sábado, 25 de junio de 2011

SABADO 25 DE JUNIO


Lecturas de hoy:
1.      Génesis 18: 1-15
2.      Salmo Lucas 1: 46-55 (Cántico del Magnificat)
3.      Mateo 8:5-17
María Irma Suárez de Pachón, integrante de Comunitas Matutina, nos comunica que Zelma Echeverría, residente en USA, sigue adelante con su tratamiento de radioterapia para el cáncer, con un gran temple espiritual y emocional. Recordemos que ellas es una joven esposa, madre y economista. También nos participa que su cuñada Elvira Pachón tiene ahora otras dificultades de salud distintas de las que inicialmente la llevaron a presentarla para la oración de esta comunidad. María Irma hace parte muy comprometida del Movimiento Focolar en Colombia y es integrante de esta comunidad desde sus comienzos, con gusto grande nos unimos a estas intenciones de Zelma y Elvira.
Les propongo como contenido de la oración para hoy que sigamos el Magnificat de María en Lucas 1:46-55, como lo propone el calendario litúrgico para el salmo de este día. Un sencillo seguimiento o lectura sapiencial del texto nos permite detectar los elementos de este himno, que expresa muy bien la lógica del Evangelio:
1.      Reconocimiento de la grandeza de Dios, que no es la propia de un gran señor al estilo del mundo, sino la que reconoce la “humillación de su esclava” (Lucas 1:48).El Dios a quien está alabando y reconociendo María no es un Dios que se fije en las grandezas mundanas, en los poderes temporales, sino en la humildad y en la pequeñez de los que asumen vivir según su voluntad. Es el proyecto de Jesús de anonadamiento, de renuncia al vano honor del mundo.
2.      Por esto, María se siente bienaventurada, y reconoce la acción de Dios en ella, consciente de que este beneficio no es sólo para ella, porque “su misericordia llega a sus fieles de generación en generación” (Lucas 1: 50). Dios no se limita a complacerse en unos pocos elegidos sino que opta por toda la humanidad, respetando su libertad, y hace destinatarios de esa misericordia – fuerza salvadora y restauradora – a todos los que libremente, como ella, quieran acoger ese don. Hay una solidaridad comunitaria en el mismo.
3.      Siguiendo con el primer elemento, el Magnificat pone de manifiesto la preferencia de Dios por los débiles y afligidos, también por los que expresan su necesidad de El y de un sentido trascendente de la vida, y por eso no presumen de riquezas ni de glorias, sino de una apertura radical a los beneficios de su amor. El modelo de ser humano que Jesús propone en el Evangelio se ve muy evidente aquí con el rechazo profético del envanecimiento que proviene del poder, de la riqueza material, de las autosuficiencias propias de la cultura mundana, y con la afirmación del ser humano bienaventurado, solidario, humilde, servidor, necesitado de la acción liberadora de Dios: “derriba del trono a los poderosos, y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos” (Lucas 1: 52-53).
4.      Este Dios que hizo una promesa a los padres de Israel es fiel a la misma y está permanentemente comprometido con su cumplimiento, esta es la gran constatación de la fe de Israel, y María lo ve cumplido en ella misma y en el pueblo de Israel, esta no es una fantasía , es una feliz realidad que da significado a su vida, a la vida de todos los creyentes sinceros y limpios de corazón, como ella, y se siente parte de esa historia y de ese pueblo acogido por el don de Dios: “acordándose de la misericordia – como lo había prometido a nuestros padres – a favor de Abraham y de su descendencia por siempre” (Lucas 1: 54-55).
 El capítulo VIII de la Constitución Dogmática sobre la Iglesia del Concilio Vaticano II – “Lumen Gentium” – se dedica a María “La bienaventurada Virgen María, madre de Dios,en el misterio de Cristo y de la Iglesia”. Ella expresa en sí misma el modelo del genuino creyente, abierta al don de Dios, incondicional, consciente de que esa dedicación de su libertad al Padre es garantía de una existencia bienaventurada y legitimada en su búsqueda de trascendencia. Así mismo, María asume plenamente el modo de ser evangélico, consciente del significado de su hijo Jesús, dócil a la voluntad de Dios, solidaria y fraterna, humilde y dispuesta a vivir siempre en la perspectiva del reino y de su justicia.
Es  clave que nos despojemos de un cierto marianismo fundamentalista que endiosa en exceso a María y desdibuja su humanidad, muchas devociones y tendencias en el mundo católico tienen esta distorsión. El Magnificat nos coloca en la genuina dimensión de María, la bienaventurada, modelo del ser humano según el Evangelio y privilegiada intercesora ante su Hijo para que vivamos según el Espíritu.
Con ella y con Monseñor Romero y el Padre Arrupe presentamos al Padre  a todos nuestros hermanos de LA LISTA  en este día para que también ellos y ellas, y nosotros , nos dispongamos a vivir según este camino de libertad. Por Jesucristo,Nuestro Señor.Amén.

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