sábado, 24 de diciembre de 2011

SABADO 24 DE DICIEMBRE


Lecturas
1.     2 Samuel 7: 1-16
2.     Salmo 88: 2-5 y 27-29
3.     Lucas 1: 67-79
Hoy es un tìpico dìa de trajines, haciendo las últimas compras de Navidad y los preparativos de la cena, pero vamos a hacer el esfuerzo de hacer un alto en estos vaivenes para orar como corresponde y aguardar, en gozosa vigilancia, la celebración del felicísimo misterio del nacimiento de Jesùs, con serenidad, con esperanza, en un discreto silencio que nos permita contemplar a Aquel que se hace humanidad, pequeñez, fragilidad, para llenar de sentido nuestra historia.
El evangelio de este sábado nos trae el càntico del BENEDICTUS, pronunciado por Zacarìas, padre de Juan el Bautista, quien reconoce asì las maravillas realizadas por Dios en èl y en la vida de su pueblo: “Bendito  sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo, por la boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian, realizando asì la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que jurò a nuestro padre Abraham” (Lucas 1: 68-73).
Y màs adelante: “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitarà el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte,para guiar nuestros pasos por el camino de la paz” (Lucas 1: 78-79).
Zacarìas había estado mudo durante varios meses. Cuando recuperò el habla no se lamentò ni hizo reclamos a Dios. Su primera reacción fue bendecir al Señor, con este hermoso himno, que es de antología en las manifestaciones de reconocimiento y gratitud al Señor, y que la Iglesia recita cada mañana en el oficio litúrgico de Laudes. Zacarìas ve la vida con esperanza, e interpreta su historia como el lugar en el que Dios acontece cumpliendo todas sus promesas, y visitando decisivamente la humanidad con el “sol que nace lo alto”.  Es un testigo privilegiado de la incondicionalidad de Dios con el ser humano, cumpliendo a cabalidad su inserción en la historia en el acontecimiento encarnatorio y liberador del nacimiento de Jesùs.
Tenemos esperanza de vivir, debidamente enraizada en Dios, y al mismo tiempo encarnada en la realidad en la que vivimos? O nos dejamos llevar por el ficticio optimismo neoliberal?  O,màs bien, el pesimismo, la sin razón, nos llevan al desencanto y a la angustia constantes?
Al hacernos estas preguntas, que son de alta exigencia, no podemos olvidar nuestra doble dimensión de presente y futuro: arraigo en una historia que debemos transformar, hacer significativa, construìrla en justicia y respeto a todos, tornarla llena de sentido y de oportunidades de plenitud y, desde nuestra òptica de creyentes, proyectarla al futuro trascendente de Dios. La Buena Noticia es para saturar la historia de razones para confiar, para creer, para vivir apasionadamente. Y todo esto, en nombre de Aquel que viene para nuestra salvación, para consolidar nuestra humanidad como libre, esperanzada.
Tomemos todo el BENEDICTUS y saboreémoslo en familia, que esta noche al comenzar la cena familiar sea nuestra oración de bendición. Y seamos dòciles al Espìritu para que Navidad sea la presencia constante y creciente de Jesùs en nuestras vidas, configurándonos con El, sin lìmites, con la abundancia propia del Padre.

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