Cuando
los apóstoles regresaron de su misión y se reunieron con Jesús, le
contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces les dijo: “Vengan
ahora ustedes a un lugar solitario y despoblado y descansen un poco”.
Porque eran tantos los que iban y venían que no les quedaba tiempo ni
para comer. Se fueron, pues, en la barca a un lugar despoblado y
solitario. Pero muchos los vieron irse y se dieron cuenta, y a pie
fueron corriendo desde todos los pueblos y llegaron allá antes que
ellos. Al desembarcar Jesús y ver toda esa multitud, sintió compasión
por ellos porque andaban como ovejas sin pastor; entonces empezó a
darles muchas enseñanzas (Marcos 6, 30-34).
1. “Vengan ahora ustedes a un lugar solitario y despoblado y descansen un poco”
El domingo pasado recordábamos cómo Jesús llamó a sus primeros doce discípulos y los hizo sus apóstoles, es decir sus enviados para proclamar la Buena Noticia. Ahora los apóstoles regresan de su recorrido y, al contarle lo que han hecho y enseñado, Él los invita a descansar un poco.
Necesitamos sentirnos activos y útiles,
no sólo para nuestro sustento diario, sino también para nuestra propia
realización personal. Pero también toda persona que trabaja necesita
descansar. Por eso el ideal es poder combinar el trabajo con el
descanso. Quienes trabajan en situaciones de responsabilidad en las que
otros dependen de ellos, no pocas veces tienen que atender a las
continuas solicitudes que les llegan en tiempos previstos para el
reposo. También muchas personas se ven obligadas a multiplicar sus
esfuerzos, privándose del descanso para poder conseguir el sustento
propio y de sus familias. Y no faltan los adictos al trabajo que
desconocen la necesidad de descansar, negándose cualquier posibilidad de
re-creación.
Pero el descanso es necesario, y para que sea verdaderamente re-creativo, es decir renovador,
supone y exige la búsqueda de espacios y tiempos tanto de silencio
interior para rehacernos espiritualmente, como de encuentro y relación
con las personas en ambientes constructivos de distensión y diálogo.
¿Existen estos espacios y tiempos en mi vida? ¿Qué factores me pueden
estar impidiendo una satisfacción equilibrada de la necesidad de un
descanso renovador? ¿Qué debo y puedo hacer al respecto?
2. Al desembarcar Jesús y ver toda esa multitud, sintió compasión por ellos
El segundo tema del Evangelio de hoy es la compasión de Jesús por la gente. Com-pasión
significa sentir o padecer-con el que sufre o experimenta una situación
difícil. En la lengua griega en la cual fueron redactados originalmente
los Evangelios, el término empleado para expresar que Jesús se conmovió o sintió compasión equivale a “se le revolvieron las tripas”,
una imagen viva de lo que significa el amor de Dios hecho hombre para
compartir con nosotros las situaciones dolorosas y acompañarnos
ayudándonos a superarlas.
Ahora bien, el Evangelio no sólo nos
invita a reconocer el amor compasivo de Dios ofrecido personalmente por
Jesucristo, sino también a sentir y actuar como Él lo hizo,
especialmente en relación con las personas más necesitadas. Una de las
causas más profundas de la situación de injusticia social y de todas las
demás formas de violencia en que se encuentra nuestro país es la falta
de com-pasión, la indiferencia que lleva a muchos a desentenderse de los problemas de los demás, encerrándose en el egoísmo.
Surgen así otras preguntas para la
revisión personal. ¿Cómo me afectan los problemas de los demás? ¿Siento
compasión por los que sufren? ¿Me importan los demás, o me desentiendo
de ellos y sólo pienso en mis propios intereses?
3. Andaban como ovejas sin pastor; entonces empezó a darles muchas enseñanzas…
El tercer tema del Evangelio de este
domingo es la imagen del pastor como modelo de la misión encomendada por
Jesús a sus apóstoles. Esta misma misión es la que los obispos,
sucesores de ellos con el sucesor de Pedro a la cabeza -el Papa-, y
también todos los que ejercemos distintos ministerios o servicios en la
Iglesia de Cristo, estamos llamados a cumplir. Por eso a esta misión se
le da el calificativo de “pastoral”.
La situación descrita por el Evangelio al referirse a la multitud que andaba como ovejas sin pastor,
no es sólo de aquel tiempo, cuando ni las autoridades romanas ni los
jefes religiosos judíos se preocupaban por el auténtico bienestar de la
gente del pueblo. Es de todas las épocas y se había dado, por ejemplo,
en tiempos del profeta Jeremías, quien predicó en Jerusalén unos 650
años antes de Cristo. Ay de los pastores que dejan que se pierdan y dispersen las ovejas de mi rebaño…,
dice en la primera lectura de este domingo el profeta, refiriéndose a
los reyes descendientes de David que habían promovido no sólo la
idolatría, sino también la corrupción y la injusticia social en el
pueblo de Dios (Jeremías 23, 1-6).
Nosotros podemos aplicar esta denuncia
profética también al nuevo Pueblo de Dios, iniciado por Jesucristo como
una comunidad que supera la antigua división entre judíos y gentiles o
paganos, en virtud de la reconciliación que Él mismo hizo posible
gracias a su sacrificio redentor, y a la que se refiere el apóstol san
Pablo en la segunda lectura de hoy (Efesios 2, 13-18). Jesús, que es
nuestro Buen Pastor al que puede aplicarse en todo su sentido el Salmo
23 -el de la Misa de este domingo-, quiso contar con colaboradores que
continuaran después de su vida terrena la misión pastoral que recibió de
su Padre celestial.
Sin embargo, hoy también podemos decir
con el evangelista que mucha gente anda “como ovejas sin pastor”, no
sólo porque escasean los sacerdotes, sino también por la falta de
fidelidad y entrega de los que no cumplen debidamente con su misión
pastoral. Y asimismo, por la falta de líderes que den ejemplo de vida y
que sepan orientar a las personas hacia la verdadera felicidad.
Pidamos, pues, a la luz del Evangelio de
este domingo, por todos los agentes de la pastoral en la Iglesia, para
que las personas y comunidades que les han sido encomendadas y de manera
preferencial las más pobres y necesitadas, se sientan material y
espiritualmente orientadas y confortadas por ellos, con una actitud de
compasión y de misericordia semejante a la de nuestro Buen Pastor,
Jesucristo nuestro Señor.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario