domingo, 19 de junio de 2011

DOMINGO 19 DE JUNIO


Lecturas de hoy
1.      Exodo 34: 4-9
2.      Daniel 3:52-56
3.      2 Corintios 13:11-13
4.      Juan 3:16-18
En este domingo la Iglesia quiere destacar la realidad trinitaria de Dios: Padre, Hijo y Espìritu Santo. Es bueno advertir que las formulaciones doctrinales y teológicas, como esta que es esencial en la fe cristiana, no son para quedar en las nubes de abstracciones incomprensibles para el común de los creyentes, sino definiciones que, debidamente fundamentadas en la revelación bíblica, se implican en la cotidianidad misma de las comunidades de fe. Es cierto que a veces algunos lenguajes teológicos pecan de complejos e inaccesibles. Pues bien, debemos hacer el esfuerzo de ponerlos al alcance de todos, porque de lo que se trata es de que tengan influjo en la vida de todos los que se esfuerzan por seguir este camino creyente, y que sean “manualitos” sin renunciar a su profundidad. A este respecto, hace unos años tuve la oportunidad de leer un libro muy sugestivo llamado “Teologia en vaqueros” (como llaman en España a los “jeans”), escrito por el sacerdote Manuel de Unciti, justamente con el objetivo de traducir a lenguajes cotidianos todos los contenidos de la fe, muy acertado el libro, por cierto.
De acuerdo con estas premisas, què significa que hay un sòlo Dios y tres personas distintas? Exploremos un intento de respuesta con las mismas lecturas de este domingo.
En Exodo 34_4-9 Moisès invoca a Yavè diciendo: “Señor,Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad” (Exodo 34: 6) Con esta proclamación està definiendo a Dios como el compasivo, el misericordioso, asì lo invocan también los hermanos musulmanes. La personalidad de Dios es la misericordia. En estas pistas de oración ya mencionamos la encíclica de Juan Pablo II “Dives in misericordia” (rico en misericordia), promulgada por el Papa para el adviento de 1980), en la que desarrolla toda la tradición de esta realidad de Dios en el Antiguo y Nuevo Testamento, en los Padres de la Iglesia, para luego venir a hacer las formulaciones pertinentes para el mundo contemporáneo.
La misericordia es la manera de ser y de proceder de Dios, los textos bíblicos con frecuencia aluden a esto. No es cualquier expresión, es una manifestación esencial, podemos decir que es la SOLIDARIDAD RECONCILIADORA de Dios hacia la humanidad. El interés de Dios es la plenitud del ser humano, que nuestra vida trascienda hacia El, que nada se pierda; por esto, el esfuerzo del Padre Dios es posibilitar por interminables medios que los seres humanos descubramos y vivamos el sentido de nuestra vida en El. La pasión del Padre es la felicidad definitiva de la humanidad.
Està de por medio nuestra fragilidad que nos lleva a desordenar el ejercicio de la libertad y, por lo mismo, al pecado, a la ruptura con Dios. Y a pesar de esto, tan constante y reiterado de nuestra parte, la iniciativa de El se mantiene constante y creciente, Dios no se fatiga en este intento y, ejerciendo esta dinámica de msiericordia, siempre lo està apostando todo por nosotros  para que ordenemos los afectos hacia El.
Ante las muchas intransigencias e incapacidades humanas para perdonar, para romper vínculos, para generar heridas y violencias, para destruir, para guerrear, Dios se nos revela como “el compasivo, el misericordioso”, El entra a lo màs hondo de nosotros para transformar nuestras interioridades  y habitar en ellas creando un nuevo tipo de ser humano, purificado del egoísmo, de los instintos de violencia, de pecaminosidad, de muerte, haciéndolo generoso, solidario, espiritual, trascendente.
Dios, experto en humanidad, se inserta paternalmente en nuestras vidas para configurarnos con su proyecto de plenitud y de bienaventuranza.
Y como dice nuestro maestro, el P. Gustavo Baena,S.J., este Dios nos propone un camino especializado para esa nueva humanidad: su hijo Jesucristo, que es el camino especìfico para ser beneficiarios de la misericordia del Padre y para acceder a ese nuevo modo de ser humano configurado con Dios. Por eso Pablo, saludando a los cristianos de Corinto dice: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espìritu Santo estèn siempre con todos Ustedes” (2 Corintios 13:13), como es uno de los saludos habituales del sacerdote al comenzar la eucaristía.
