domingo, 3 de julio de 2011

Benedicto XVI: La mirada de Jesús se posa hoy sobre todos los oprimidos Meditación con motivo del Ángelus


CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 3 de julio de 2011 (ZENIT.org).-

Publicamos la intervención que dirigió Benedicto XVI este domingo a

mediodía desde la ventana de su estudio a los miles de peregrinos

congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano para rezar la

oración mariana del Ángelus.

 

 

* * *

 

Queridos hermanos y hermanas:

 

 

Hoy en el Evangelio, el Señor Jesús nos repite esas palabras que

conocemos tan bien, pero que siempre nos conmueven: “Venid a mí

todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os daré descanso.

Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y

humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.Porque mi

yugo es suave y mi carga ligera” (Mateo 11, 28-30). Cuando Jesús

recorría las calles de Galilea anunciando el Reino de Dios, y curando

a muchos enfermos, sentía compasión de la muchedumbre, porque estaban

cansados y abatidos, como ovejas sin pastor (Cf. Mateo 9, 35-36).

 

 

Esa mirada de Jesús parece extenderse hasta hoy, hasta nuestro mundo.

También hoy se posa sobre tanta gente oprimida por condiciones de vida

difíciles, así como desprovista de válidos puntos de referencia para

encontrar un sentido y una meta a la existencia. Multitudes extenuadas

que se encuentran en los países más pobres, probadas por la

indigencia; y en los países más ricos también hay muchos hombres y

mujeres insatisfechos, incluso enfermos de depresión. Pensemos,

además, en los numerosos evacuados y refugiados, en cuantos emigran

arriesgando su propia vida. La mirada de Cristo se posa sobre toda

esta gente, es más, sobre cada uno de estos hijos del Padre que está

en los cielos, y repite: “Venid a mí todos…” .

 

 

Jesús promete que dará a todos “descanso”, pero pone una

condición: “Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que

soy manso y humilde de corazón”. ¿En qué consiste este

“yugo”, que en lugar de pesar aligera, y en lugar de

aplastar levanta?

 

 

El “yugo” de Cristo es la ley del amor, es su mandamiento,

que ha dejado a sus discípulos (cf. Juan 13, 34; 15,12). El verdadero

remedio para las heridas de la humanidad --tanto materiales, como es

el hambre y las injusticias, y psicológicas y morales, causadas por un

falso bienestar-- es una regla de vida basada en el amor fraterno, que

tiene su manantial en el amor de Dios. Por esto es necesario abandonar

el camino de la arrogancia, de la violencia utilizada para procurarse

posiciones cada vez de mayor poder, para asegurarse el éxito a toda

costa. También por respeto del ambiente es necesario renunciar al

estilo agresivo que ha dominado en los últimos siglos y adoptar una

razonable “mansedumbre”. Pero sobre todo en las relaciones

humanas, interpersonales, sociales, la regla del respeto y de la no

violencia, es decir, la fuerza de la verdad contra todo abuso, puede

asegurar un futuro digno del hombre.

 

 

 

Queridos amigos, ayer celebramos una particular memoria litúrgica de

María Santísima, al alabar a Dios por su Corazón Inmaculado. Que la

Virgen nos ayude a “aprender” de Jesús la humildad

verdadera, a tomar con decisión su yugo ligero, para experimentar la

paz interior y ser capaces de consolar a otros hermanos y hermanas que

recorren con fatiga el camino de la vida.

 

[Tras rezar el Ángelus, el papa saludó a los peregrinos en varios

idiomas. En español, dijo:]

 

 

Saludo con afecto a los grupos de lengua española que participan en

esta oración mariana, en particular a los profesores y alumnos del

Colegio Internacional Europa, de Sevilla. Venid a mí todos los que

estáis cansados y agobiados, nos dice hoy Cristo en el Evangelio. Que

esta palabra resuene con claridad en el corazón de todos, de modo que,

presentando al Señor nuestros afanes y sufrimientos, encontremos en Él

la fuerza para afrontar la vida con alegría y serenidad de espíritu,

siendo testigos de su amor y fuente de esperanza para los necesitados.

Gracias por vuestra presencia y vuestras oraciones. Feliz domingo.

 

 

[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina

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