viernes, 22 de julio de 2011

Viernes 22 de julio.

Buenos días.

Dios está conmigo, pero es más: Dios está dentro de mí.
Hago una pausa y siento su Presencia, que me da la Vida, en mi cuerpo, en mi mente, en mi corazón,
en este momento ... ahora ...
Dios no está ajeno a mi libertad.
Su Espiritu da vida a mis deseos más íntimos,
empujándome suavemente hacia el bien.
Pido la gracia de dejarme envolver por el Espíritu Santo.
Existo en una red de relaciones con mi entorno, con la naturaleza, con mis hermanos, con Dios...
Algunos tejidos de la red están rotos, otros torcidos...
Pido la gracia de la aceptación ... y del perdón ...

Mateo 13:18-23
Jesús dijo a sus discípulos: "Escuchen ahora la parábola del sembrador: Cuando uno oye la palabra del Reino y no la interioriza, viene el Maligno y le arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Ahí tienen lo que cayó a lo largo del camino. La semilla que cayó en terreno pedregoso, es aquel que oye la Palabra y en seguida la recibe con alegría. En él, sin embargo, no hay raíces, y no dura más que una temporada. Apenas sobreviene alguna contrariedad o persecución por causa de la Palabra, inmediatamente se viene abajo. La semilla que cayó entre cardos, es aquel que oye la Palabra, pero luego las preocupaciones de esta vida y los encantos de las riquezas ahogan esta palabra, y al final no produce fruto. La semilla que cayó en tierra buena, es aquel que oye la Palabra y la comprende. Este ciertamente dará fruto y producirá cien, sesenta o treinta veces más".

·         Permito que mi imaginación se introduzca en la escena que presenta Jesús, imaginando el crecimiento de las semillas e identificando lo que lo amenaza. Tengo cuidado de no permitir que las malezas y la aridez dominen, sino que acepto que Dios me muestre una cosecha floreciente, y nunca pierdo esa esperanza para mí.
·         Pienso cómo puedo permanecer alerta frente a cualquier amenaza a la palabra que se me da: la vida que Jesús ofrece puede ser barrida por actitudes escépticas, comentarios cínicos, actitudes desesperanzadas o palabras hirientes.

Que sucede en mí, mientras rezo?
Siento consuelo, preocupación, indiferencia?
Imagino a Jesús mismo sentado o de pie, a mi lado,
y comparto estos sentimientos con Él.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amen

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