1. Lecturas:
a. Libro de la Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-24
b. II Carta de san Pablo a los Corintios 8, 7.9. 13-15
c. Marcos 5, 21-43
2. Las lecturas que nos propone la liturgia
dominical giran alrededor del tema de la VIDA, que es el valor básico,
anterior a todos los demás valores:
a. El libro de la Sabiduría nos habla de Dios como
fuente de la vida, como su promotor y defensor, que creó al hombre a
imagen y semejanza suya para que fuera administrador responsable de la
Creación.
b. El evangelio de Marcos nos presenta a Jesús, que
interviene milagrosamente para devolver la vida a la hija de Jairo,
quien era uno de los jefes de la sinagoga, y para restaurar la salud y
la calidad de vida de una mujer que padecía continuas hemorragias.
Centremos, pues, nuestra reflexión en el don de la vida.
3. El libro de la Sabiduría hace una afirmación
contundente: “Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de
los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera”:
a. Esta afirmación del libro de la Sabiduría
contrasta con algunas escuelas de pensamiento impregnadas de pesimismo,
que ven la existencia humana condenada a la aniquilación, pues
interpretan la muerte biológica como punto final que nos lanza a un
vacío de oscuridad y destrucción.
b. El Dios que se ha manifestado en Jesucristo es
Dios de vida; otra cosa muy diferente son algunos de sus seguidores que
han sembrado dolor y muerte pretendiendo defender la verdad; en
concreto, me refiero a esos capítulos oscuros de la historia de la
Iglesia como las Guerras de religión, las cruzadas, la Inquisición…
c. Las acciones de muerte, tristemente presentes en
todas las culturas, son enemigas irreconciliables de la cultura de la
vida, que se nutre de una teología de la Creación que ve las maravillas
del microcosmos y del macrocosmos como un himno a la sabiduría infinita
de Dios que crea la vida. Sin embargo, las ambiciones humanas han
querido introducir el caos en el proyecto original de Dios; el libro de
la Sabiduría expresa esta cruel realidad en el lenguaje propio de su
época: “Por envidia del diablo entró la muerte en el mundo y la
experimentan quienes le pertenecen”.
4. El evangelista Marcos nos muestra la sensibilidad
de Jesús ante el dolor del padre que ha perdido a su hija, y ante el
drama de una mujer que por muchos años ha visto debilitada su salud por
las continuas hemorragias que la aquejaban:
a. Su corazón era sensible a las necesidades de las
personas que salían a escucharlo. Una vez eran las palabras conmovedoras
salidas de lo más profundo del dolor humano, como en el caso de Jairo:
“Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y
viva”; otras veces percibe el gesto silencioso de una persona
necesitada, como en el caso de la mujer enferma, de la cual nos habla
Marcos en el texto que hemos leído, quien “oyó hablar de Jesús, vino y
se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que
con sólo tocarle el vestido se curaría. Inmediatamente se le secó la
fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada”.
b. Ahora bien, todas las acciones milagrosas de
Jesús van mucho más allá del hecho físico que suscitaba tanta
admiración, y son manifestaciones de gracia y momentos de salvación;
por eso le dice a Jairo: “No temas; basta que tengas fe”; y a la mujer
la tranquilizó diciéndole: “Hija, tu fe te ha curado; vete en paz y
queda sana de tu enfermedad”.
5. Como lo dijimos al comienzo de nuestra reflexión,
las lecturas litúrgicas de este domingo giran alrededor del tema de la
VIDA: Dios que la crea y la conserva, y Dios que la devuelve a los
muertos y a los enfermos. Demos un paso adelante en nuestra reflexión y
preguntémonos ¿cuáles son nuestras responsabilidades frente a la vida ya
que somos colaboradores en la obra creadora y salvadora de Dios? No
cabe una sola respuesta, pues todo dependerá del rol que desempeñemos en
la Iglesia y en la sociedad:
a. Son actores principalísimos en la acción creadora
de Dios los padres y madres que engendran hijos. Su capacidad de
generar vida los hace partícipes, de manera particularmente cercana, del
poder de Dios. Por eso la paternidad y la maternidad deben ser
ejercidas responsablemente sabiendo que es una tarea que se ejerce a lo
largo de toda la vida; ser papá y mamá no es un oficio que se ejerce “de
tiempo parcial”, sino que es una opción de vida.
b. Los educadores servimos al Dios de la vida
ofreciendo a los niños y a los jóvenes las herramientas de valores,
conocimientos y habilidades para que puedan tener una existencia útil y
se realicen como personas y como ciudadanos.
c. Los líderes de opinión sirven al Dios de la vida
debatiendo los temas de interés común de manera que las políticas
públicas protejan a los más débiles y se respeten los derechos humanos
fundamentales.
d. Los profesionales de la salud sirven al Dios de
la vida trabajando en la prevención de las enfermedades, educando en
hábitos saludables de vida, prestando unos servicios de salud que tengan
rostro humano, favoreciendo las condiciones para vivir y morir con
dignidad.
e. Los ciudadanos de la base servimos al Dios de la
vida denunciando las inequidades, favoreciendo la inclusión social,
llevando a cabo acciones de solidaridad de acuerdo con las posibilidades
de cada uno y protegiendo la naturaleza de la acción depredadora de un
desarrollo enloquecido que está acabando con los recursos de la Tierra.
6. Que estas reflexiones, inspiradas en las lecturas
de este domingo, nos motiven para asumir nuestras responsabilidades
como colaboradores en la obra creadora de Dios, promoviendo y
defendiendo el valor de la VIDA en todas sus expresiones.
En el trajín de la gran ciudad: transmilenio, medios de comunicación que nos saturan, preocupaciones personales, la dura realidad que a menuda nos abruma, cabe esta pregunta: ¿hundo la cabeza en la arena como el avestruz para evadir? ¿qué hago?
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