1. Lecturas:
a. Isaías 49, 1-6
b. Hechos de los Apóstoles 13, 22-26
c. Lucas 1, 57-66. 80
2. La liturgia de este
día celebra el nacimiento de Juan Bautista, que es el profeta que sirve
de puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, pues anuncia que la
salvación, anunciada durante siglos, ya está presente.
3. Los textos nos
describen a Juan Bautista como un personaje muy especial, que rompió los
moldes convencionales: especial por las condiciones de su nacimiento;
especial por su estilo de vida en el desierto; especial por la misión
única que le fue confiada. Veamos, de manera esquemática, qué elementos
nos ofrecen las lecturas escogidas por la liturgia para esta fiesta:
a. El texto del profeta
Isaías pone de manifiesto la vocación personal para cumplir una misión
especialísima dentro de la historia de la salvación: “El Señor me llamó
desde el vientre de mi madre, cuando aún estaba yo en el seno materno
(…..) Te voy a convertir en luz de las naciones, para que mi salvación
llegue hasta los últimos rincones de la tierra”. Podemos afirmar que
este texto de Isaías presenta el gran escenario en el cual se desarrolla
el plan de Dios y, más adelante, entrará en escena Juan Bautista, uno
de los actores más destacados.
b. El texto de los
Hechos de los Apóstoles registra unas palabras de san Pablo, dirigidas a
los judíos, en las cuales se refiere a la misión cumplida por Juan.
c. El relato de Lucas
nos permite conocer las condiciones excepcionales que acompañaron el
nacimiento de Juan, las cuales permiten avizorar que Dios lo tenía
reservado para una misión muy especial.
4. Después de esta
sencilla visión de conjunto sobre los textos litúrgicos, los invito a
preguntarnos ¿qué nos dice la persona de Juan Bautista a nosotros, que
participamos en esta eucaristía dominical?
a. Juan es el fruto del
amor de Zacarías e Isabel, una pareja piadosa que no había tenido
hijos y era de avanzada edad; se ve, entonces, que desde el comienzo de
su historia hay una particular intervención de Dios y un llamado
personal. Si revisamos nuestra historia de vida, encontraremos
innumerables expresiones de la providencia de Dios. Cada uno ha
experimentado su presencia amorosa. Por eso para Él no somos seres
anónimos, perdidos en la inmensidad de las generaciones que han poblado
este mundo… No. Cada uno de nosotros ha sido mirado de manera personal
por Dios-amor; esto lo expresa hermosamente el Salmo que hemos recitado:
“Tú me conoces, Señor, profundamente: tú conoces cuando me siento y
cuando me levanto, desde lejos sabes mis pensamientos, tú observas mi
camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares”.
b. Dios, que nos conoce
mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos, nos invita a colaborar
en su obra creadora y salvadora, mediante las actividades diarias que
desempeñamos.
c. Juan Bautista asume
con pasión su tarea de preparar los caminos del Señor. Asumamos también
nosotros con entusiasmo este anuncio de la Buena Noticia de Jesús a una
sociedad que está hambrienta de espiritualidad.
d. Uno de los rasgos
más atractivos de la personalidad de Juan Bautista es la claridad con
que hablaba. Su honestidad lo llevó a denunciar el comportamiento
escandaloso del rey Herodes. Su firmeza lo condujo a la muerte. La
coherencia de Juan, que tenía total claridad acerca de la línea
divisoria que separa el bien del mal, nos debe hacer reflexionar sobre
nuestras ambigüedades. Con frecuencia, los padres de familia callan ante
el comportamiento equivocado de sus hijos para evitar conflictos;
muchas veces los amigos encubren conductas deshonestas y aun ilegales, y
lo hacen en nombre de una mala entendida fidelidad a la amistad.
e. Juan Bautista es
maestro de objetividad, pues dice lo que tiene que decir sin hacer
cálculos de conveniencia política. No exagera, pero tampoco le resta
importancia a los hechos. Su afectividad no lo traicionó sino que
siempre rindió tributo a la verdad.
5. La acción profética
de Juan Bautista no se redujo al ámbito estrictamente personal, es
decir, no exhortó de manera exclusiva a la conversión del corazón. Su
palabra profética se proyectó hacia lo público, denunciando las acciones
escandalosas del gobernante.
6. Ciertamente, sus
denuncias debieron causar escozor en el rey Herodes y en su círculo de
amigos y colaboradores, quienes hubieran preferido que el profeta
hubiera guardado silencio sobre estos asuntos y se hubiera circunscrito
al ámbito puramente religioso e íntimo.
7. Juan Bautista
interviene en asuntos públicos y lo hace con la autoridad moral que le
confería su testimonio de vida, ajena a los juegos del poder. Sus
señalamientos se inspiran en la salvaguarda del bien común y el buen
ejemplo que deben dar quienes están revestidos de autoridad. Los
gobernantes no pueden argumentar que determinadas actuaciones
pertenecen exclusivamente a la esfera privada. Los líderes sociales
están sometidos al escrutinio público. Esto es más evidente en el mundo
actual, en el que los controles sociales son más estrictos en nombre de
la democracia, y los medios de comunicación no reconocen territorios
vedados a sus averiguaciones.
8. Que Juan Bautista
inspire nuestras vidas y que aprendamos de su entrega total a la causa
del Reino y de su firmeza en cuanto a los principios éticos que no son
negociables.
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