1. Lecturas:
a. Hechos de los Apóstoles 1, 1-11
b. Carta de san Pablo a los Efesios 4, 1-3
c. Marcos 16, 15-20
2. Hoy celebramos la fiesta de la
Ascensión del Señor. En los textos litúrgicos que hemos escuchado, se
nos proporcionan dos versiones: la del evangelista Marcos, bastante
sobria en cuanto a la descripción de los acontecimientos (“el Señor
Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha
de Dios”), y la versión de los Hechos de los Apóstoles, que ofrece más
elementos sobre la experiencia vivida por los Apóstoles.
3. Es fácil caer en la tentación de
interpretar la Ascensión del Señor como una despedida. Nos
equivocaríamos si interpretáramos los sentimientos de sus seguidores en
términos de nostalgia por el ser querido que se marcha. Por el
contrario, los sentimientos que estremecen a la comunidad tienen que ver
con el futuro, es decir, con la misión que se les confía de ser
“testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria y hasta los últimos
rincones de la tierra”.
4. Los Apóstoles no están tristes pues
no se sienten abandonados como si su Maestro hubiera partido hacia un
lugar distante. No. El Señor no se marcha sino que inaugura un nuevo
modo de presencia en medio de la comunidad. En este sentido, la
limitación de nuestras palabras – que están atrapadas por las
coordenadas espacio-temporales – pretenden comunicar verdades que son
desbordadas por su contenido teológico. En nuestro limitado lenguaje
humano, interpretamos la Ascensión del Señor como una despedida, como un
alejarse. Pero desde la fe comprendemos que no hay tal despedida ni
tal alejamiento. Iluminados interiormente por la experiencia pascual,
los Apóstoles acogen gozosamente la misión que les asigna el Resucitado.
5. Es necesario explorar atentamente las
palabras que aparecen en el relato, las cuales tienen una clara
intencionalidad teológica:
a. La referencia a la nube tiene
profundas resonancias bíblicas; recordemos la nube que se posaba sobre
la tienda que albergaba el Arca de la Alianza; recordemos las palabras
del Ángel en la escena de la Anunciación, cuando le dice a María que el
poder del Altísimo la “cubrirá con su sombra”; recordemos la nube que
oculta la cima del monte en la Transfiguración del Señor. Estas
referencias al significado trascendente de la nube nos recuerdan que no
se trata de un simple fenómeno meteorológico ni de un recurso literario
usado pro el autor sagrado; la nube nos describe una particular
manifestación de Dios.
b. La expresión “sentado a la derecha de
Dios Padre” no hace referencia a un lugar específico sino que significa
participar de la soberanía propia de Dios; el Resucitado es constituido
Señor del universo.
c. Ciertamente es muy difícil para
nosotros prescindir de estos referentes espacio–temporales y superar
esta lectura de la Ascensión como una despedida, con la carga afectiva
que ésta implica.
6. En el contexto de este solemne
encuentro del Señor resucitado con sus Apóstoles, desentona la pregunta
que le hacen: “¿Ahora si vas a restablecer la soberanía de Israel?”
Parecería que las dolorosas experiencias vividas no han sido suficientes
para purificar sus expectativas sobre el significado del Reino de Dios.
Habrá que esperar a la transformación interior en Pentecostés para que
ellos capten la verdad sobre el Reino, dejando a un lado sus
expectativas de poder.
7. Hasta este momento nos hemos acercado
a la Ascensión en la perspectiva de los Apóstoles. Avancemos en nuestra
reflexión y preguntémonos ¿qué nos dice a nosotros?
a. En primer lugar, la Ascensión del
Señor afina la mirada del creyente que debe dirigirse, con igual
atención, a las realidades temporales y a los asuntos espirituales,
evitando parcialidades y sesgos. Pierden el rumbo los que se dedican
totalmente a las preocupaciones temporales, así como los que abrazan
una espiritualidad desconectada de las tareas cotidianas. Por eso son
tan ilustrativas las palabras de los dos personajes vestidos de blanco,
que aparecen en el relato de los Hechos de los Apóstoles: “Galileos,
¿qué hacen allí parados, mirando al cielo?”. La fe en el Resucitado pide
compromisos concretos, en la vida social, económica y política.
b. En segundo lugar, la Ascensión del
Señor alimenta nuestra esperanza, pues Él es el camino, la verdad y la
vida. Su triunfo sobre la muerte es nuestra mejor garantía.
8. La Ascensión el Señor y la presencia
del Espíritu Santo en medio de la comunidad abren un nuevo capítulo en
la historia de la salvación. En esta nueva etapa., el Señor nos confía
la misión de proclamar la Buena Noticia. Que estas celebraciones
pascuales nos confirmen en la fe bautismal y fortalezcan nuestro
compromiso de anunciar a Jesús en un mundo hambriento y sediento de
sentido.
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