Cuando Jesús resucita, da esta misión a
los apóstoles: “Dios me ha dado autoridad plena sobre cielo y tierra.
Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos, y bautícenos para
consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, enseñándoles a poner
por obra todo lo que les he enseñado. Y sepan que yo estoy con ustedes
hasta el final de los tiempos” (Evangelio del día: Mt 16-20).
En el mismo evangelista Mateo y en
Marcos encontramos una serie de parábolas para aclarar la misión. Los
discípulos deben predicar qué es el Reino de Dios y cómo entrar en él.
Desde nuestro interés ecológico, en estas parábolas, solemos admirar y
valorar el espíritu observador y contemplativo de Jesús. Lucas y Juan,
por su parte, con las suyas, refuerzan el espíritu de solidaridad con el
prójimo con parábolas más de tipo social.
Cómo desearíamos contar hoy con más
personas deseosas de unir Fe, Justicia con los pobres y Ecología. Sin
duda existen. Una muestra: Víctor Ferrández y su libro “Comprender y
amar la naturaleza” (San Pablo, Madrid, 1996). En él propone este ideal:
“Ser ecologista no es más que sacar las consecuencia de nuestra
identidad cristiana. Agradecer Dios el don de la creación es
convertirnos en defensores del medio ambiente; es denunciar cuanto
atenta contra la naturaleza; es combatir los intereses de lucro de
muchas grandes empresas que destrozan lo que tocan, contaminando y
ensuciado; es proteger y conservar lo que a nuestro alrededor bulle de
vida y energía…es tomar conciencia de que mis pequeñas actitudes de cada
día contribuyen a perjudicar o embellecer este mundo hermoso que Dios
quiere llevar la perfección a través nuestro” (Pag. 9 y 10).
Este libro tiene el mérito de invitar al
amor y a la contemplación de la creación, pero a la vez enfrentar temas
muy actuales y desde tópicos bien concretos, como el efecto
invernadero, la capa de ozono, la contaminación, la lluvia ácida, la
deforestación, etc.
Si en tiempo de los apóstoles se
hubieran presentado esta problemática ecológica, ¿cómo la hubiera
afrontado? Por lo pronto, nos hubiera recordado la responsabilidad de
aprovechar bien los Talentos (Mt 25,14-30), la necesidad de la
solidaridad, estilo Buen Samaritano (Lc 10,25-37), etc.
Por su parte, Pablo nos recordaría que
“Todos los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, son hijos de
Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu de esclavos.. ” (Segunda
lectura del día, tomada de Romanos 8,14-27). Por tanto hoy no podemos
dejarnos llevar del consumismo, sino luchar por un mundo justo y
ecológicamente sostenible.
Dios Padre nos invita a respetar la obra de la creación y conservarla lo mejor posible.
Dios Hijo nos invita a construir el
Reino de Dios, predicado por El, formando comunidades donde se respete
la vida humana y se ore al Padre en su nombre.
Dios Espíritu Santo nos invita a pedir
dones como la sabiduría para saber actuar con responsabilidad frente a
la problemática ecoambiental que estamos viviendo.
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