Jesùs, engendrado no creado, procede del Padre hacia la humanidad, se inserta encarnatoriamente en nosotros , en nuestra historia, en nuestros dramas y sufrimientos, en nuestros gozos y esperanzas, y en nombre de ese Padre de misericordia nos asume plenamente para llevarnos a El, donando su vida para que tengamos la vida de Dios en abundancia, y el Padre legitima toda la vida de Jesùs, su pasión, su muerte, y la constituye en meritoria para que nos sea dada a todos la justicia y la salvación.
En su Hijo Jesùs, el Padre Dios nos revela en què consiste ser genuinamente humano, trascendente. Por eso el camino cristiano lo que propone es seguir a Jesucristo, y configurar la propia humanidad con la de El, hijos con el Hijo. Dicho de otro modo, el ser humano està llamado a insertarse en la segunda persona de la Trinidad. El proceso para llegar a esto es lo manifestado tan a menudo en estas pistas de oración: conocimiento interno de Jesùs, identificación con El, de ahì la insistencia de San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales para que quien los hace pida al Espìritu este don de ser con Jesùs, en Jesùs, por Jesùs. En El , el Padre nos asume en gracia y plenitud y hace de nosotros el nuevo ser humano. Por eso: “Tanto amò Dios al mundo que entregò a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en El, sino que tengan vida eterna” (Juan 3:16)
Cuando nos configuramos con un ego vanidoso, arrogante, insolidario, cuando los modelos de referencia-identidad son de poder, de consumismo,de violencia, de materialismo, de intransigencia inmisericorde, Dios en contraste nos propone a su Hijo como el que es totalmente para los demás, hasta la donación cruenta de su vida para que nosotros merezcamos el favor salvador y liberador del Padre. Por eso Jesùs y su mensaje van en contravía de cierto tipo de modelos humanos que no tienen en cuenta ni la trascendencia de Dios ni la dignidad humana, y nos hacen libres de sometimientos a estos modelos para llevarnos por los senderos de la libertad de los hijos de Dios.
Y todo esto lo anima en nosotros, la tercera persona trinitaria: el Espìritu, cuya realidad y dinamismo destacamos el pasado domingo de Pentecostès. El Espìritu procede del Padre y del Hijo, nos hace conscientes de la trinidad, nos confiere los dones de sabiduría e inteligencia para asumir en nuestra vida el modo humano y divino del Padre y del Hijo, y nos suministra la capacidad para configurarnos con ellos.
El Espìritu da vida a la comunidad que cree y vive en torno a Jesùs y que busca la voluntad del Padre, el Espìritu nos hace bienaventurados, nos participa todos los dones de Dios, y genera en todos las condiciones para ser esa nueva humanidad teologal y evangélica.
Y entre las tres personas se da una dinámica de comunión y participación, total e ilimitada. El Padre crea y da la vida, el Hijo manifiesta al Padre y nos lleva a El, y el Espìritu nos mantiene dispuestos para vivir en este misterio de plenitud.
Por eso, nuestro Dios no es un Dios ensimismado, abstraído de la historia humana, alejado de nuestras realidades. Es un Dios implicado, encarnado, inserto en la humanidad  e incondicionalmente comprometido con la tarea esencial de hacer que nuestra vida se realice en plenitud, sea feliz, tenga la capacidad para  asumir con sentido el aspecto doloroso y crìtico de la existencia, genere vida, felicidad, esperanza, razones para vivir y , una vez que El nos llame al encuentro definitivo, podamos trascender para siempre insertos en el felicísimo misterio de la Trinidad.
Hay muchas imágenes falsas de Dios, distorsiones, manipulaciones, que también engendran falsas imágenes del ser humano.Una experiencia espiritual sana y liberadora favorece el que desarraiguemos de nosotros todas esas percepciones incompletas, deficientes, alienantes, para acceder al único Dios vivo y verdadero, que es Padre, que es Hijo, que es Espìritu Santo.
Oremos en esta mañana de domingo a partir de la experiencia trinitaria, y estemos abiertos a que el Espìritu posibilite en nosotros el ser beneficiarios de la misericordia del Padre, de la configuración con el Hijo,de la sabiduría del Espìritu, para ser la nueva humanidad querida por Dios. Y pidamos que todo esto tenga que ver con nuestra vida.
Concluyendo, con particular esperanza confiemos a este Dios trinitario la salud y la bendición de todos nuestros hermanos-as de LA LISTA , con la intercesión del Padre Arrupe y de Monseñor Romero.Por Jesucristo,Nuestro Señor. Amèn.
Antonio Josè Sarmiento Nova,S.J.
Provincia Colombiana de la Compañìa de Jesùs
Pontificia Universidad Javeriana
19 de junio de 2011

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