domingo, 25 de septiembre de 2011

DOMINGO 25 DE SEPTIEMBRE

Es el domingo 26 del tiempo ordinario.
Lecturas:
1.      Ezequiel 18:25-28
2.      Salmo 24:4-9
3.      Filipenses 2:1-11
4.      Mateo 21:28-32
Proponemos una de las claves de la oración de este domingo a partir de ser “oportunos” para abrirse a la acción de Dios, convertirse a El y dejarse justificar por su misericordia. Esto lo plantean el texto de Ezequiel y el de Mateo.
Esto es una constante en la revelación bíblica: el Dios que siempre está en plan de dar alternativas para que replanteemos nuestra vida a la luz de su voluntad. Ezequiel propone así la justicia de Dios: “Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá” (Ezequiel 18:27-28). La vitalidad de Dios sucede en quien lleva una vida libre y ordenada, compatible con su proyecto de plenitud y realización para el ser humano. Esto es la justificación salvadora y liberadora.
Mateo lo somete a nuestra consideración con la parábola de los dos hijos, cada uno con una disposición distinta para el trabajo de la viña, como podemos apreciar. Pero lo más fuerte y provocador está en  estas palabras: “Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas entrarán antes que ustedes en el reino de Dios. Porque vino Juan, enseñando el camino de la justicia, y no le creyeron, mientras que los recaudadores de impuestos y las prostitutas le creyeron. Y ustedes, aún después de verlo, no se han arrepentido ni le han creído” (Mateo 21:31-32).
Del texto de Ezequiel viene una ratificación de la esperanza en el Dios que se implica misericordiosamente en nuestras vidas si rompemos con el universo de los afectos desordenados, si reconocemos que todas esas realidades no nos hacen libres, se nos dejamos saturar de Dios y del Espíritu para que nuestro proyecto de vida coincida con esa pasión del Padre por nuestra plenitud en El.
Aquí se impone considerar el santuario de nuestra conciencia y verificar lo que allí acontece: humildad y acatamiento de Dios o soberbia y autoafirmación? Cómo se da eso en nosotros? Elaboramos complejos razonamientos para justificarnos en la segunda postura y nos creemos el cuento de una santidad formal o entendemos que la irrupción del Dios que se nos hace definitivo en Jesús es para una ruptura de fondo que, si bien es dolorosa por todas las renuncias que trae consigo, nos abre a un orden de libertad en el que el mismo Dios es quien la modela y orienta. Este texto es una óptima coyuntura para un juicioso y esperanzado examen de conciencia.
El texto de Mateo nos pone a pensarnos como hombres y mujeres que muy probablemente lo hemos tenido todo en materia de formación espiritual y ética, creciendo en un ambiente propicio para esto, pero que incurrimos en la inercia de acostumbrarnos a ser así, dejando que florezca una  mediocridad que no da pie ni para la sorpresa teologal ni para el escándalo de la cruz. Qué fuerte es que nos pongan como ejemplo de docilidad a Dios una prostituta, cuando ellas son tan despreciadas y tenidas por indignas!!! Es una referencia de Jesús a los hombres religiosos de su tiempo, con quienes sostenía hondos desacuerdos y confrontaciones y a quienes cuestionaba por la dureza de sus corazones, a pesar de todos sus rigurosos cumplimientos de la ley y prácticas rituales estrictísimas.
Vayamos hoy a una especial intimidad con nuestro Dios, dejemos que esta palabra se apodere de nosotros, sintámonos en trance de libertad y de acogida por parte del Padre, que El nos lleve, nos ponga con el Hijo, y nos haga libres de la milimetría religiosa para entrar en el campo de la gratuidad. Y pongamos ante nuestra mente y en nuestro corazón a los condenados morales: a estas mujeres, a los que deambulan por las calles, a los anegados en el sufrimiento de su exclusión, a los que no son reconocidos como “otros” por nosotros mismos, a los que son etiquetados como malos y descarriados. Y hagamos un coloquio con el Señor Crucificado teniendo por delante a todos estos hermanos, predilectos para El. Dejémonos sorprender por Dios! Y arriesguémonos a entender qué eso de su misericordia y cómo eso causa en nosotros una nueva manera de ser, bienaventurada, llena de sentido y trascendente.
En el texto de Filipenses , San Pablo nos indica en qué consiste esta justicia nueva: “Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Filipenses 2: 5), esto equivale a lo que San Ignacio de Loyola llama el conocimiento interno del Señor, dicho de otro modo: El habita en nosotros y nos hace aptos para llevar una vida de dignidad humana y evangélica, configurados con El.
Y hay algo más aquí, denso y decisivo: “Quien a pesar de su condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios; sino que se vació de sí y tomó la condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Y mostrándose en figura humana, se humilló, se hizo obediente hasta la muerte y una muerte en cruz” (Filipenses 2: 6-8). Este anonadamiento radical de Jesús es meritorio plenamente y portador de justicia salvadora para todo el que quiera acogerse a ese don. Es la credibilidad total del amor de Dios que sobrepasa desmedidamente la mente humana y su milimetría a la hora de juzgar y condenar. El mismo víctima de esto último , es el justo por excelencia.
Les propongo que oremos sobre nuestra pecaminosidad, sin rodeos, despojémonos de toda arrogancia ante Dios y veamos como El nos asume en el vaciamiento de Jesús, y consideremos como aquí opera otra lógica absolutamente distinta de la humana, sobrepasada en misericordia, en pasión incondicional por el ser humano. Y también, sin dejar lo nuestro, oremos sobre los pecados de nuestra Iglesia, sintiéndonos corresponsables de los mismos, y ofreciendo todo de nosotros para asumir todo aquello que no es presentable ni coherente con Jesús, buscando siempre que lo que se refleje – sin vanagloria ¡! – sea una vida de total sinceridad y de conciencia constante de la necesidad que tenemos de Dios.
Las figuras de Monseñor Romero y del Padre Arrupe son tan seductoras porque son creíbles, y con ellos muchos otros y otras que se han empeñado en dejarse ganar por esta misericordia reconstructora de la humanidad.
Trabajemos para que en nosotros no haya vano honor del mundo, ni afección al poder o a la vida fácil, que lo nuestro no sea la acumulación de riquezas, ni la competencia individual, que el Dios totalmente otro sea nuestra referencia configuradora y que, así mismo, nos deje en permanente apertura a todos los otros y otras que surgen de su paternidad.
Antonio José Sarmiento Nova,S.J.
Provincia Colombiana de la Compañía de Jesús
Pontificia Universidad Javeriana
25 de septiembre de 2011

Fotografía de hoy por: Diana Paola Sáenz Castro. 
Rio Magdalena a 15 minutos de Magangué, Bolívar

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