miércoles, 14 de septiembre de 2011

MIERCOLES 14 DE SEPTIEMBRE


Lecturas
1.      1 Timoteo 3: 14-16
2.      Salmo 110: 1-6
3.      Lucas 7:31-35
En el  texto del evangelio de hoy Jesús se refiere a la incapacidad de muchos de sus contemporáneos para captar la novedad del reino de Dios que se empieza a realizar con El. Este tema es recurrente en los relatos evangélicos a propósito de la “lógica” religiosa de los judíos, totalmente afianzados en su autosuficiencia, en el convencimiento de sentirse justificados por la observancia milimétrica de la ley, en la persuasión de que son sus méritos los que los hacen agradables a Dios, y en la mínima disposición para convertir su corazón al Padre que se revela en Jesús. Una religión de cumplimientos y rituales, sin espiritualidad, como desafortunadamente sucede en muchos casos.
Por eso dice Jesús: “Con quien compararé a los hombres de esta generación? A quien se parecen? Se parecen a esos muchachos que se sientan en la plaza y, unos a otros, gritan este refrán: Hemos tocado la flauta y no han bailado; hemos entonado lamentaciones y no han llorado” Lucas 7: 31-32).  No han tenido la mirada generosa para darse cuenta de que en Jesús acontece una realidad radicalmente novedosa en la que Dios irrumpe en la historia humana como BUENA NOTICIA rompiendo el paradigma de ese tipo de religiosidad farisaica para dar paso a la experiencia del Padre que se inserta en todas las realidades humanas para dar sentido y generar esperanza.
Es gravísimo y muy peligroso esto de la vanidad religiosa, de la soberbia moral. Y el problema no era sólo en tiempos de Jesús, también hoy se reproducen estos modelos presumidos, arrogantes. Cuando este tipo de personas perciben a alguien que , proféticamente, introduce lo novedoso y liberador, de inmediato le acusan e incriminan: “Viene el Hijo del hombre que come y bebe y dicen: ahí tienen a un comilón y a un borracho, amigo de los cobradores de impuestos y pecadores” (Lucas 7: 34). Este es el recurso de los que no tienen genuina grandeza espiritual.
Todo este esfuerzo orante es para que crezcamos en el Espíritu y para que adoptemos libremente el modo de Jesús, dejándonos amar, reconociendo humildemente que en nosotros no reside la respuesta al interrogante último de la vida, que no se trata de acumular una suma matemática de méritos sino de dejarnos asumir por la gratuidad de Dios. Esta es la novedad evangélica por excelencia.
Una  explicación coherente del alejamiento de muchas personas de los caminos religiosos está en estas mentalidades y prácticas: en estructurar la dinámica del encuentro con Dios sobre legalismos, ritualismos, intransigencias disciplinarias, moralismos, desconocimiento de la gratuidad teologal y de las posibilidades de la libertad humana. De modo que esto se constituye en un serio interrogante a nuestra conciencia de creyentes.
Reproducimos la imagen de Jesús, hablando en buen lenguaje paulino?  O más bien reproducimos nuestra neurosis religiosa?  Buenas cuestiones que, abordadas con sinceridad, nos permitirán la entrada del Espíritu para que haga un barrido radical de ese universo de soberbias y nos lance a la escueta y contundente humildad.
Jesús está en nuestra historia diseñando una novedad que cambia por completo la orientación de nuestra existencia y esto es motivo de la mayor esperanza y de un gozo que entra en contraste con las mentes cerradas a la bienaventuranza evangélica. Dios nos libre de presumir de santos y justificados!! Siempre felizmente necesitados de El, que sabe ser nuestro principio y fundamento sin desconocer nuestra dignidad y nuestra libertad.

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