martes, 6 de diciembre de 2011

Algo para pensar y orar en esta semana

Era un joven, atrapado en la red de la droga. Era una farmacéutica que, con un genuino amor y preocupación, procuraba dosis diarias de Metadona a personas deseosas de librarse de los efectos de la adicción. Él compartía con ella su deseo de reordenar su vida, de librarse de los efectos paralizadores de la adicción; hablaba de un nuevo comenzar. Súbitamente, él dejó de venir. Ella se preocupó por su ausencia: ¿Dónde estaría? Ella esperó y esperó su arribo; pero nunca llegó. Pasaron los años. Un día su hijo invitó a uno de sus amigos a cenar en su casa.
Cuando ella abrió la puerta, se encontró con el joven que había desaparecido hacía tantos años. Con buena presencia y saludable, ahora trabajaba como asistente social para otros adictos. Le confesó a ella que sus palabras, como flechas, le habían llegado al corazón, y lo habían llevado a reformarse, y a recuperar su libertad y su esperanza.
Juan el Bautista, la flecha en el carcaj de Dios, esperaba en el desierto. En el momento programado, él fue lanzado por el arco de Dios, hacia las personas que vivían en el temor y la incertidumbre, mostrándoles el gran poder y el gran amor revelado en la persona de Jesús. ¿Puedes encontrarte entre todos aquellos que fueron a conocer y recibir el mensaje de Juan? ¿Qué crees que Juan te diría? ¿En qué forma podría tú, esta semana, ser la flecha en el arco de Dios, el mensajero llamando a todos a la esperanza y el amor, y a corregir las injusticias sociales?

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