miércoles, 1 de junio de 2011

EL CANTO DEL PAJARO.

EL PEQUEÑO PEZ
«Usted perdone», le dijo un pez a otro, «es usted más viejo y con más experiencia
que yo y probablemente podrá usted ayudarme. Dígame: ¿dónde puedo encontrar eso
que llaman Océano? He estado buscándolo por todas partes, sin resultado».
«El Océano», respondió el viejo pez, «es donde estás ahora mismo».
«¿Esto? Pero si esto no es más que agua... Lo que yo busco es el Océano», replicó
el joven pez, totalmente decepcionado, mientras se marchaba nadando a buscar en
otra parte.
Se acercó al Maestro, vestido con ropas sannyasi y hablando el lenguaje de los
sannyasi: «He estado buscando a Dios durante años. Dejé mi casa y he estado
buscándolo en todas las partes donde Él mismo ha dicho que está: en lo alto de los
montes, en el centro del desierto, en el silencio de los monasterios
y en las chozas de los pobres».
«¿Y lo has encontrado?», le preguntó el Maestro.
«Sería un engreído y un mentiroso si dijera que sí. No; no lo he encontrado. ¿Y
tú?».
¿Qué podía responderle el Maestro? El sol poniente inundaba la habitación con sus
rayos de luz dorada. Centenares de gorriones gorjeaban felices en el exterior, sobre las
ramas de una higuera cercana. A lo lejos podía oírse el peculiar ruido de la carretera.
Un mosquito zumbaba cerca de su oreja, avisando que estaba a punto de atacar... Y sin
embargo, aquel buen hombre podía sentarse allí y decir que no había encontrado
a Dios, que aún estaba buscándolo.
Al cabo de un rato, decepcionado, salió de la habitación del Maestro y se fue a
buscar a otra parte.
Deja de buscar, pequeño pez. No hay nada que buscar. Sólo tienes que estar
tranquilo, abrir tus ojos y mirar. No puedes dejar de verlo.

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