Especialmente para Radio
“Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Juan 15, 9-17)
Moderador/a: Buenos días. Estamos aquí en el Estudio… (Se presentan los participantes).
El Evangelio del domingo de hoy se puede
llamar “El Evangelio del Amor”. La palabra ‘amor’ y sus derivados
aparecen 12 veces. Escuchémoslo.
Lectura del santo evangelio según San Juan (Juan 15, 9-17)
NARRADOR/A – En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
JESÚS – Como el Padre me ha amado, así los he amado yo; permanezcan en mi amor.
Si guardan mis mandamientos, permanezcan
en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y
permanezco en su amor.
Les he hablado de esto para que mi alegría esté en ustedes, y su alegría llegue a plenitud.
Éste es mi mandamiento: ámense unos a otros como yo les he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando.
Ya no les llamo siervos, porque el
siervo no sabe lo que hace su señor: a ustedes les llamo amigos, porque
todo lo que he oído a mi Padre, se lo he dado a conocer.
No son ustedes los que me han elegido;
soy yo quien les he elegido; y les he destinado para que vayan y den
fruto, y su fruto dure.
De modo que lo que pidan al Padre en mi nombre, se lo dé.
Esto les mando: ámense unos a otros.
Pregunta 1 – Aquí hay una frase fuerte:
"No hay amor más grande que el de dar la vida por los amigos". ¿Conoce
algún caso parecido?
Y tanto nos amó Dios que nos entregó a
su único Hijo para que nos salvemos nosotros. Se parece a lo que vi en
la película “El Puente”.
<Érase una vez un hombre, que tenía
un hijo al que amaba entrañablemente. El hombre era encargado de un
puente levadizo, por donde pasaba el ferrocarril. Cuando un barco pasaba
por el río, debía poner la luz en rojo para que el ferrocarril se
detuviera, y debía mover la palanca que levantara el puente levadizo.
A su hijo le encantaba ver los trenes, y
mirar a las personas que viajaban en él, y que en cierta forma
dependían de su padre: unas se sentían solas, otras estaban disgustadas,
otras eran egoístas, otras sufrían, algunas se pinchaban con la droga.
Un día ocurrió un error trágico: el
maquinista del tren no se dio cuenta de que el semáforo estaba en rojo, y
siguió adelante, cuando ya el puente levadizo se iba levantando.
El niño gritó a su padre, quiso bajar la
palanca para bajar el puente levadizo, pero resbaló y cayó a la vía del
tren. El tren lo aplastaría.
El padre tuvo que decidir en segundos: o
su hijo se salvaba pero morían todos, o todos se salvaban pero su hijo
moría aplastado por el tren.
El padre tomó esta segunda decisión: su
hijo murió, pero todos los pasajeros del tren se salvaron, y muchos ni
se dieron cuenta del drama.
“Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único”. (Juan 3, 16).
Es la película ‘Most’, palabra checa que
significa “Puente”. Es una película nominada para el Oscar, que se
puede ver en www.mostthemovie.com; También en
www.jesucristotv.com/public/puente). (Eastwind Films).
Pregunta 2 – En el texto del evangelio hay varios que aman: el Padre, Jesús, la gente. ¿Quién amó primero?
Es como la muñeca rusa, que es esa
colección de muñecas, en la que la más grande contiene dentro de sí
muñecas cada vez más pequeñas.
Jesús dice: “Como el Padre me ha amado, así los he amado yo; permanezcan en mi amor”.
Hay un círculo de amor: “El Padre ama a
su Hijo Jesús (cf. 3:35; 17:23), y Jesús ama obedientemente al Padre
(cf. 10:17; 14:31); Jesús ama a sus seguidores, y ellos han de amarle y
obedecerle (cf. 13:34; 14:15, 23); si amamos y obedecemos a Jesús,
seremos amados por el Padre (cf. 14:21, 23; 17:23); ser amado por el
Hijo también implica amarse uno a otro (cf. 13:34; 15:12, 17); Dios no
solo ama a los discípulos, ama a todos en el mundo y dio su único Hijo
por su pueblo (cf. 3:16)”. (Borchert)
Por lo tanto, todos/as hemos nacido del
amor materno-paterno de Dios. Y sólo podemos vivir y desarrollarnos bajo
el calor de este amor.
