martes, 12 de abril de 2011

Martes 12 de abril.

Buenos días:
 
Lecturas de hoy
 
1.Números 21:4-9
2.Salmo 101:2-3.16-21
3.Juan 8:21-30
 
Se aproxima la semana santa: estamos debidamente preparados para una experiencia espiritual de fondo? Hay en nosotros condiciones de ruptura liberadora con afectos desordenados,prácticas egoístas, consumismo, injusticia, resentimientos, alejamiento de Dios y de los hermanos? nos experimentamos como personas libres dispuestas a implicarnos en un 100 % con el proyecto de Jesús?
 
Dentro de estos requisitos más explícitos para configurarnos con Jesús y con la voluntad de Dios les propongo hoy, en el mejor ambiente cuaresmal, considerar si hay demasiados "ruidos" en nuestra vida: el ruido de mi ego, el ruido de mi adicción desmedida al trabajo, el ruido de mi activismo que me impide hacer un alto en el camino para contemplar el misterio de Dios y de la vida, el ruido externo e interno, la cantidad de acciones que nos envuelven, aparentemente en una vida de mucho trabajo pero con poco fondo interior.
 
La vida moderna, especialmente en las grandes ciudades, es muy veloz y "ruidosa", vivimos atafagados, presionados por la productividad, afanados por hacer y hacer, y sin el silencio requerido para escuchar las voces fundamentales del ser, del sentido, de la trascendencia, de Dios, los clamores de las personas. Pueden ser estos ruidos evasiones para no afrontar con coraje las preguntas fundamentales que Dios nos formula y bajo la apariencia de estar ocupadísimos vivimos inmersos en el "ruido" que no permite el florecimiento de la experiencia de Dios. Porque incluso este ruido puede estar saturado de religión, de piedades externas, de devociones y rituales de tal intensidad que nos impide escuchar a Dios.
 
Por eso les propongo que oremos en silencio, entendiendo por esto un ámbito de rica interioridad, de despojo de sonoridades agobiantes, de activismo, para que la escucha de Dios sea genuina y esto nos disponga al encuentro fecundo con  Jesús que se despoja totalmente de sí mismo para escuchar sólo al Padre y entrar en la fase decisiva de su pasión.
 
Pongámonos en un trance más atento para escuchar que nos dice Dios en Jesús en esta inminente semana santa de 2011, verifiquemos qué cuestiones concretas nos empieza a plantear el Señor como resultado de esta cuaresma: despojos, mociones del Espíritu, llamadas específicas, adquisiciones en términos de mayor libertad y disponibilidad para las cosas del Padre, capacidad de abnegación, docilidad al Espíritu,etc.?
 
En semana santa puede haber mucho "ruido religioso" y escasa espiritualidad, por eso es importante hacer conciencia de esto para que la participación en las celebraciones desde el domingo de ramos hasta el domingo de pascua estén saturadas del Espíritu y para que en ella escuchemos los densos requerimientos que el Padre tiene para que nuestra vida sea vivida desde la clave de las bienaventuranzas.
 
El modo de vida de los monjes y monjas contemplativos, en silencio y oración, nos puede parecer inútil, porque decimos: con tanto trabajo que hay por realizar, incluso de tipo apostólico, qué sentido tienen las vidas de estas personas encerradas, sin "hacer nada", perdiendo el tiempo en largas horas de oración?  Pues justamente estos enclaves de contemplación, de austeridad en el estilo de vida, de silencio para escuchar a Dios, son un mensaje desde lo esencial a la agitada vida que llevamos. En diversos lugares del mundo los monasterios son oasis  cuyo silencio nos incita para acallar todos los "ruidos" que tanto agobian para dejar que hable el Espíritu.
 
Nuestro amigo Thomas Merton (1915-1968), ya referido varias veces en estas pistas de oración, tuvo una vida muy ruidosa, en determinado momento francamente desaforada, pero en todo ello experimentó un gran vacío y un deseo inmenso de vivir solitariamente para escuchar a Dios. Por esto, a los 26 años de edad, en 1941, ingresó en el monasterio trapense de Getsemaní, en el estado de Kentucky, en los Estados Unidos. Y en ese modo de vida supo escuchar a Dios y escuchar los clamores de vida del mundo agitado del siglo XX. Les sugiero leer su autobiografía "La montaña de los siete círculos" o "Los manantiales de la contemplación". Dos profundos testimonios de cómo llegó este hombre, tan típico del siglo XX, a escuchar a Dios y a la vida en el silencio de su monasterio.
 
Hagamos un monasterio en nuestro corazón para silenciar tanto ruido impertinente, perturbador, dejemos de escucharnos a nosotros mismos, y corramos el riesgo de escuchar al que es Totalmente Otro, y totalmente ofrecido para que nuestra vida tenga todo el sentido y la esperanza. Cuando los ruidos desaparecen se crea la calma necesaria para escucharlo a El y sólo a El.
 
Y así, a través de El, escuchamos al amor, a la vida, a la dignidad, al hambre y sed de justicia. Escuchemos a Jesús en estos días previos a la semana santa, y dejémonos fascinar por el apasionante misterio de su cruz, de su soledad, de su total abandono en el Padre. Silencio pleno y fecundo.
 
Señor, bendícenos con este don de una vida callada, desierto fértil para escucharte y para escuchar las voces profundas que nos llaman a  mayor amor, a mayor dedicación a Tí y a los hermanos, a una vida enamorada de Tí y de la humanidad, como tu Hijo Jesús, que se vació totalmente hasta la muerte y muerte de cruz para llevarnos a la nueva vida en tu presencia.
 
Bendice a mi hermana Clarita (hoy tiene quimioterapia), bendice a todas estas personas de nuestra lista, con el don de la salud, con el don del silencio fecundo, con el don de tu presencia amorosa y sanadora. Con Monseñor Romero y con el Padre Arrupe, que tantas veces, en medio de su intensa vida apostólica , hicieron silencio para escucharte, te los-as presentamos para que los llenes de Tí y a nosotros con ellos. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
 
Feliz día, gran abrazo,
 
Antonio José Sarmiento Nova,S.J.

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