lunes, 27 de junio de 2011

El Papa se congratula por los nuevos beatos alemanes Recuerda a tres sacerdotes mártires del nazismo en Lübeck





CIUDAD DEL VATICANO, domingo 26 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Desde
su estudio del Palacio Apostólico, asomado sobre la Plaza de San
Pedro, el Papa Benedicto XVI quiso unirse hoy a la reciente
beatificación de tres sacerdotes alemanes decapitados en 1943 por el
régimen nazi.
 
 
Se trata de Johannes Prassek, Eduard Müller y Hermann Lange (ver
www.zenit.org/article-39722?l=spanish), sacerdotes católicos alemanes
que fueron ejecutados por su oposición al nazismo, junto al pastor
protestante Karl Friedrich Stellbrink en Lübeck (Alemania).
 
 
El Papa quiso mostrar su alegría por estas nuevas beatificaciones y
por las de otros tres santos milaneses, al concluir el rezo del
Ángelus:¡Alabemos al Señor por estos testigos luminosos del
Evangelio; exclamó.
 
 
Después, al dirigirse a los peregrinos de lengua alemana presentes en
la Plaza de San Pedro, el Papa quiso saludar especialmente a los
fieles de la archidiócesis de Hamburgo, recordándoles la trascendencia
de este martirio.
 
 
El sufrimiento compartido por los tres sacerdotes católicos y el
pastor protestante Stellbrink en la cárcel, hasta su ejecución, supone
un gran testimonio ecuménico de humanidad y esperanza;
subrayó el pontífice.
 
 
Especialmente, quiso recordar una cita de uno de ellos, Johannes
Prassek, escrita en su celda: Dios es tan bueno que me quita
todo miedo y me da la alegría y el anhelo. Es increíble;
subrayó el Papa, cómo desde su celda muestra el cielo e
invitó a los presentes a dejarse contagiar de esta
alegría.
 
 
La ceremonia de beatificación tuvo lugar ayer en Lübeck (ciudad
hanseática cercana a Hamburgo), presidida por el cardenal Angelo
Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y
cuya homilía fue pronunciada por el cardenal Walter Kasper, según
informa Radio Vaticano.
 
 
El cardenal Kasper, que fue hasta hace poco presidente del Consejo
Pontificio para la promoción de la Unidad de los Cristianos, destacó
especialmente en los nuevos beatos que durante su ejecución no
faltó nada, excepto el miedo de los que iban a morir.
 
 
Con palabras conmovedoras, el purpurado quiso mostrar los últimos
momentos de aquellos cuatro hombres, y especialmente sus últimas
frases antes de morir, entre ellas la del luterano Stellbrink a su
esposa: Verdaderamente, no es difícil morir y confiarse a las
manos de Dios.
 
 
Estos cuatro hombres afirmó,  el cardenal Kasper ;
nos dicen qué significa ser un cristiano: estar donde está Jesús,
vivir y morir con él.
 
 
Los mártires de Lübeck, añadió, nos demuestran que en ese
momento [el régimen nazi, n.d.r] no estaban sólo los que seguían
porque estaban cegados o los que participaban porque eran malvados;
había también otra Alemania. Había cristianos valientes que no
inclinaron la cabeza y que no se dejaron doblegar.
 
 
También hoy, subrayó, necesitamos hombres y mujeres de este
calibre, porque los cristianos son hoy el grupo más perseguido en todo
el mundo.
 
 
En lugares como Occidente, la persecución consiste como mucho
en soportar que alguno tuerza la nariz, o que a veces se haga ironía y
sarcasmo de los cristianos y de la Iglesia. Sin embargo,
concluyó, siguen haciendo falta hombres y mujeres honrados, que
no se acomoden, que en la libertad cristiana sean coherentes con su
fe, que piensen, hablen y vivan de forma distinta.
 
 
Las cartas de despedida de los mártires de Lübeck a sus familias, que
nunca llegaron a sus destinatarios porque fueron confiscadas por el
tribunal nazi que les condenó, pues las consideraban
peligrosas por la confesión de fe y la alegría ante la
muerte que contenían, se dieron por perdidas durante muchos años.
Reaparecieron al abrirse los archivos de la RDA tras la reunificación
de Alemania.
 Pueden leerse (traducidas al español) en:
www.luebeckermaertyrer.de/es/geschichte/abschiedsbriefe/index.html

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