Hoy las lecturas nos hablan de la Vida. La primera, del libro de la Sabiduría afirma: “Dios no hizo la muerte, ni goza exterminando a los vivientes. Todo lo creó para que existiera”
(Sab. 1,13). En el evangelio de hoy también se destacan los gestos de
Jesús, por la vida. Gestos, ante la mujer a la que la sociedad margina y
le impide vivir plenamente, y ante la niña de 12 años, a la que retorna
a la vida. Marcos no se olvida de mencionar un gesto bien delicado de
Jesús, cuando ordenó que a la niña “le dieran de comer” (Mc 5,43).
En un libro de un autor inglés agnóstico
apareció una acusación, a primera vista muy original. La culpa de la
problemática ecológica actual la hace recaer sobre la religión
judeo-cristiana. Sus argumentos no se basan tanto en el nacimiento y
ulterior crecimiento del capitalismo en países como Alemania o
Inglaterra, cuanto en la orden contenida en el libro del Génesis, de dominad la tierra (Gn 1,27).
La respuesta obvia sería invitar al
autor del escrito a leer bien. El Génesis no habla de destruir la
tierra, sino de dominar, es decir, imitar al Dominus,
al Señor de la Creación. Además se olvidó de un dato muy obvio: antes
el enemigo no era el hombre, sino la naturaleza. El rayo, las crecientes
de los ríos, los tigres, los leones, las serpientes y hasta un mosquito
díptero, tan pequeño como el anofeles, transmisor del paludismo.
Hoy los papeles se han invertido. El enemigo es el se humano. En especial el hombre capitalista y consumista, el que está destruyendo la naturaleza.
Muchas personas han pasado por la Casa
de Encuentros de La Salle en Fusagasugá. De seguro han admirado el lago
tan bello que invita al visitante a la oración o al diálogo. Desde los
kioskos habrán fijado la vista en las aguas tranquilas, en donde se ven
reflejados, como en un espejo, los árboles de la orilla del frente.
Y habrán admirado la cantidad de
familias de plantas, que embellecen el entorno del lago. Se cuenta 41
especies distintas de árboles, tales como sauces, nogales, calistemos,
citrus, palmas reales y de corozo, entre otros. Y eso sin contar las
plantas de adorno, con su variedad de flores.
A eso llamamos “dominar”.
Los Hermanos que han realizado este trabajo estaban pensando en
nosotros y cumpliendo el mandato del Génesis. También las personas que
preparan los alimentos para los ejercitantes, están en realidad dominando la tierra para servicio del hombre.
La semana pasada se realizó la conferencia de la ONU sobre el Desarrollo Sostenible, llamada Río+20, por realizarse 20 años después de aquella de Río 1992. A la primera de estas reuniones asistieron sólo 2 presidentes; a la de Rio 92
casi 100; la actual superó con mucho ese número. Esto muestra la
preocupación de todos los pueblos de la tierra por conservar la
Naturaleza.
De paso recordemos cómo el documento de
Aparecida (n.99g), nos presenta estas motivaciones ecológicas, como un
punto que nos puede unir a todas las diferentes confesiones cristianas.
De seguro, a dicha reunión, cada presidente, además de esta inquietud común, trajo sus “agendas ocultas”
y muchos ante la situación de los pueblos más pobres, se olvidaron del
consejo de Pablo, a propósito de la colecta mencionada en la lectura de
hoy: “según un principio de igualdad, la
abundancia de ustedes remedie en este momento la pobreza de ellos, para
que un día la abundancia de ellos remedie la pobreza de ustedes” (2 Cor 8,14).
Muchos cristianos estuvieron presentes
en la Cumbre de los Pueblos, foro alternativo donde se tuvo bien en
cuenta este principio paulino de la igualdad. Por eso sus inquietudes
sociales afloraron allí y en las mismas calles de la ciudad. En el fondo
el tema era la vida, la creación, el modo de tratar con cariño este
regalo que Dios nos ha dado.
Con razón un artículo de Ecojesuit, el mismo día 22 de la clausura tituló la diferencia de las dos reuniones, así: ¿Economía Verde o Pintar de Verde la Ecología?, afirmando que “El documento oficial no hace ninguna mención a temas vitales como son la justicia medioambiental, la innovación social…” y que “el texto en su conjunto no será una respuesta válida para la multitud de crisis que enfrentamos”.
Por eso empresas trasnacionales como Pacific Rubiales no dejarán de alabar su trabajo “ecológico”,
que en el fondo es acabar con nuestra selva, sacar petróleo u oro,
pagar una miseria por nuestros recursos naturales y tal vez disimular
los daños.
Preguntémonos ahora para terminal: ¿Cómo
valoramos la vida, la creación? ¿Cómo es nuestra preocupación por la
vida de nuestros hermanos, en especial, por los más pobres? ¿Cómo se
manifiestan estos mismos sentimientos frente al reto de conservar la
naturaleza para bien de toda la humanidad?
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