jueves, 28 de julio de 2011

JUEVES 28 DE JULIO

Lecturas de hoy
1. Exodo 40: 16-21 y 34-38
2. Salmo 83: 3-8 y 11
3. Mateo 13: 47-53
“Cuando la nube se alzaba del santuario, los israelitas levantaban el campamento, en todas las etapas. Pero cuando la nube no se alzaba, los israelitas esperaban a que se alzase. De día la nube del Señor se posaba sobre el santuario y, de noche el fuego, en todas sus etapas, a la vista de la casa de Israel” (Exodo 40: 36-38)
Con este capítulo y versículos concluye el libro del Exodo. Indica el texto que los israelitas no caminaban hacia adelante si sabían que Dios no se encontraba en medio de ellos, guiando la ruta, bajo el significado de la nube.
Cómo es nuestro éxodo, nuestra andadura por la vida? Estamos abiertos a discernir las señales de la presencia de Dios en nuestro proceso? Caminamos guiados por criterios autosuficientes, arrogantes? O lo hacemos inspirados en el Dios siempre mayor que se expresa en la historia, en los signos de los tiempos, en las personas, en las experiencias de nuestra vida, y descubrimos allí inspiraciones decisivas para este caminar?
Los israelitas caminaron 40 años por el desierto, bajo el liderazgo de Moisés, en algunas etapas de su peregrinaje desconfiaron del Señor y de su guía, se desesperaron, quisieron volver a la “comodidad” de Egipto, tuvieron la tentación de la idolatría, pero el Señor se empeñó con ellos en llevarlos adelante, y Moisés, su enviado, fue un hombre de confianza en las señales de Dios y de inmensa esperanza. Qué nos dice esto para el camino nuestro?
Por otra parte, en una nueva “miniparábola” Jesús dice: “El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena la arrastran a la orilla , se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran” (Mateo 13: 47-48).
No leamos este pasaje con terror o con esa mentalidad de dividir el mundo en buenos y malos, veámoslo por el lado de la actitud ante la propuesta de Jesús y de la invitación a vivir en la lógica del reino de Dios y su justicia.
Cómo es nuestra actitud ante el mal? Nos distanciamos y no nos sentimos implicados? Juzgamos y condenamos? Nos sentimos salvados, justificados, mejores que los demás? O tenemos capacidad, desde Jesús, de afrontar el mal presente en nosotros mismos, en nuestros ámbito de afectos, de familia, de trabajo, de iglesia, de sociedad, y trabajamos por erradicarlo abiertos a la acción de la gracia? Desarrollamos una aptitud evangélica para discernir con criterios juiciosos el mal del bien, y eso lo hacemos primero revisando nuestra interioridad?

Estos son los interrogantes que aspiran a guiar la oración de este día.

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