lunes, 21 de mayo de 2012

Pistas para la Homilía, por Jorge Humberto Peláez S.J., PASCUA – FIESTA DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR (20-mayo-2012)

1. Lecturas:
a. Hechos de los Apóstoles 1, 1-11
b. Carta de san Pablo a los Efesios 4, 1-3
c. Marcos 16, 15-20

2. Hoy celebramos la fiesta de la Ascensión del Señor. En los textos litúrgicos que hemos escuchado, se nos proporcionan dos versiones: la del evangelista Marcos, bastante sobria en cuanto a la descripción de los acontecimientos (“el Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios”), y la versión de los Hechos de los Apóstoles, que ofrece más elementos sobre la experiencia vivida por los Apóstoles.

3. Es fácil caer en la tentación de interpretar la Ascensión del Señor como una despedida. Nos equivocaríamos si interpretáramos los sentimientos de sus seguidores en términos de nostalgia por el ser querido que se marcha. Por el contrario, los sentimientos que estremecen a la comunidad tienen que ver con el futuro, es decir, con la misión que se les confía de ser “testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria y hasta los últimos rincones de la tierra”.

4. Los Apóstoles no están tristes pues no se sienten abandonados como si su Maestro hubiera partido hacia un lugar distante. No. El Señor no se marcha sino que inaugura un nuevo modo de presencia en medio de la comunidad. En este sentido, la limitación de nuestras palabras – que están atrapadas por las coordenadas espacio-temporales – pretenden comunicar verdades que son desbordadas por su contenido teológico. En nuestro limitado lenguaje humano, interpretamos la Ascensión del Señor como una despedida, como un alejarse. Pero desde la fe comprendemos que no hay tal despedida ni tal alejamiento. Iluminados interiormente por la experiencia pascual, los Apóstoles acogen gozosamente la misión que les asigna el Resucitado.

5. Es necesario explorar atentamente las palabras que aparecen en el relato, las cuales tienen una clara intencionalidad teológica:
a. La referencia a la nube tiene profundas resonancias bíblicas; recordemos la nube que se posaba sobre la tienda que albergaba el Arca de la Alianza; recordemos las palabras del Ángel en la escena de la Anunciación, cuando le dice a María que el poder del Altísimo la “cubrirá con su sombra”; recordemos la nube que oculta la cima del monte en la Transfiguración del Señor. Estas referencias al significado trascendente de la nube nos recuerdan que no se trata de un simple fenómeno meteorológico ni de un recurso literario usado pro el autor sagrado; la nube nos describe una particular manifestación de Dios.
b. La expresión “sentado a la derecha de Dios Padre” no hace referencia a un lugar específico sino que significa participar de la soberanía propia de Dios; el Resucitado es constituido Señor del universo.
c. Ciertamente es muy difícil para nosotros prescindir de estos referentes espacio–temporales y superar esta lectura de la Ascensión como una despedida, con la carga afectiva que ésta implica.

6. En el contexto de este solemne encuentro del Señor resucitado con sus Apóstoles, desentona la pregunta que le hacen: “¿Ahora si vas a restablecer la soberanía de Israel?” Parecería que las dolorosas experiencias vividas no han sido suficientes para purificar sus expectativas sobre el significado del Reino de Dios. Habrá que esperar a la transformación interior en Pentecostés para que ellos capten la verdad sobre el Reino, dejando a un lado sus expectativas de poder.

7. Hasta este momento nos hemos acercado a la Ascensión en la perspectiva de los Apóstoles. Avancemos en nuestra reflexión y preguntémonos ¿qué nos dice a nosotros?
a. En primer lugar, la Ascensión del Señor afina la mirada del creyente que debe dirigirse, con igual atención, a las realidades temporales y a los asuntos espirituales, evitando parcialidades y sesgos. Pierden el rumbo los que se dedican totalmente a las preocupaciones temporales, así como los que abrazan una espiritualidad desconectada de las tareas cotidianas. Por eso son tan ilustrativas las palabras de los dos personajes vestidos de blanco, que aparecen en el relato de los Hechos de los Apóstoles: “Galileos, ¿qué hacen allí parados, mirando al cielo?”. La fe en el Resucitado pide compromisos concretos, en la vida social, económica y política.
b. En segundo lugar, la Ascensión del Señor alimenta nuestra esperanza, pues Él es el camino, la verdad y la vida. Su triunfo sobre la muerte es nuestra mejor garantía.

8. La Ascensión el Señor y la presencia del Espíritu Santo en medio de la comunidad abren un nuevo capítulo en la historia de la salvación. En esta nueva etapa., el Señor nos confía la misión de proclamar la Buena Noticia. Que estas celebraciones pascuales nos confirmen en la fe bautismal y fortalezcan nuestro compromiso de anunciar a Jesús en un mundo hambriento y sediento de sentido.

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