad conyugal y familiar como Equipos de Nuestra Señoras, Encuentros Matrimoniales, Movimiento Familiar Cristiano.
[10] Lucas 2: 29-32
[11] SCHYLLEEBECKX, Edward. Cristo, sacramento del encuentro con Dios. Ediciones Dinor. San Sebastián, 1965. GONZALEZ FAUS, José Ignacio. La humanidad nueva: ensayo de Cristología. Sal Terrae. Santander (España), 2000. Del mismo autor: Proyecto de hermano: visión creyente del hombre. Sal Terrae. Santander (España), 1987.
[12] Lucas 2: 34-35
[13] Lucas 2: 51
[14] BOFF, Leonardo. San José, padre de Jesús en una sociedad sin padre. Sal Terrae. Santander (España), 2010.
[15] Lucas 2: 45
[16] Lucas 2: 51
[17] Lucas 2: 52
[18] Colosenses 3: 14-15

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