miércoles, 7 de septiembre de 2011

MIERCOLES 7 DE SEPTIEMBRE



Lecturas
1.      Colosenses 3: 1-11
2.      Salmo 144:2-13
3.      Lucas 6: 20-26
El evangelio de hoy es la versión de las BIENAVENTURANZAS según San Lucas. Es una carga de profundidad esta de constatar los criterios de felicidad que nos propone Jesús para que sean la esencia de nuestro proyecto de vida, en abierto contraste con las mentalidades dominantes que exaltan el poder, la riqueza, la vanagloria, despreciando lo que no entra dentro de estas maneras de pensar y de vivir.
Nos planteamos en serio el asunto de la felicidad? Cómo lo estamos abordando en este momento de nuestra vida? Cuáles son los criterios y valores que influyen en esta búsqueda? Vivimos en el mundo de las ambiciones y de los afectos desordenados? Creemos que la felicidad reside en el “vano honor del mundo”, como describiera San Ignacio de Loyola su historia antes de la conversión en 1521?
Cómo resuenan en nosotros estas palabras: “Dichosos serán Ustedes cuando los hombres los odien, y cuando los excluyan, los injurien y maldigan su nombre a causa del Hijo del hombre” (Lucas 6: 22)?  Estamos dispuestos a cambiar nuestro paradigma de felicidad? Nos dejamos decir algo por aquellos hombres y mujeres que lo apuestan todo por servir a los demás seres humanos, en especial a los últimos del mundo, haciendo de la solidaridad la condición fundante de sus decisiones? Tenemos capacidad para tomar distancia crítica de la sociedad de consumo y de los halagos neoliberales? Jesús nos apasiona en esta invitación a construír una felicidad alternativa y contracultural?
Pensemos en todas las búsquedas humanas de sentido y razones de vivir, muchísimas de ellas llenas de honestidad, de intenciones limpias, de servicios incondicionales, de renuncias generosas, y abrámonos con fascinación a tantas opciones llenas de humanismo y de generosidad.
Pero también constatemos la contrapartida: las malaventuranzas que Lucas trae en la segunda parte del texto de hoy: “Ay de Ustedes los ricos porque ya han recibido su consuelo!” (Lucas 6: 24)  y tengamos la suficiente apertura para entender este mensaje de Jesús. En el mundo hay pobreza escandalosa e inequidades que claman a Dios, despojos, exclusiones, decisiones injustas que destruyen las posibilidades de vida digna para millones en nuestro tiempo. Y mucho de eso es causado por la acumulación indebida de riqueza, derivando también en violencia creciente.
Vayamos a nuestro interior y recibamos la cuestión: hay malaventuranza en nosotros? Y seamos honestos al responder, pero también dejémonos seducir por Jesús en su propuesta de felicidad, de bienaventuranza, razones y motivos poderosos para que nuestra existencia se llene de significado y de trascendencia, sin vanidad, sin presunción, sin búsqueda de aplausos, en el mejor sentido evangélico.
San Pablo hace una clara invitación: “No se engañen unos a otros; despójense del hombre viejo y de sus acciones, y revístanse del hombre nuevo que, en busca de un conocimiento cada vez más profundo, se va renovando a imagen de su creador” (Colosenses 3: 9-10).
El hombre nuevo que surge del encuentro con Jesús no es un beato rezandero ni un fariseo moralista, ni el que se limita a cumplir con normas y reglamentos, es el bienaventurado que toma la alternativa de abandonarse completamente en manos de Dios, descubriendo aquí la sustancia de su dignidad y de sus opciones, y reconoce en cada ser humano una posibilidad de comunión, de fraternidad, de cercanía, de reconocimiento.
Vamos a pedir en esta oración de hoy una nueva mentalidad, en constante renovación, para adquirir esta nueva condición configurada con el Señor Jesucristo, como lo fueron Monseñor Romero y el Padre Arrupe, que cada mañana nos ayudan a presentar a todos nuestros hermanos y hermanas de la LISTA ante el Padre Dios para que los haga beneficiarios de todos los dones del reino y de la felicidad según su querer y designio. Amén.

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