Así lo entendió el jefe indio en la historia de “El hermano del jefe indio”.
Pregunta 3 – ¿Qué cuenta esa historia?
<Un joven misionero, predicando a los
indios, les dijo que Dios era amor, era nuestro Padre. Cuando terminó
de hablar, el jefe de la tribu le preguntó:
“¿Usted llamó ‘Padre’ al gran Espíritu?”
- Sí, dijo el misionero.
- “Nosotros nunca llamamos al gran
Espíritu ‘Padre’, dijo el viejo jefe. Nosotros lo oímos en el trueno, en
el relámpago, en la tormenta y sentimos mucho, mucho miedo. Cuando
usted lo llama ‘nuestro Padre’ suena muy bien a nuestros oídos. Así que,
misionero, ¿Dios es Padre de Usted y Padre de los indios?”
- Sí, le contestó el misionero.
- “Entonces, exclamó el viejo jefe, como
quien despierta a una gran alegría, entonces usted y yo somos
hermanos”.> (Félix Jiménez, escolapio)
Hasta aquí la historia del jefe indio.
Pero así llama Jesús a sus discípulos después de la Resurrección: ‘hermanos’.
Y, al despedirse de ellos, les dice:
«Permanezcan en mi amor». No se trata sólo de pertenecer a una religión,
sino de vivir en el amor con que nos ama Jesús, el amor que recibe del
Padre. Ser cristiano no es en primer lugar un asunto doctrinal, sino una
cuestión de amor.
Permanecer en el amor de Jesús consiste
en cumplir el mandato del amor fraterno: «Éste es mi mandamiento; ámense
unos a otros como yo les he amado». El cristiano encuentra en su
religión muchos mandamientos y normas. Sólo del mandato del amor dice
Jesús: «Este mandato es el mío».
Y amar para Jesús sólo significa una cosa: darse al otro.
Amar para Jesús es ser para otra
persona, actuar para otra persona, aunque sea a cambio del sacrificio
propio. La obra suprema de amar es dar la vida por otro (v. 13).
Un buen ejemplo es el amor de la madre.
Ella se da al hijo, es para el hijo, aunque éste sea pequeño y esté
enfermo, y sólo le cause problemas.
Por cierto, el amor responde a una
profunda necesidad del corazón humano. Sólo el camino del amor puede
conducirnos a la plenitud de la vida.
Pregunta 4 – Jesús termina diciendo:
“No son ustedes los que me han elegido; soy yo quien les he elegido; y
les he destinado para que vayan y den fruto, y su fruto dure”. Esto es
el colmo del cariño, ¿no? ¿Cómo elige Jesús a sus discípulos?
Los discípulos no son una maravilla. Son
lentos – de cabeza dura – débiles de fe – a veces dudan. Pero el
crecimiento de la Iglesia durante el siglo primero demuestra que Jesús
escogió bien – o los capacitó bien, sobre todo con el Espíritu Santo en
Pentecostés.
Pregunta 5 – Jesús dice: “Les he hablado
de esto para que mi alegría esté en ustedes, y su alegría llegue a
plenitud”. ¿Cómo es la alegría que viene de Dios?
Esta alegría no es superficial ni
inestable. El mandato del amor será como una fuente continua de alegría.
Con el amor de Jesús tendremos un cristianismo más abierto, entusiasta,
cordial, alegre, sencillo y amable, donde podamos vivir como «amigos»
de Jesús.
La alegría de Jesús es la alegría que
surge de una obra cumplida. Es una alegría creativa, como la alegría
que siente el artista al completar su obra.
Es la alegría de una vida disciplinada,
como la alegría de un atleta después de ganar una carrera difícil. Ese
atleta puede tener callos en los pies o músculos doloridos; pero, al
experimentar la alegría de la victoria, todo eso importa poco.
Despedida
Les invitamos a la Misa, a la
Eucaristía, sacramento del amor, que es también una escuela de amor. Ahí
aprendemos que el amor es para el otro (como amó Jesús) y no para
satisfacer mis necesidades. El amor de Jesús es generoso, no egoísta.
FIN
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