viernes, 9 de septiembre de 2011

VIERNES 9 DE SEPTIEMBRE


Lecturas
1.      Isaías 58: 6-10
2.      Salmo 146: 1-6
3.      Lucas 4: 16-22
Hoy es la fiesta de San Pedro Claver (1580 Verdú,España – 1654 Cartagena de Indias,Colombia), patrono en nuestro país de los derechos humanos. De él dijo León XIII, papa que le canonizó en 1888, que después de la vida de Jesucristo esta era la que más lo admiraba y edificaba.
Las palabras de Isaías se cumplen plenamente en la biografía de este evangélico hombre: “El ayuno que yo quiero es este: que sueltes las cadenas injustas, que desates las correas del yugo, que dejes libres a los oprimidos, que acabes con todas las opresiones,que compartas tu pan con el hambriento, que hospedes a los pobres sin techo, que proporciones ropas al desnudo y que no te desentiendas de tus semejantes” (Isaías 58:6-7).
Estas palabras del profeta se inscriben en el contexto de una severísima crítica de parte suya a la religión oficial del templo que cifraba el valor del culto en las prácticas exteriores, en la solemnidad de los ritos, en la materialidad del ayuno, sin propiciar la conversión del corazón ni la solidaridad y la misericordia hacia los más pobres y excluídos. La denuncia profética de este tipo de religiosidad llega a ser de la máxima confrontación e inconformidad con este modelo para relacionarse con Dios. El ayuno que no está relacionado con la práctica solidaria es intolerable!
Pedro Claver se fijó misericordiosamente en los esclavos negros traídos de Africa en condiciones de ignominia, los comerciantes españoles y portugueses traficaban con ellos como mercancías, venían en los barcos en circunstancias de absoluta inhumanidad. El Padre Claver, siempre pendiente del arribo de las naves al puerto de Cartagena, se dedicó con las más exquisita caridad , con el más comprometido humanismo cristiano, a curar y aliviar las dolencias de estos hermanos africanos, llegando a los mayores niveles de heroísmo y abnegación en este servicio.
Su vida nos hace preguntas de fondo: cómo estamos en materia de reconocimiento afectivo y efectivo de la dignidad humana? Qué nos dicen los millones de seres humanos afectados por la pobreza y la miseria? Los desplazados por la violencia? Las víctimas del conflicto armado en Colombia y en el mundo? Los despojados de sus tierras? Los sistemáticamente humillados y ofendidos? San Pedro Claver es un reto de Dios a nuestra conciencia y a nuestra sensibilidad.
En la semana que ya casi termina hemos realizado  en Colombia la SEMANA POR LA PAZ, evento que se realiza desde 1988. Foros de análisis de la realidad social y política, obras de teatro y conciertos, celebraciones religiosas, actividades simbólicas, todo ello orientado a develarnos los rostros reales de hombres y mujeres sufrientes afectados por la insania de las masacres, de las acciones criminales de guerrilleros, narcotraficantes, paramilitares, con la complicidad de políticos terratenientes, el abominable escándalo de los falsos positivos, el desarraigo de sus lugares de vivienda y trabajo, la perversidad de un modelo económico no incluyente que requiere de muchísimos pobres para mantenerse en “equilibrio”.
A esta inmensa comunidad de seres humanos escarnecidos es enviado Jesús, lo mismo Pedro Claver y tantos y tantas en la historia : “El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a libertar a los oprimidos, y a proclamar un año de gracia del Señor” (Lucas 4: 18-19). Este santo que contrastó con su vida profundamente coherente y dedicada al prójimo africano las injusticias y desigualdades de la Cartagena colonial nos invita, desde su honda experiencia de Dios y del hermano, a plantearnos con la mayor seriedad posible la pregunta por el otro sufriente, humillado, pisoteado en su dignidad. Así lo vivieron también Monseñor Romero y el Padre Arrupe.
Para que haya paz se impone crear las condiciones de posibilidad que la favorezcan: una economía al servicio del ser humano y no del mismo capital, unas políticas y normativas responsables que integren a los excluídos y les permitan participar en los beneficios del trabajo, de la vivienda, de la salud, de la educación, y también una reorientación total del estado y de la empresa privada hacia el bien común de todos sin excepción, con la osadía de renunciar a proteger sus intereses para derivar en aquello que teóricamente se llama estado social de derecho, o hipoteca social de la propiedad privada, expresión textual del papa Juan Pablo II en su discurso de inauguración de la III Conferencia General de Obispos de América Latina, en enero de 1979 en Puebla de los Angeles (México).
San Pedro Claver dedicó su vida al seguimiento de Jesús en el servicio a estos hermanos africanos. Muchos hombres y mujeres han  hecho lo mismo que él, y lo siguen haciendo, llenando sus biografías del sentido de la misericordia y de la donación total a lo últimos. En los actuales escenarios de pobreza, como los que se dan en Cartagena, donde los contrastes son escandalosos en el mayor nivel en que esto es posible, cómo nos movemos nosotros a integrar, como elemento esencial , en nuestros proyectos de vida todo lo que impulsó  a este extraordinario hombre de Dios?
Oremos hoy a partir de esta narrativa, tan testimonial, tan ejemplar, y miremos con sus mismos ojos, a todos los seres humanos a quienes se les niega el poder sentarse en paz a la mesa de la vida. El Señor nos reclama estar incondicionalmente con ellos.
Y alentados por estos motivos presentemos en este amanecer a todas las personas con quienes hemos decidido comprometernos en la oración, en la cercanía, en el servicio, para que sean acogidos por los beneficios sanadores, solidarios, que provienen de nuestro Dios. Hacia El vamos, siguiendo los pasos de Jesús, con Monseñor Romero, con el Padre Arrupe, con San Pedro Claver. Amén.

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