viernes, 17 de junio de 2011

VIERNES 17 DE JUNIO


Lecturas de hoy       
1.      2 Corintios 11:18 y 21 – 30
2.      Salmo 33:2-7
3.      Mateo 6: 19-23
Seguimos un poco en el espíritu de lo que proponíamos ayer sobre la diversidad religiosa y la necesidad del reconocimiento respetuoso de esa pluralidad de caminos creyentes. Junto con esto el mundo es siempre y en todo lugar DIVERSO, esto es una verdad de Perogrullo:
-          En lo étnico y cultural
-          En las diversas concepciones sobre la vida
-          En sus tradiciones e identidades
-          En sus ideas y prácticas políticas
-          En sus convicciones religiosas
-          En sus condiciones socioeconómicas
Sin embargo, siempre se ha dado una tendencia a desconocer la diverso y a hacer prevalecer lo de determinado grupo, incluso con violencia, argumentando razones de supremacía, de posesión de la verdad, de intereses de poder, de superioridad racial o cultural, pensando que lo legítimo y verdadero es lo que pertenece al grupo dominante e inculcando en la educación que lo diverso es malo, deficiente, enemigo de lo que domina, peligroso para la estabilidad social, etc.
Debemos preguntar a los estudiosos de la mente humana, de sus motivaciones, también a los analistas de la dinámica social, cuáles son las causas de esta manera de ser y de proceder de muchas personas y grupos, y examinar con los buenos recursos de las ciencias humanas y sociales las causas de esto, que, por supuesto, es penoso para la humanidad porque ha determinado muchas exclusiones, intolerancias, guerras, desafueros contra el ser humano y contra la pluralidad de sus manifestaciones.
En el contexto de Jesús eran claras las discriminaciones, principalmente de tipo religioso y propiciadas por los maestros de la ley, sacerdotes del templo, fariseos. Esto lo podemos constatar a lo largo de los relatos evangélicos. Este desconocimiento tenía para ellos un “aval” religioso, y de ahí provenía su vanidad religiosa, su autosuficiencia moral, su desprecio por los que no eran como ellos.
Tengamos presentes en la historia del mundo los grandes hechos de segregación: el apartheid en Sudáfrica (figura emblemática de la reivindicación de la raza negra es Nelson Mandela), la discriminación de los blancos hacia los negros en Estados Unidos, la cruenta guerra entre hutus y tutsis en Ruanda y Burundi a mediados de los noventa, el despojo de las etnias indígenas en nuestro continente americano, el desconocimiento de las convicciones religiosas que son distintas de las dominantes en determinados ambientes sociales, la estratificación sociorreligiosa en la India, los crímenes de lesa humanidad cometidos contra los judíos en la II guerra mundial, la guerra de exterminio étnico a comienzos de los noventa en Serbia y Croacia, y tantas otras manifestaciones que atentan gravemente contra la dignidad y la felicidad de los humanos.
Jesús provoca proféticamente – en nombre de la paternidad de Dios – estos elitismos, estas exclusiones, estas violencias, y propone otra manera de ser y de vivir anunciando a Dios como un Padre que sirve el banquete de la vida en igualdad de condiciones para todos y que hace de este elemento algo distintivo y esencial del reino que El anuncia y que empieza a realizar. Por eso acoge pecadores, marginados sociales y religiosos, personas desconocidas y humilladas, y escandaliza con esta práctica incluyente a los judíos observantes y excluyentes.
El Dios que nos revela Jesús es un Dios que reconoce a todo ser humano en su diversidad y que lo asume por ser humano, es decir, digno por sí mismo, por su humanidad. Preguntémonos cuántas veces los cristianos, por desenfoques graves, hemos condenado, marginado, excomulgado, desconocido, y hemos puesto por delante la verdad de la fe para justificar estos atropellos.
Los fundamentalismos son peligrosos para la vida armónica de la humanidad: especialmente los políticos, los religiosos, los étnicos, gravísimo mal le hacen al ser humano. Una genuina humanidad, sin entrar por ahora en identidades religiosas, es una humanidad dialogante, reconocedora de lo diverso y propiciadora de la inclusión y del diálogo, esto es genuina cultura y civilización; no son los grandes adelantos de la ciencia y de la técnica, ni la alta capacidad adquisitiva, los factores que determinan el que una sociedad sea avanzada, es su grado de convergencia en el pluralismo, su respeto a las múltiples manifestaciones del espíritu humano, su capacidad de generar posibilidades para todos y su disposición para el diálogo y la convivencia pacífica.
Como seguidores de Jesús estamos llamados a este reconocimiento, a esta actitud comunitaria, participativa, generando un estilo de vida que no acepte la discriminación y fomentando siempre esta posibilidad de encontrarnos todos cobijados por el Padre común. Un cristiano auténtico es una persona respetuosa de la pluralidad y de la diversidad, esto no quiere decir debilidad en cuanto a la propia identidad, esta se afirma en el diálogo,en la comunión, en la participación.
Qué apasionante es compartir con personas así, que saben tener en cuenta a los demás, que se interesan por su cultura, que están abiertas a aprender las riquezas de los otros, que reconocen en sus búsquedas espirituales caminos de sabiduría y de sentido, que siempre están en la perspectiva del bien común, que descubren la acción del Espíritu en la riquísima pluralidad de todos los seres humanos.
Dios nos libre de intransigencias y excomuniones, de condenas y de afrentas al pluralismo! Dios haga de nosotros hombres y mujeres que, desde la vivencia sólida del Evangelio de Jesús en nuestras vidas, nos dediquemos siempre al diálogo, a la inclusión, en una feliz significación del reino de Dios y su justicia.
Y con esta inspiración oremos en esta mañana por todas las personas a quienes con afecto y comunión tenemos en LA LISTA, proponiéndolas a Nuestro Señor para que las bendiga con la abundancia de dones de salud, curación, paz, bienestar, trabajo, dignidad, siempre con el respaldo de nuestros dos profetas incluyentes: Monseñor Romero y el Padre Arrupe. Por Jesucristo,Nuestro Señor.Amén.

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