domingo, 15 de julio de 2012

Biblia y Ecología, por Alejandro Londoño, S.J., Ciclo B, XV domingo de tiempo ordinario - 15 de julio del 2012.

En Colombia, hace menos de un mes, sucedió el caso más grave de corrupción del Congreso en toda su existencia. Una comisión de conciliación orquestó todas las trampas posibles para dejar en libertad a personas juzgadas por los más graves delitos, entre ellas numerosos congresistas. Por eso las palabras de Jeremías vienen muy al caso, aunque también tienen sus tintes verdes muy ecológicos.
La predicación de Jeremías se podría resumir con cuatro verbos: arrancar y derribar; edificar y construir. Dos de ellos, arrancar y derribar sintetizan sus denuncias del pecado, de la infidelidad y desobediencia tanto del pueblo como de sus autoridades, que soportaron la amenaza del “enemigo del norte” y finalmente el destierro.
Los otros dos, edificar y plantar, la importancia otorgada a la conversión y a la salvación. Su intención era edificar y plantar en sus discípulos una Alianza muy superior a la que Yahvé estableció con sus antepasados, cuando los sacó de Egipto. Esta será más profunda: “Pondré mi ley en su interior y la escribiré en su corazón: yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo” (Jer 31, 33).
Jeremías además de emplear estas imágenes tomadas de la agricultura, plasma también sus amenazas y promesas en otra parábola, la de los pastores y ovejas, refiriéndose a los gobernantes tanto religiosos como civiles de su pueblo: “Ay de los pastores que dejen que se pierdan y dispersen las ovejas!.. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas… las volveré a traer a sus pastos para que sean fecundas y se multipliquen” (Primer lectura, Jer 23).
Impresiona, cómo también Ezequiel, emplea esta misma parábola en su diatriba contra los malos pastores, que se apacientan a sí mismos, que matan a las ovejas gordas y no se preocupan del rebaño. Son pastores que “No han robustecido a las flacas, ni curado a las enfermas, ni han vendado a las heridas, ni han reunido a las descarriadas, ni buscado a las perdidas, sino que las han tratado con crueldad y violencia” (Ez 34,4)
Y sigue narrando cómo actuará Dios con las de su rebaño: las llamará, las cuidará y apacentará, las reunirá sacándolas de parajes tenebrosos (alusión a Babilonia, que en nuestro caso sería al congreso). Las alimentará con buenos pastos y en altas montañas donde no corran peligros (Ez 34,12-16). Estas frases también aparecen hoy en el Salmo Responsorial.
Viene luego un regaño que más de un ecólogo cristiano ha empleado para solicitar la responsabilidad de los propietarios de grandes o medianas tierras: “¿No les basta con alimentarse de buenos pastos, que pisotean el resto del pastizal? ¿No les basta beber el agua clara, que enturbian el resto con las pezuñas? ¿Han de pastar mis ovejas lo que ustedes han pisoteado y beber lo que han enturbiado con sus pezuñas? (v.18 y 19).
Jesús, cuando los apóstoles regresaron de su misión se reúne con ellos y dialoga sobre lo que habían hecho y enseñado. Es una invitación a nosotros para ser expresivos y comentar en los grupos y en familia, aspectos personales y también sobre lo que hemos sentido frente a los hechos de una  política corrompida. Por ejemplo: ¿Qué mensaje da el profeta al pueblo de entonces? ¿Qué mensaje a nosotros hoy?
Pero el diálogo también debería extenderse a nuestras actitudes frente al cuidado de la naturaleza. Por ejemplo, ¿Qué mensaje religioso da el profeta al pueblo de entonces? ¿Qué mensaje a nosotros hoy?  ¿Qué tipo de actitudes debemos fomentar en nuestra sociedad para agradecer y conservar la naturaleza que el Señor nos ha regalado?
Después Jesús invita a sus discípulos a descansar y pasar en barca hasta un lugar despoblado. Pero al desembarcar y ver la multitud que lo sigue, siente compasión, “porque andaban como ovejas sin pastor y entonces comenzó a darles muchas enseñanzas” (Mc 6, 34). ¿De qué enseñanzas sociales estamos más necesitados nosotros hoy?

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