domingo, 1 de julio de 2012

Biblia y Ecología, por Alejandro Londoño, S.J., Ciclo B, XIII domingo de tiempo ordinario - 01 de julio del 2012.

Hoy las lecturas nos hablan de la Vida. La primera, del  libro de la Sabiduría afirma: “Dios no hizo la muerte, ni goza exterminando a los vivientes. Todo lo creó para que existiera” (Sab. 1,13). En el evangelio de hoy también se destacan los gestos de Jesús, por la vida. Gestos, ante la mujer a la que la sociedad margina y le impide vivir plenamente, y ante la niña de 12 años, a la que retorna a la vida. Marcos no se olvida de mencionar un gesto bien delicado de Jesús, cuando ordenó que a la niña “le dieran de comer” (Mc 5,43).
En un libro de un autor inglés agnóstico apareció una acusación, a primera vista muy original. La culpa de la problemática ecológica actual la hace recaer sobre la religión judeo-cristiana. Sus argumentos no se basan tanto en el nacimiento y ulterior crecimiento del capitalismo en países como Alemania o Inglaterra, cuanto en la orden contenida en el libro del Génesis, de dominad la tierra (Gn 1,27).
La respuesta obvia sería invitar al autor del escrito a leer bien. El Génesis no habla de destruir la tierra, sino de dominar, es decir, imitar al Dominus, al Señor de la Creación. Además se olvidó de un dato muy obvio: antes el enemigo no era el hombre, sino la naturaleza. El rayo, las crecientes de los ríos, los tigres, los leones, las serpientes y hasta un mosquito díptero, tan pequeño como el anofeles, transmisor del  paludismo.
Hoy los papeles se han invertido. El enemigo es el se humano. En especial el hombre capitalista y consumista, el que está destruyendo la naturaleza.
Muchas personas han pasado por la Casa de Encuentros de La Salle en Fusagasugá. De seguro han admirado el lago tan bello que invita al visitante a la oración o al diálogo. Desde los kioskos habrán fijado la vista en las aguas tranquilas, en donde se ven reflejados, como en un espejo, los árboles de la orilla del frente.
Y habrán admirado la cantidad de familias de plantas, que embellecen el entorno del lago. Se cuenta 41 especies distintas de árboles, tales como sauces, nogales, calistemos, citrus, palmas reales y de corozo, entre otros. Y eso sin contar las plantas de adorno, con su variedad de flores.
A eso llamamos “dominar”. Los Hermanos que han realizado este trabajo estaban pensando en nosotros y cumpliendo el mandato del Génesis. También las personas que preparan los alimentos para los ejercitantes, están en realidad dominando la tierra para servicio del hombre.
La semana pasada se realizó la conferencia de la ONU sobre el Desarrollo Sostenible, llamada Río+20, por realizarse 20 años después de aquella de Río 1992. A la primera de estas reuniones asistieron sólo 2 presidentes; a la de Rio 92 casi 100; la actual superó con mucho ese número. Esto muestra la preocupación de todos los pueblos de la tierra por conservar la Naturaleza.
De paso recordemos cómo el documento de Aparecida (n.99g), nos presenta estas motivaciones ecológicas, como un punto que nos puede unir a todas las diferentes confesiones cristianas.
De seguro, a dicha reunión, cada presidente, además de esta inquietud común, trajo sus “agendas ocultas” y muchos ante la situación de los pueblos más pobres, se olvidaron del consejo de Pablo, a propósito de la colecta mencionada en la lectura de hoy: “según un principio de igualdad, la abundancia de ustedes remedie en este momento la pobreza de ellos, para que un día la abundancia de ellos remedie la pobreza de ustedes” (2 Cor 8,14).
Muchos cristianos estuvieron presentes en la Cumbre de los Pueblos, foro alternativo donde se tuvo bien en cuenta este principio paulino de la igualdad. Por eso sus inquietudes sociales afloraron allí y en las mismas calles de la ciudad. En el fondo el tema era la vida, la creación, el modo de tratar con cariño este regalo que Dios nos ha dado.
Con razón un artículo de Ecojesuit, el mismo día 22 de la clausura tituló la diferencia de las dos reuniones, así: ¿Economía Verde o Pintar de Verde la Ecología?, afirmando que “El documento oficial no hace ninguna mención a temas vitales como son la justicia medioambiental, la innovación social…” y que “el texto en su conjunto no será una respuesta válida para la multitud de crisis que enfrentamos”.
Por eso empresas trasnacionales como Pacific Rubiales no dejarán de alabar su trabajo “ecológico”, que en el fondo es acabar con nuestra selva, sacar petróleo u oro, pagar una miseria por nuestros recursos naturales y tal vez disimular los daños.
Preguntémonos ahora para terminal: ¿Cómo valoramos la vida, la creación? ¿Cómo es nuestra preocupación por la vida de nuestros hermanos, en especial, por los más pobres? ¿Cómo se manifiestan estos mismos sentimientos frente al reto de conservar la naturaleza para bien de toda la humanidad?

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