miércoles, 8 de junio de 2011

MIERCOLES 8 DE JUNIO


Lecturas  de hoy
1.      Hechos 20:28-38
2.      Salmo 67:29-36
3.      Juan 17: 11-19
En la oración de hoy demos gracias a Dios por el nacimiento de Mateo Rengifo Marroquín, quien es presentado por su abuelita Omayra Parra de Marroquín, por sus padres, por toda la familia, muy felices y gratificados con la llegada de este nuevo e importante miembro de familia.
También agradecemos al Señor la vida del Padre ALBERTO SILVA GONZALEZ,S.J., fallecido el pasado domingo 5 de junio en Medellín, a los 88 años de edad, 72 de vida en la Compañía de Jesús y 57 de ministerio sacerdotal. El Padre Silva dedicó la mayor parte de su vida al trabajo con jóvenes en la pastoral de los colegios y, de modo muy especial, a la promoción de vocaciones jesuitas. Varios de los nuestros en Colombia le deben su ingreso a la Compañía al trabajo apostólico del Padre Silva.
Igualmente nos unimos a la Orden Franciscana (OFM) en solidaridad con la muerte de su Superior Provincial, Fray FERNANDO GARZON RAMIREZ,OFM, fallecido el lunes 6 de junio, a los 54 años de edad, 31 de haber ingresado a la orden, y 25 de vida sacerdotal. El Padre Garzón dedicó parte importante de su vida a la Universidad de San Buenaventura, en la que fue decano y profesor de la Facultad de Teología, y también rector durante seis años. Desde 2008 era el Superior Provincial.
Descansen en paz estos servidores del Evangelio.
Al estar en los finales del tiempo de Pascua (el próximo domingo concluye con la solemnidad de Pentecostés), les propongo que hagamos un control de calidad a todo lo vivido en este período en términos de nuestro crecimiento humano y espiritual.
En la dinámica de oración y discernimiento experimentamos mociones, unas de desolación, otras de consolación. El examen atento de la oración nos permite diferenciarlas e ir estableciendo cuáles son las tendencias del Espíritu en nosotros, hacia donde nos lleva, cuáles los núcleos de nuestro ser que son afectados constructivamente con miras a ser mejores seres humanos según el modelo de Jesús. Ese es el contenido de este balance.
No podemos permitir que este rico tiempo pascual, con el contenido central de la resurrección de Jesús, se reduzca simplemente a ritos y prácticas devocionales sin implicaciones en nuestro modo de ser y de proceder.
De ahí deriva este requerimiento de estar vigilantes para atender las señales del Espíritu en todo lo vivido. Nos inquietan mucho las evidencias de “mala humanidad”, tan reiteradas ellas en nuestro medio: egoísmo, corrupción,deshonestidad,violencia, falta de seriedad con los compromisos adquiridos, indiferencia, individualismo, etc. Lo primero que se impone como pregunta a nuestra conciencia es si nosotros, por omisión o comisión, participamos de estas graves fallas que afectan por una parte la integridad de la comunidad cristiana y por otra parte a la sociedad de la que hacemos parte.
Porque no es sano criticar desde fuera sin comprometernos, por eso en un ejercicio responsable debemos asumir como propios todos estos males que afectan a muchas personas y, con docilidad al Espíritu, explorar los caminos de superación, corrección y crecimiento. Queremos una iglesia más evangélica, más coherente con Jesús, más servidora de la humanidad, pues cada uno debe ser así para propiciar esa madurez de la comunidad de los creyentes. Igual cosa debemos decir de la sociedad con la que soñamos: incluyente, solidaria, respetuosa, organizada; también nuestro crecimiento individual debe ser un aporte humano y ético al mejor país por el que estamos comprometidos a trabajar.
En el plano personal muy seguramente hemos detectado aspectos nuestros que no están debidamente evangelizados: afectos desordenados, mal uso del dinero, deficiencias en el estado de vida por el que optamos, decisiones injustas, criterios y prácticas egoístas, enfriamiento espiritual, bajo nivel de solidaridad con los más pobres, intransigencias, rencores, maltratos. Cada uno sabrá la propia medida de sus responsabilidades en este campo. De modo que el Espíritu nos invita a vivir una PASCUA, un paso de la muerte a la vida, un dejar que el Señor irrumpa en nuestro universo y desencadene proceso de vida, de libertad, de reconciliación de bienaventuranza.
La invitación paulina es muy clara y esperanzadora: “ Despójense de la conducta pasada, del hombre viejo que se corrompe con sus malos deseos;renuévense en su espíritu y en su mente; y revístanse del hombre nuevo, creado a imagen de Dios con justicia y santidad auténticas” (Efesios 4: 22-24).
El acontecer resucitado de Jesús en nuestras vidas debe traducirse en una radical novedad del ser: feliz, digna, transparente, convertida a Dios y a los hermanos, honesta, fiel, solidaria, espiritual, humanista, servicial, asumiendo que el don del Espíritu nos es ofrecido para cultivar en nosotros esta HUMANIDAD NUEVA que es la misma de Jesús, y acudiendo a nuestra libre determinación para acoger el don. Este es un ser humano pascual, saturado de Dios y de humanidad, configurado con Jesús, animado por el Espíritu.
Dediquemos estos días finales de Pascua a hacer una valoración juiciosa de nuestras vidas, en la clave del Resucitado.
-          Cuáles son los aspectos detectados en los que debo crecer?
-          Cuáles son los aspectos en los que veo mi crecimiento?
-          Cuáles han sido los recursos que me han ayudado a esta evolución?
-          Qué compromisos personales, evaluables y reales asumo para mantener vivo el espíritu de Pascua en mi vida? (Cfr. Compromisos PER, Julio Jiménez,S.J., a finales de los años setenta)
-          En mi ejercicio profesional y laboral qué cambios debo introducir para hacer de esa actividad una manifestación de mi compromiso pascual?
-          En mi vida de familia: relación de pareja, hijos, hermanos, padres, qué debo hacer para imprimirle talante pascual a mi hogar?
-          En relación con la sociedad y con mi compromiso ciudadano qué debo asumir para participar en acciones de justicia, solidaridad, derechos humanos, respeto institucional, ética civil, para aportar a la construcción de una mejor sociedad?
-          Qué he hecho por Cristo?
-          Qué debo dejar de hacer por Cristo?
-          Qué debo empezar a hacer por Cristo?

Y como una manifestación de esta vitalidad del Señor Resucitado animando nuestras vidas sigamos empeñados en el afecto y la oración con todos nuestros hermanos-as de la lista, confiándolos siempre al Dios de la vida para que los bendiga con el don de la salud, de la vida feliz, de la armonía interior, siempre  con el apoyo intercesor de dos hombres profundamente pascuales, el Padre Arrupe y Monseñor Romero. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

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